Introducción
La República de Estonia organizó, el 8 de mayo de 2020, una reunión por visioconferencia, según la fórmula Arria, sobre el tema «75 años después de la Segunda Guerra Mundial en suelo europeo – Lecciones de la historia sobre la prevención de nuevas atrocidades, responsabilidad del Consejo de Seguridad». Esta reunión fue de público acceso y se difundió en vivo y en directo a través de varias plataformas para que los trabajos del Consejo de Seguridad adquieran más transparencia.
La reunión se desarrolló bajo la presidencia del Ministro de Exteriores de la República de Estonia, Urmas Reinsalu. Tres conferencistas participaron en el encuentro: Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad; Rosemary DiCarlo, Secretaria General Adjunta [de la ONU] para Asuntos Políticos y Consolidación de la Paz; y Timothy Snyder, profesor de Historia en la Universidad de Yale. Los Representantes de todos los Estados Miembros fueron invitados a participar en la reunión y hacer declaraciones. Después de las exposiciones de los conferencistas, todos los miembros del Consejo y otros 61 Estados Miembros hicieron declaraciones. Cuarenta y cinco países estaban representados a nivel ministerial. Es la primera reunión virtual organizada según la fórmula Arria que reúne un número tan elevado de participantes de alto rango.
Esta reunión de alto nivel buscaba principalmente conmemorar el 75º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en suelo europeo y ser una oportunidad para reflexionar sobre los méritos del orden postguerra. El objetivo era no sólo sacar enseñanzas del pasado sino también poner a la vista los desafíos que nos esperan y hacer un balance de las amenazas para la seguridad que constituyen los conflictos existentes en Europa y en otras latitudes.
Exposiciones
En la primera exposición, Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, subrayó la importancia del momento escogido para realizar esta reunión, que marca el 75º aniversario no sólo del fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa sino también de la creación de la Organización de las Naciones Unidas. Al día siguiente, 9 de mayo, la Unión Europea iba a celebrar el 70º aniversario de la Declaración Schuman.
Al referirse a la enfermedad del coronavirus (Covid-19), el conferencista declaró que el mundo enfrentaba la crisis más grave que ha conocido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y que para salir de ella la única vía es el fortalecimiento de la solidaridad y de la cooperación mundial. La Unión Europea simbolizaba lo que se ha logrado desde el fin del conflicto para que progresen los derechos de las personas, la democracia y el estado de derecho. El conferencista también recordó que los valores sobre los cuales se reconstruyó la Europa destruida por la guerra, como la solidaridad, la apertura, la libertad y el respeto del estado de derecho, valores que eran también los de la Organización de las Naciones Unidas, nunca antes habían sido tan necesarios.
La crisis actual pone a prueba la humanidad pero también pone a prueba el multilateralismo. Para rebasar esa coyuntura habría que preservar y consolidar el orden internacional, que obedecía a reglas cuyo núcleo reside en la Organización de las Naciones Unidas. Borrell también resaltó la sólida cooperación entre la Unión Europea y la ONU, así como con otras organizaciones regionales, que apunta a favorecer la paz y la seguridad.
En la segunda exposición, Rosemary DiCarlo, Secretaria General Adjunta [de la ONU] para Asuntos Políticos y Consolidación de la Paz, subrayó que, en 1945, los dirigentes del mundo optaron por el multilateralismo y la cooperación internacional en vez de la división y el aislamiento. El sistema basado en reglas que se instauró reposaba sobre el respeto de los derechos de las personas y de la dignidad humana. Los países europeos desempeñaron un gran papel en la edificación de esa arquitectura y no escatimaron su apoyo al multilateralismo y la prevención de los conflictos. La conferencista subrayó que, a pesar de la paz y la prosperidad reinantes en la región, Europa no está al abrigo de la inestabilidad, como lo han demostrado las crisis ocurridas en Georgia y Ucrania, así como las cuestiones de Transnistria [1] y de Chipre, que siguen sin resolverse. Al resaltar la importancia del fin de la Segunda Guerra Mundial como punto de viraje y la posibilidad de progreso que abrió, estableció un paralelo con la actual pandemia, que nos ofrecería igualmente la posibilidad de unirnos para alcanzar juntos un mundo más equitativo y pacífico. También recordó como elemento importante el llamado del Secretario General [de la ONU] a un alto al fuego mundial.
