La cumbre cuadripartita sobre Siria que acaba de realizarse en Estambul validó los avances políticos logrados gracias a las iniciativas rusas pero no tomó decisiones. Moscú se dedicó tratar de que sus interlocutores de Turquía, Francia y Alemania entendieran lo que ha venido haciendo. A los aliados de Washington les cuesta trabajo digerir la derrota y sacar de ella las conclusiones necesarias.
Desde que se adoptó el acuerdo ruso-estadounidense de Helsinki, en julio pasado, el presidente Donald Trump ha estado tratando de retirar de Siria las fuerzas de Estados Unidos presentes allí, mientras que el Pentágono insiste en que se mantengan en suelo sirio para impedir que Rusia decida sola el futuro de ese país. Por su parte, los aliados de Washington no quieren aceptar la derrota.
La cumbre cuadripartita de Estambul apuntaba a propiciar el acercamiento entre los puntos de vista de Rusia, Turquía, Francia y Alemania. Cuando leemos el comunicado final de ese encuentro [1] parece que los participantes se entendieron de maravillas. Pero esa ilusión desaparece cuando comparamos ese texto con lo que publica la prensa en cada uno de los países implicados.
La manzana de la discordia, que ni siquiera llega a mencionarse en el comunicado, es la Constitución que los electores sirios adoptaron en el referéndum realizado en 2012.
– Después de haberse planteado la posibilidad de aplicar en Siria el modelo federal de las Repúblicas de carácter étnico, Rusia tuvo que aceptar el hecho que la situación de la República Árabe Siria es completamente diferente a la suya. En Siria, las comunidades no están distribuidas en zonas geográficas precisas y delimitadas. Por consiguiente, Moscú no tiene intenciones de inmiscuirse en ese debate.
– Desde el punto de vista de Turquía resultaría conveniente repetir en Siria lo que ya hizo en Chipre. En 1974, la supuesta operación «Paz para Chipre» recibía una designación codificada mucho más explícita: «Operación Atila». Su objetivo era anexar el norte de la isla, con la aprobación del entonces secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger [2]. Hoy en día, la «Operación Rama de Olivo» podría permitir anexar el norte de Siria y convertir así parcialmente en realidad el «Juramento de Ataturk» [3].
– Desde el punto de vista de Francia, se mantiene el sueño de renovar el «mandato» que la Sociedad de las Naciones había otorgado a Francia sobre Siria –en 1920– en aplicación del acuerdo Sykes-Picot (1915). Como la descolonización había comenzado al final de la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de las Naciones explicó entonces que el mandato francés sobre Siria garantizaría un «periodo de transición» entre la independencia de facto y una verdadera independencia (sic). Conservando aquel mismo vocabulario, el presidente francés Francois Hollande decía después en Nueva York que era necesario instaurar un nuevo «mandato» sobre Siria. Su sucesor, Emmanuel Macron, afirma ahora que hay que organizar un «periodo de transición», sin atreverse nunca a decir exactamente entre qué y qué sería tal transición.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, lo que podríamos llamar el «Partido colonial» –teniendo en cuenta que no estamos hablando de un verdadero partido político sino de un grupo de influencia en el que participaban los partidos políticos franceses– no aceptó la descolonización. Sin autorización del gobierno establecido en París, el ejército francés no sólo bombardeó Siria –en 1945, o sea cuando ya estaba proclamada la independencia– sino que también perpetró en Argelia las masacres de Setif, Guelma y Kherrata, (también en 1945) y cometió en Indochina la masacre de Hai Phong (en 1946).
Siguiendo esa ideología, Francia plantea también la creación de un «hogar nacional kurdo», según el modelo que los británicos aplicaron en Palestina.
– Desde el punto de vista de Alemania, para terminar, ¿qué importa la Constitución siria? Lo conveniente es estimular nuevamente la migración de los sirios anteriormente desplazados por iniciativa conjunta de la OTAN [4] y de los grandes industriales alemanes [5] y enviarlos de regreso a su país. En el plano estratégico, la operación tendiente a desangrar a Siria vaciándola de su población no permitió alcanzar la victoria. En el plano económico, no fue posible integrar la gran mayoría de los migrantes al trabajo en la industria pesada. Y ahora los electores alemanes reprochan a la canciller Merkel haber impuesto a la población alemana la pesada carga de la ayuda social a los migrantes.
En el entorno de la canciller Merkel ahora se dan cuenta, ya demasiado tarde, de que la atracción de Alemania como destino para las poblaciones de los países del sur es tal que el número de migrantes habría sido el mismo, con guerra o sin ella, en cuanto Berlín anunciara su intención de aceptar a todas las personas que deseaban migrar a ese país.
[1] “Joint Statement by the Quadrilateral Summit on Syria”, Voltaire Network, 27 de octubre de 2018.
[2] The Cyprus Conspiracy: America, Espionage and the Turkish Invasion, Brendan O’Malley & Ian Craig, I.B. Tauris, 1999.
[3] «Juramento Nacional turco», Red Voltaire, 28 de enero de 1920. Ver también «La estrategia militar de la nueva Turquía », por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 13 de octubre de 2017.
[4] Ver “Strategic Engineered Migration as a Weapon of War”, Kelly M. Greenhill, Civil War Journal, Volume 10, Issue 1, July 2008. Understanding the Coercive Power of Mass Migrations,” in Weapons of Mass Migration: Forced Displacement, Coercion and Foreign Policy, Kelly M. Greenhill, Ithaca, 2010. Ver también “Migration as a Coercive Weapon: New Evidence from the Middle East”, in Coercion: The Power to Hurt in International Politics, Kelly M. Greenhill, Oxford University Press, 2018.
[5] «Cómo la Unión Europea manipula a los refugiados sirios», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 2 de mayo de 2016.
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