El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, inauguró las celebraciones por el nacimiento del profeta Mahoma [1].
Durante la apertura de esas celebraciones, el 26 de octubre de 2020, el presidente Erdogan pronunció un encendido discurso de denuncia sobre los sufrimientos de los musulmanes a través del mundo y principalmente en Europa, afirmando que los seguidores del islam son víctimas de atrocidades, torturas y campañas de terror para obligarlos a renunciar a su fe. Agregó que un millón de musulmanes han sido exterminados y que 12 millones han sido expulsados de sus hogares, viéndose obligados a huir o morir.
En su discurso, el presidente turco Erdogan designó al presidente francés, Emmanuel Macron, como el líder de tal campaña de odio contra el islam, declaró que los europeos deben sacar enseñanzas del genocidio que ellos mismos perpetraron contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial y no reeditar aquel crimen cometiéndolo ahora contra los musulmanes.
Para dar un ejemplo de los crímenes que los europeos son capaces de cometer, el presidente Erdogan recordó la masacre perpetrada en Noruega –en 2011– por el supremacista Anders Behring Breivik.
Recep Tayyip Erdogan concluyó declarando:
«Pienso que grandes responsabilidades recaen en particular en las instituciones de la Unión Europea en la lucha contra el terrorismo. El Consejo Europeo no puede seguir ignorando la islamofobia. El Parlamento Europeo, que emite observaciones sobre nuestro país sobre cada asunto, no puede rechazar esta cuestión haciendo como un avestruz. Los dirigentes prudentes, morales y concienzudos de Europa deberían derribar los muros del miedo y comenzar a hablar de la hostilidad hacia el islam y los musulmanes. Las ideas de extrema derecha no deberían ser autorizadas a capturar la política dominante de Europa. Los políticos europeos deberían decir “No” a la campaña de odio que hace el presidente francés Macron. Aunque no le guste a Macron, yo quisiera reiterar aquí el llamado que hice el otro día. El racismo y la islamofobia son psicosis que destruyen las facultades mentales y la conciencia de una persona, sin importar su empleo, su puesto o su función. No se puede resolver ese problema negándolo o actuando como si no existiera. Todo político que piense en el futuro de su país y de sus ciudadanos tiene que aceptarlo, enfrentarlo y buscar los medios de resolver el problema.»
Es importante recordar que el presidente turco Erdogan había anunciado los atentados perpetrados en Francia, en noviembre de 2015, antes de que tuvieran lugar y que su partido –el AKP– expresó abiertamente regocijo ante la matanza perpetrada entonces en París, en el teatro Bataclan. Por otro lado, Turquía sigue negando oficialmente el genocidio cometido en ese país contra los armenios y hoy dirige la posible prolongación de aquella “limpieza étnica” contra los armenios en Azerbaiyán.
En su discurso del 26 de octubre, el presidente turco mencionó la masacre de Srebrenica –en 1995– como ejemplo de atrocidades cometidas en Europa contra los musulmanes pero no explicó en qué consisten las demás «atrocidades, el terror y las torturas» contra los creyentes del islam en Europa.
Al hablar de «psicosis», el presidente turco Erdogan hacía referencia a una entrevista en la que recientemente él mismo aconsejaba al presidente francés Macron ponerse bajo tratamiento. A raíz de aquella declaración del presidente turco, París decidió retirar el embajador francés de Ankara.
[1] El nacimiento del Profeta se celebra en varios países musulmanes mientras que otros Estados, igualmente musulmanes, prohíben su celebración por considerarla una manifestación de idolatría. En 2014, la monarquía de Arabia Saudita ordenó la demolición de la casa natal del Profeta en La Meca para impedir que se convirtiera en centro de atención de los “idólatras”.
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