En la tercera exposición, Timothy Snyder, profesor de Historia en la Universidad de Yale, subrayó que los actos conmemorativos no pueden cambiar el pasado pero que pueden influir en el futuro. No se debe olvidar como comenzó la Segunda Guerra Mundial y como Europa oriental fue dividida por la Alemania nazi y la Unión Soviética. En Lituania, en Letonia y en Estonia, el fin de la Segunda Guerra Mundial llevó a largas décadas de ocupación.
En su análisis, el conferencista resaltó que hay que evitar vernos abocados a optar entre soluciones científicas comunes y el regreso a la competencia constante y encarnizada por el control de recursos limitados debido a los cambios climáticos. Al referirse a la actual pandemia, declaró que esta representa un desafío simultáneamente técnico y moral. Las soluciones vendrán después, lo más importante son las relaciones que vamos a mantener unos con otros hasta ese momento. De la misma manera en que la verdad sobre el pasado puede convertirse en un lenguaje de reconciliación, deberíamos ser de buena fe para hacer posible el nacimiento de un mundo mejor.
Debate sobre las enseñanzas del pasado y los desafíos actuales y futuros
Los participantes estuvieron de acuerdo en decir que los dos conflictos mundiales ciertamente dejaron una Europa devastada pero que el fin de la Segunda Guerra Mundial había marcado una renovación. Para muchos, esta se manifestó bajo la forma de un nuevo orden internacional basado en reglas y partidario del multilateralismo como un factor importante de estabilidad, de democracia y de prosperidad en el mundo. La Organización de las Naciones Unidas y la Unión Europea nacieron de ese orden, con la Carta de las Naciones Unidas concretando la voluntad de los países de dejar de lado sus diferencias para actuar por un futuro más próspero en beneficio de todos los Estados Miembros. Cierto número de participantes subrayaron, por su parte, que ese nuevo punto de partida (el 8 de mayo de 1945) tuvo consecuencias diferentes para los diferentes Estados, ya que el fin de la Segunda Guerra Mundial no fue sinónimo de libertad para todos en Europa.
Los oradores exhortaron a rechazar todos los intentos tendientes a crear o a recrear esferas de influencia, lo cual llevaría inevitablemente a alimentar motivos de conflicto. Destacaron que el principio de seguridad colectiva implica limitar de pleno derecho el uso de la fuerza ya que vincula la seguridad de cada cual a la seguridad de todos. Por consiguiente, hay que condenar el uso ilegal de la fuerza. Se tomó nota de que las tensiones y los conflictos violentos persisten aún hoy, principalmente en Europa; la crisis de 2008 en Georgia y la de 2014 en Ucrania mostraron que es realmente posible el surgimiento de nuevos accesos de violencia.
La historia de la Segunda Guerra Mundial nos enseñó que la incitación al populismo es peligrosa y que el aislacionismo conduce a un callejón sin salida. Apoyándose en esas enseñanzas, los oradores pusieron de relieve la necesidad de actuar contra el resurgimiento del populismo, del nacionalismo, del autoritarismo, del racismo y de la xenofobia. Nadie debería ser discriminado por sus orígenes ni por sus convicciones religiosas o políticas.
La Segunda Guerra Mundial terminó hace 75 años, surgieron instituciones multilaterales destinadas a prevenir los conflictos y sin embargo el mundo todavía sigue sin tener paz. Aparecieron nuevas amenazas. En este momento, la paz y la seguridad internacionales corren peligro debido a las pandemias, el cambio climático, el terrorismo y las ciberamenazas, fenómenos todos que exigen estrecha cooperación.
El encuentro tuvo como hilo conductor la defensa del orden mundial basado en reglas, establecido después de la Segunda Guerra Mundial, y la necesidad de evitar los errores cometidos en el pasado en materia de prevención de los conflictos. Los participantes estimaron que el sistema multilateral reglamentado, cuyo núcleo es la Organización de las Naciones Unidas, debe ser preservado y fortalecido.
