Hassan Hamadé, reconocida personalidad intelectual del mundo árabe, actor de primer plano en el campo de la paz, proclama su dolor ante la limpieza étnica iniciada en la franja de Gaza. En este texto, escrito para los lectores de Red Voltaire, Hassan Hamadé nos llama a actuar con la mayor urgencia para salvar al pueblo palestino y resolver por fin el conflicto israelo-palestino. Y, sobre todo, a resolverlo abordando el problema fundamental, proclamando la igualdad de cada individuo, sin importar que sea judío o árabe.
Hay verdades más mortíferas que todas las conspiraciones contra la verdad, sobre todo en esta época terrible donde reinan la mentira, el terror y la injusticia. Hoy en día cada uno de ustedes podría atreverse, si quisiese hacerlo, a decir la verdad sin miedo a sufrir esa temida corrección “guillotinaria” que es la acusación de antisemitismo, con sus dolorosas consecuencias sobre la vida profesional o para la vida familiar y social, una acusación utilizada hasta la saciedad.
Esta vez la verdad ha salido de donde no se esperaba, de la boca de una persona de quien se suponía que nunca la mencionaría: el general israelí Yitzhak Barik. Fiel a las prácticas inherentes a sus funciones a la cabeza del servicio de seguridad interior, el general Barik era, para los palestinos, la personificación de la crueldad, el puño de hierro de la entidad sionista en Cisjordania y en la franja de Gaza. Pero se ha convertido en la persona que ha sorprendido a todos.
El general Barik se atreve a justificar el ataque palestino del 7 de octubre de 2023, se atreve a reconocer, implícitamente y como de paso, la vocación de resistencia del movimiento Hamas mientras fustiga al dúo de cabecillas del extremismo sionista gubernamental, el ministro de Seguridad, Itamar Ben-Gvir, y el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, cuya influencia en las decisiones oficiales es preponderante y decisiva.
Fueron esos dos ministros quienes impusieron como principal prioridad en la acción del ejecutivo israelí la aceleración de la erradicación de la presencia palestina en la tierra de Palestina –primeramente en las zonas ocupadas en 1967, seguidas de las ocupadas en 1948, o sea la purificación étnica de todo el territorio de la Palestina histórica, entre el río Jordán y la costa del Mediterráneo, “From the river to the sea”, según la famosa canción mundialmente célebre gracias a las gigantescas manifestaciones contra el genocidio perpetrado a la vista de todos los habitantes del planeta Tierra.
Respaldado por sus acciones en la guerra de 1973, reflejadas en las heridas de su rostro y su cuerpo, durante las batallas en el Sinaí, este general, conocido por su lenguaje directo, se considera con el mayor derecho a dar lecciones a las jóvenes generaciones de su pueblo, hoy guiadas hacia el abismo por sus actuales dirigentes, a quienes el general Barik califica de “mentirosos”.
En una entrevista concedida, hace sólo días, al canal de televisión Al-Jazeera en inglés, el general Barik resume la situación de la población palestina en general y de los gazuitas en particular en términos que no pueden ser más claros:
– Barik: Ellos sueñan con la libertad pero no logran alcanzarla. Quiéranlo o no, nosotros controlamos la vida de millones [de ellos].
– Al-Jazeera: Si usted fuera palestino y si usted viviera en Cisjordania o en Gaza, ¿cómo juzgaría usted a Israel?
– Barik: Yo combatiría a Israel para obtener mi libertad.
– Al-Jazeera: ¿Hasta dónde llegaría usted en su lucha?
– Barik: Yo haría todo para obtener mi libertad.
Ahí lo tenemos.
El general Barik considera que ningún sionista talmúdico tiene el derecho, ni la potestad de darle lecciones sobre el pasado, el presente o el futuro del “Estado judío”. Él mismo tiene más derecho que cualquier otra persona en ese sentido. Y así lo demuestran sus palabras.
Pero la sorpresa no termina ahí porque asistimos a un encuentro sin cita de Barik con el más poderoso y el más célebre de los combatientes sionistas: David Ben Gurion. Siendo uno de los tres padres fundadores de Israel, con Haim Weizmann y Nahum Goldmann, David Ben Gurion había llegado, hace 60 años, a una deducción cercana a la que hoy ronda, como un espectro, la mente y el corazón del general Barik. Siete décadas separan los dos casos. La confesión pública del general Barik pudiera ser consecuencia de la confesión privada de Ben Gurion a la única persona a quien realmente estimaba entre todos los personajes del directorio sionista, el único de quien aceptaba críticas: Nahum Goldmann.
