Un banco desvió ilegalmente los fondos ya recolectados para la Red Voltaire (voltairenet.org) y otros bancos cerraron cuentas abiertas específicamente para recoger donaciones de fondos para nuestro sitio web o nos negaron la posibilidad de abrir cuentas con ese fin. Thierry Meyssan pasa revista a la situación jurídica y financiera de nuestra asociación.
Hace un mes, solicitábamos ayuda para liquidar una deuda que ponía en peligro la continuación de nuestro trabajo. La suma que necesitábamos se recogió en pocos días pero el sitio web especializado en colectas que había recibido esos fondos decidió arbitrariamente devolverlos a los donantes.
A pesar de todo pudimos recoger 26 000 euros a través de una cuenta creada especialmente con ese fin por nuestro colaborador Alain Benajam y de una cuenta de PayPal vinculada a esa cuenta bancaria.
El banco donde se había creado esa cuenta, inquieto ante el revuelo mediático creado alrededor de nuestra colecta de fondos, bloqueó la continuación de las transferencias. En definitiva, pudimos recuperar esos fondos pero la cuenta fue bloqueada.
Por nuestra parte, conversamos con nuestro acreedor y le transferimos la parte de la suma que habíamos logrado recoger. Después de haber visto nuestros esfuerzos y habiendo comprobado que el problema reside en los mecanismos bancarios, pero que nuestros lectores están decididos a defender nuestra asociación y nuestro sitio web contribuyendo con sus donaciones, nuestro acreedor nos concedió una prórroga para el reembolso de la cantidad restante.
Por otro lado, la repetición de estos problemas con los bancos nos confirma que existe una lista negra internacional que nos impide, por razones políticas, el uso de servicios bancarios.
Nuestra asociación y nuestro sitio web llevan el nombre del filósofo francés Voltaire porque nunca hemos separado el trabajo de análisis político de la defensa de las libertades fundamentales. Consideramos esencial que se imponga el respeto del derecho.
En 2001-2003, una gran transnacional presentó contra nosotros una demanda por daños y perjuicios ascendente a un millón de euros, acusándonos de haber utilizado la denominación oficial de su marca y su logo en una campaña de boicot. El hecho es que habíamos denunciado el cierre de una fábrica perfectamente rentable cuyos accionistas deseaban invertir el valor de la fábrica en otra operación que debía reportarles mayores ganancias. Desde nuestro punto de vista, el derecho del propietario –como cualquier otro derecho– tiene límites y los propietarios no pueden echar trabajadores a la calle sólo para ganar más dinero.
Ante aquella demanda, la Red Voltaire parecía tener todas las de perder. Pero defendimos ante la justicia la visión de que el derecho a la libertad de expresión es superior al derecho de uso de un logo y que para ejercer el derecho a la libertad de expresión teníamos que identificar claramente a la transnacional en cuestión en el marco del debate democrático. El Tribunal de Apelaciones de París nos dio la razón [1]. También obtuvimos una victoria parcial en el plano político ya que se votó una ley que actualmente rige ese tipo de despidos en Francia.
Para evitar que se repitan estos problemas con los bancos, estamos implementado un sistema capaz de garantizar la recolecta de donaciones de manera permanente. Sin embargo, eso puede llevar más de un mes y no será posible hacerlo en los límites de la prórroga otorgada.
Independientemente de esos trámites, hemos decidido llevar a los tribunales a las dos empresas que administran el sitio web de colectas online que cerró arbitrariamente la colecta de fondos para Voltairenet.org. La infracción que cometieron no sólo perjudicó a nuestra asociación sino que también afectó a todos los donantes que les habían confiado su dinero para que nos lo hicieran llegar. El comportamiento de esas empresas constituye, cuando menos, un «abuso de confianza».
Uno de los donantes no fue reembolsado porque la tarjeta bancaria que había utilizado expiró entre el momento en que realizó la donación y el momento en que esas empresas decidieron arbitrariamente cerrar la colecta y emprender una devolución de fondos que los donantes no habían solicitado. El donante afectado tuvo que realizar trámites suplementarios para recuperar su donación. Otro fue “reembolsado” mediante la apertura de un crédito, pero ahora no puede retirar directamente la suma que había donado. En resumen, hay varios casos similares.
Para cubrir el resto de la suma que aún seguimos debiendo hemos abierto una nueva cuenta en
PayPal, vinculada esta vez a la cuenta bancaria de nuestro abogado.
Solicitamos a ustedes que envíen urgentemente sus donaciones a esta nueva cuenta para que podamos mantener vivo nuestro sitio web y seguir presentando a ustedes nuestros análisis sobre las relaciones internacionales.
Agradecemos por adelantado toda la ayuda que puedan aportar en la medida de sus posibilidades.
[1] Ver «Je Boycottte Danone», Bernard Edelman, Recueil Dalloz (2001); «Affaire jeboycottedanone.com, 30 avril 2003», Francine Wagner, Encyclopedia Universalis (2004); L’affaire LU: autopsie d’une crise d’un nouveau type, Catherine Malaval y Robert Zareder, Observatoire international des crises; Dehors les p’tits Lus, Monique Laborde y Anne Gintzburger, Flammarion (2005); Copyright and Free Speech: Comparative and International Analyses, Jonathan Griffiths y Uma Suthersanen, Oxford University Press (2005); The General Exception Clauses of the TRIPS Agreement: Promoting Sustainable Development (Cambridge Intellectual Property and Information Law), Edson Beas Rodrigues, Cambridge University Press (2012); American Exceptionalism, the French Exception, and Digital Media Law, Lyombe Eko, Lexington (2013); Trademarks and Social Media: Towards Algorithmic Justice, Danny Friedmann, Edward Elgar Pub (2015).
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