A partir de los planes de libre comercio en las Américas, los proyectos humanitarios y la guerra contra las drogas y el terrorismo, EEUU está poniendo en marcha una estrategia de dominio continental y mundial.
Los planes para liberar el comercio en las Américas se presentan como acciones para fortalecer la democracia y llevar el desarrollo a las regiones pobres del continente. Si se analizan estos planes, sin embargo, queda claro que forman parte de un proyecto geoestratégico de dominación continental y mundial que lleva adelante Estados Unidos. Parte del mismo proyecto son los planes de militarización del continente, como el Plan Colombia, el Plan Dignidad en Bolivia o el proyecto militar Nuevos Horizontes en Centroamérica. Obviamente no es ninguna casualidad el hecho que estos planes se concentren en regiones que tienen una riqueza considerable en recursos naturales (biodiversidad) y por ende son de gran importancia estratégica ni que sea en estas regiones donde están los movimientos sociales que se oponen a los planes de libre comercio.
Para entender lo anterior, debemos tener en cuenta que uno de los recursos naturales más importantes de este siglo es, además de los hidrocarburos y el agua dulce, la biodiversidad; que tiene importancia especialmente para la ingeniería genética. La industria farmacéutica occidental, después de su auge en los años 1930-1970, sufrió un estancamiento durante la década de los 80; pero ha encontrado una salida ventajosa en la genética y la biología molecular. La materia prima que ambas precisan es la información genética en estado natural. En este contexto, la biodiversidad se convierte en un recurso estratégico porque aporta esta materia prima.
Cerca de un 60 por ciento del total mundial de la biodiversidad está concentrado en la Amazonia. Los botánicos estiman que hay más de 125 mil plantas y una diversidad faunística integrada por varios millones de animales. El bosque amazónico ayuda a regular la temperatura del planeta consumiendo bióxido de carbono y produciendo oxígeno. Aquí están más del 50 por ciento de los bosques tropicales del mundo, además de una quinta parte del total de agua dulce con que cuenta el planeta y que presenta signos de agotamiento. En la actualidad, estudios científicos demuestran que unas 3.000 plantas resultan esenciales para la obtención de medicamentos, pesticidas, colorantes, fibras, aceites, maderas, alimentos.
Aunque la mayor parte de la Amazonia se encuentra en Brasil, la Cuenca Amazónica abarca también a Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. La importancia que tienen estos países en lo que respecta a la Amazonia, depende mucho menos del tamaño de ésta que de los recursos concentrados en ella. Así, Ecuador dispone apenas de un dos por ciento de la Cuenca Amazónica, sin embargo es el tercer país con mayores especies de anfibios, el cuarto en aves, el quinto en monos.
Canales para el libre comercio
Es justamente a través del Ecuador que se pretende construir un canal que vaya desde el Brasil hasta el Pacífico. Los canales o corredores, secos y mojados, forman parte de los proyectos de libre comercio. En términos de sus creadores, los canales se llaman proyectos para el desarrollo de las regiones pobres, término que les permite conseguir los fondos para su ejecución. En sentido estricto, los canales son carreteras, vías ferroviarias, gasoductos y oleoductos, que pueden ir desde la selva hasta el océano, o desde el océano Pacífico al Atlántico; sin embargo, es ingenuo pensar que estos canales vayan a traer desarrollo para las comunidades pobres. Más bien tienen el propósito de llevar los recursos naturales y otros bienes desde su ubicación actual a los lugares de consumo, evitando una serie de inconvenientes, entre ellos geográficos, que encarecen esta transportación. Por supuesto los beneficiados no van a ser los poblados pobres de las Américas, sino las empresas transnacionales con sede en EEUU que se lleven los productos y recursos naturales.
Sólo en el Plan Puebla Panamá, un plan neoliberal que se extiende desde el estado de Puebla en México hasta Panamá y que el presidente de México, Vicente Fox, presenta como proyecto para "desarrollar hasta el último rincón del país", se prevé un canal seco que una el Golfo de México con el océano Pacífico, así como un canal mojado y dos secos que vayan del Atlántico al Pacífico.
Los corredores que unen los dos mares son un viejo anhelo de los EEUU: Desde hace tiempo atrás el gobierno estadounidense aspiró a un canal a través del istmo de Tehuantepec en México que hasta ahora no se ha realizado. El canal de Panamá, que alguna vez fue la manera más rápida de transportar mercancía del Atlántico al Pacífico y viceversa, y de esta manera evitar el transporte complicado y costoso a través de las montañas altas que ponen un obstáculo significativo a lo largo de los EEUU y Canadá, ya está sobrecargado desde hace muchos años.
Los nuevos canales van a permitir a los EEUU unir los lugares de explotación de recursos naturales y de producción de mercancías con los lugares de consumo. A esto se añade que al mismo tiempo se están diseñando planes como el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que permitan la explotación de recursos naturales sin límites por leyes nacionales o impuestos. Dentro de los mismos planes también está previsto que se pueda mover la producción de mercancías a los países con salarios más bajos y con menos leyes laborales, de tal manera que bajan los costos de producción para las empresas transnacionales. Así, la competitividad de las empresas estadounidenses, Europa o China crecerá masivamente. Que no quede nada en los países pobres -sea Bolivia, cuyo gobierno quiere vender su gas al precio más bajo del mundo a EEUU, o Centroamérica, donde hay muy pocas leyes laborales y los salarios ni llegan a la tercera parte de los de EEUU- no se toma en cuenta en este escenario, y del hecho de que estos planes producen más pobreza en ellos, ni se habla.