Nahum Goldmann cuenta en su importante obra La paradoja judía [1] las conversaciones que tuvo con Ben Gurion, en 1965, durante una larga noche en vela en la residencia privada del entonces primer ministro de Israel. Goldmann relata lo siguiente:
«Aquella noche, una bella noche de verano, tuvimos una conversación totalmente franca sobre el problema árabe.
“No entiendo tu optimismo, me dijo Ben Gurion. ¿Por qué harían la paz los árabes? Si yo fuese un líder árabe, nunca firmaría la paz con Israel. Es normal, les hemos quitado su país. Es cierto que Dios nos lo prometió pero, ¿cómo puede eso interesarles? Nuestro Dios no es el de ellos. Nosotros somos originarios de Israel, de acuerdo, pero eso fue hace dos mil años. ¿Qué tiene eso que ver con ellos? Hubo el antisemitismo, los nazis, Hitler, Auschwitz, pero ¿fue culpa de ellos? Sólo ven una cosa. Nosotros vinimos y les robamos su país. ¿Por qué habrían de aceptarlo?”»
Esas declaraciones del jefe de la famosa Haganá y las del general de hoy son casi copias al carbón, se completan y prácticamente claman la inocencia de los palestinos, sea o no del agrado de los gobiernos sionistas árabes, sea o no del agrado de los gobiernos sionistas europeos.
Tanto en el caso de los gobiernos sionistas árabes como en el de los gobiernos sionistas europeos puede verse una obediencia casi ciega al dictado de Washington, que los lleva a participar activamente en el genocidio contra la población de Gaza iniciado hace ya casi 6 meses.
¡Que vergüenza! “Juntos”, representados a la vez por la Liga Árabe y por la Comisión de la Unión Europea, esos gobiernos se disputan el papel del más servil en la relación con el más sanguinario de los gobiernos que ha tenido Israel. “Juntos”, esos gobiernos se oponen constantemente a las voces de la razón que se hacen oír dentro del propio Israel o en el seno de la diáspora judía.
Se ha convertido en una constante política de esos gobiernos el boicot contra todas las corrientes judías que critican el sionismo. Esa actitud no es nueva sino que se remonta al principio de los años 1980, que vieron nacer el movimiento Peace Now en el marco de lo que se dio en llamar el “Campo israelí de la paz” con dos personalidades respetables y creíbles como voceros: el famoso periodista y político Uri Avneri y el general Mattityahu Peled, célebre por su participación en todas las guerras –la de 1948, la guerra de 1967, la guerra de desgaste que duró 6 años y finalmente la guerra de 1973. Eran hombres convencidos de que optar por la paz era la única vía de salvación, tanto para los judíos como para los árabes.
Desgraciadamente apareció en su camino la barrera euro-árabe conformada por gobiernos cuya vocación original consistía en marginar las corrientes judías antisionistas. Ese frente prosionista euro-árabe es la verdadera barrera en el camino de quienes tratan de sacar enseñanzas de las lecciones que nos deja la historia, como el general Barik, aunque el movimiento de esos hombres esté finalmente destinado a ganar terreno, en primer lugar, debido a la determinación del pueblo palestino, cuyo sufrimiento despierta la conciencia de los pueblos del mundo y cuyo heroísmo provoca admiración, y también porque la verdad en los territorios ocupados, de 1967 y 1948, demuestra que sería para Israel será imposible ”ganar” sin recurrir al genocidio.
Pero, en el caso preciso de Palestina, ¿es acaso posible ganar verdaderamente mediante esa opción estratégica?
Nuestra cotidianidad demuestra lo contrario, como también lo demuestran las múltiples contradicciones que desestabilizan el Estado judío y agravan sus problemas existenciales. Sin hablar de las fisuras, cada vez mayores que se multiplican en las estructuras de las demoncracias euro-árabes, reducidas a la condición de esclavos que aceptan sacrificar sus propios intereses ante los intereses estadounidenses…
Cada uno de esos dos “conjuntos demoncráticos” acepta sacrificarse en la batalla por la preservación de los monopolios de la unipolaridad en detrimento de los intereses vitales de los pueblos árabes y europeos.