Estuvieron de acuerdo en que, por el mantenimiento de la paz y de la seguridad internacionales, los Estados deben seguir invirtiendo en el desarrollo duradero y el respeto de los derechos de las personas, del derecho internacional y del derecho internacional humanitario.
Los países insistieron en la necesidad de revitalizar el programa de paz y de seguridad de la ONU en términos de prevención de los conflictos, de consolidación de la paz y de fortalecimiento del mantenimiento de la paz. Se pidió la adopción de medidas para reformar el Consejo de Seguridad con vista a hacerlo más legítimo y eficaz. También se mencionó el uso no transparente del derecho de veto por parte de los miembros permanentes de ese órgano, en particular cuando se trata de casos de atrocidades masivas, donde ese es deplorable que se recurra al veto.
La plena aplicación del Programa de Desarrollo Duradero para el 2030 es uno de los principales caminos hacia un futuro mejor. Es esencial que la igualdad de género y los jóvenes sean tomados en cuenta para que se reduzcan las desigualdades y para que tengan éxito los procesos de reforma en materia de seguridad que se desarrollan en diferentes partes del mundo.
Los participantes resaltaron el aspecto multidimensional de la crisis, que tiene repercusiones sanitarias, económicas y sociales. Algunos consideraron que la pandemia de Covid-19 amenaza la paz y la seguridad y que también sacó a la luz que es urgente ocuparse de las ciberamenazas y resolver tan rápidamente como sea posible la fractura numérica mundial.
Los que intervinieron expresaron apoyo al llamado al alto al fuego emitido por el Secretario General y varios deploraron que aún no se haya traducido en hechos.
Recomendaciones
Durante el debate, los que intervinieron, los miembros del Consejo de Seguridad y los demás participantes pusieron de relieve los principales puntos siguientes:
a) Para preservar la estabilidad y la paz de forma duradera es fundamental que los Estados dejen de lado sus diferencias y que fortalezcan las vías del diálogo y de la cooperación. Los principios del derecho internacional y del arreglo pacífico de los diferendos constituyen elementos claves en ese sentido.
b) Cada Estado debe abstenerse de proferir amenazas y utilizar la fuerza contra los demás. Los objetivos y principios de las Naciones Unidas deben ser preservados.
c) El ejercicio de la solidaridad debe permitir ayudar los países más vulnerables a enfrentar las dificultades que hoy encuentra.
d) El arreglo pacífico de los diferendos y la diplomacia preventiva desempeñan un papel esencial en la prevención de los conflictos y la búsqueda de soluciones a los problemas actuales.
e) El Consejo de Seguridad debe manifestar la voluntad política de actuar, incluso si ese es uno de los problemas que hay que resolver.
f) El Consejo de Seguridad debe asociarse sólidamente con las organizaciones regionales y subregionales, debido a los lazos históricos que las unen y su experiencia única.
g) El silencio del Consejo de Seguridad es a veces ensordecedor. La inacción no debe convertirse en la regla fundamental de la actividad del Consejo; este no podría actuar de manera constructiva sin unidad.
Conclusiones
La Segunda Guerra Mundial enseñó al mundo a proteger la libertad y a darle gran valor, a rechazar y a condenar el uso ilegal de la fuerza y a cooperar para concretar la paz y preservarla.
Un orden mundial y una paz basados en reglas no vienen por sí solos. Para mantener de forma duradera la seguridad, la estabilidad y la paz en el mundo es necesaria una adhesión verdadera y permanente al derecho internacional y a sus reglas, como la soberanía y la integridad territorial de todos los Estados.
La reunión proporcionó la ocasión para reafirmar el punto de vista de que los desafíos mundiales requieren una acción mundial. El multilateralismo desempeñará un papel de primera importancia en la solución de los problemas actuales y futuros.
[1] Se refiere a la República Moldava Pridnestroviana, también designada como Transnistria o Transdniester. Nota de la Red Voltaire.
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