Así se arabiza Europa, o más bien se “libaniza”, y el mundo árabe retrocede hacia cada vez más nihilismo. «Israel tiene derecho a defenderse», el eslogan repetido maquinalmente por las demoncracias euro-árabes se traduce, en la práctica, en un genocidio cuyas principales víctimas son niños y mujeres. Ese eslogan incita al crimen y, en el caso de Palestina, empuja hacia el genocidio. ¡Extraña “civilización” europea!
El general israelí Yitzhak Barik ha logrado hacerse oír haciendo sonar la alarma ya que, por ser notoriamente reconocido, este curtido veterano es parte del reducido grupo de personas que realmente conocen la verdad sobre la situación en el seno del ejército israelí.
Aprovechando su credibilidad, el general Barik no vaciló en ir más allá invitando el gobierno de Benyamin Netanyahu –y con él a todo el conjunto del establishment político-militar [israelí]– a dejar de mentir al pueblo. La táctica de Barik no se detuvo en ese punto ya que calificó a los ministros Ben Gvir y Smotrich de “terroristas”.
Esta grave acusación, casi escamoteada por las demoncracias europeas, ha sido prácticamente ignorada por los sionistas árabes, quienes no tienen conciencia del hecho que el genocidio en marcha desde hace casi 6 meses, perpetrado con todas las herramientas que pueden garantizar el exterminio de todo un pueblo –la sed, el hambre, las enfermedades y epidemias, el envenenamiento, etc., al límite de las armas de destrucción masiva– es sólo un ensayo general de lo que ellos mismos podrían sufrir en un futuro no muy lejano.
Desde la Nakba, las interrogantes existenciales sobre el futuro de Israel nunca se plantearon tan seriamente como hoy. El general Barik sabe perfectamente que Ben Gurion fue el primero en plantearse esas interrogantes. Además, en La paradoja judía podemos leer otra confesión de Ben Gurion:
«“Pronto cumpliré 70 años. Pues bien, Nahum, si me preguntaras si van a enterrarme, cuando muera, en un Estado judío, te respondería que sí… en 10 años, en 15 años todavía habrá un Estado judío. Pero si me preguntaras si mi hijo Amos, que cumplirá 50 años a finales de este año, tiene posibilidades de morir y de ser enterrado también en un Estado judío, yo te respondería que tiene un 50% de posibilidades.”
“Pero”, lo interrumpí, “¿cómo puedes dormir con la idea de esa perspectiva, siendo primer ministro de Israel?
Y Ben Gurion me respondió inmediatamente: “¿Y quién te dijo que duermo?”»
Regreso a las interrogantes existenciales, sobre todo cuando se oyen las decenas, los cientos de miles de voces de jóvenes manifestantes, en las calles de las capitales europeas y en Estados Unidos, cantando a la liberación total de Palestina “From the river to the sea”. Con las decididas palabras del general Barik, confirmadas por los juicios, los temores y los cálculos de Ben Gurion, ya no hay manera de vernos expuestos a la temida corrección “guilltinaria”. Se trata únicamente de reclamar la abolición del apartheid, o sea de la discriminación racial. Tras la abolición de ese mal vendría la solución del Estado democrático unificado, sin diferencias basadas en la raza, la etnia o la religión.
En cuanto a la llamada «solución de los Estados», es algo que nunca ha pasado de ser una «solución de dos mentiras». Mencionarla de nuevo es jugar a las escondidas con el diablo. El genocidio que hoy vemos, del que son partícipes sionistas árabes y sionistas europeos, bajo las órdenes de Washington y de Londres, ha hecho caer las máscaras que escondían el verdadero rostro de las demoncracias.
Todos los asociados a esta expedición genocida merecen ser condenados. El vergonzoso silencio que mantienen es de hecho una participación activa en el crimen de negación de asistencia a un pueblo en peligro de exterminación.
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[1] Le Paradoxe juif: Conversations en français avec Léon Abramowicz, Nahum Goldmann, Stock, 1976.
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