En Sudamérica, además de los proyectos grandes para construir corredores que unan los dos mares en Colombia o desde Brasil al Ecuador, están previstas unas 45 carreteras que unan los países andinos.
Militarización y despoblamiento de regiones estratégicas
Como ya dijimos, no es casualidad que justamente en las regiones donde están previstos estos proyectos y donde existen movimientos sociales que se oponen a los planes de libre comercio, también se llevan a cabo planes de militarización, como el Plan Dignidad en el Chapare, el Plan Colombia (Iniciativa Regional Andina) o el proyecto Nuevos Horizontes en varios países centroamericanos. Éstos, que se presentan como proyectos para terminar con el narcotráfico o para hacer misiones humanitarias, tienen el propósito de asegurar un proyecto geoestratégico de dominación continental.
Por ejemplo, en Guatemala están estacionados unos cientos de soldados estadounidenses, en supuesta misión humanitaria, justamente en la zona del Petén donde existen grandes reservas petroleras. Además esta zona se comunica con la selva Lacandona donde el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) tiene su base. El EZLN se levantó hace ocho años, el día que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, y significa un obstáculo a la política neoliberal. Es un detalle poco mencionado que los soldados estadounidenses ingresaron a Guatemala con visa de turista en enero de 2001, y un mes después votó el congreso guatemalteco en favor de la presencia de hasta 12,000 soldados de EEUU en su país. Otro detalle del que no se habla es que la presencia de más de 90 soldados extranjeros armados está en contra de los acuerdos de paz firmados en 1996.
En Colombia se nos presenta un escenario comparable, aunque con consecuencias mucho más sangrientas. Allí el pretexto para la militarización es la lucha contra el narcotráfico, y se están llevando a cabo fumigaciones con el pesticida glifosato en regiones enteras supuestamente para terminar con la hoja de coca. Las fumigaciones se hacen en el departamento de Putumayo, en el sudeste del país, donde además de los campos de coca existen grandes reservas petroleras y se detectaron hace poco tiempo unos 8000 millones de barriles más de crudo pesado. Esta zona estaba bajo del control de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), una guerrilla que solía molestar mucho la explotación petrolera atacando una y otra vez los oleoductos. Con las fumigaciones, más que terminar con el cultivo de coca -está bien documentado el hecho de que los campos de coca aumentaron de manera significativa desde que iniciaron las fumigaciones- se está terminando con la cosecha de alimentos básicos, se están contaminando las aguas, y creció exponencialmente la tasa de abortos y de enfermedades en la población afectada, así como el número de refugiados.
Mientras esta política significa mucho sufrimiento para la gente afectada, para los EEUU no pone ningún obstáculo a su proyecto. Al contrario, como ya se observó en otros lugares, en los planes neoliberales se ve como un aspecto deseable el despoblamiento de regiones estratégicamente importantes. Con este objetivo lanzó el Banco Mundial el "Corredor Biológico Mesoamericano", un proyecto que coincide en su extensión con el Plan Puebla Panamá, y que pretende "mantener la biodiversidad" y "promover el uso productivo y sostenible de los recursos naturales". Mientras el Banco Mundial afirma que la población indígena se beneficia de su corredor, también prevé la evacuación de zonas enteras con la meta de proteger la biodiversidad.
Control de los obstáculos al libre mercado
Para la supuesta guerra contra el narcotráfico en Colombia se estableció la base militar estadounidense en Manta. Esta base fue entregada el año 2000 por el gobierno ecuatoriano de manera inconstitucional, es decir sin consultar al Congreso, por una temporada de diez años. Es un detalle irónico que este abandono de la soberanía ecuatoriana fue mano a mano con el abandono de la moneda nacional, el Sucre, y prácticamente constituyó el precio por el derecho de usar el dólar como nueva moneda y dejar atrás a uno de sus héroes nacionales. Con esto, según el Coronel retirado Jorge Brito (militar progresista que apoyó los levantamientos campesinos), el Ecuador se convirtió en los ojos y oídos del Plan Colombia. Como explicó Brito, los radares instalados en Manta no sirven para detectar campos de coca, sino son mucho más aptos para encontrar campamentos guerrilleros. También se están haciendo construcciones en la pista aérea de la base militar que permiten, según Brito, el despegue de aviones Galaxy, C-130 y C-140, que son utilizados para el despliegue rápido de tropas y pueden transportar unos 300 soldados completamente armados y equipados. La base de Manta ofreció a los EEUU una alternativa cuando tuvieron que abandonar la base en Panamá y por eso perdieron una base estratégicamente situada con una cercanía tanto a los países centroamericanos -lo que les sirvió mucho durante su intervención en Nicaragua y en El Salvador en los años 80- como a Sudamérica. La nueva base también está en un lugar estratégico por su cercanía a Colombia y Venezuela, y, otra ventaja, se encuentra justamente en el país donde los indios rebeldes se levantaron varias veces en los últimos años -en el año 2000 además con el apoyo de militares progresistas-, y tan sólo desde 1997 echaron a dos presidentes de la república; por lo que suponen un potencial obstáculo a los planes de libre mercado.
El Plan Colombia, más que un plan para combatir el narcotráfico, es un plan que se inscribe en el proyecto geoestratégico de dominación continental por EEUU. Se lleva a cabo en el centro de un triángulo formado por la Venezuela del Coronel Hugo Chávez, por la Colombia insurgente de las FARC y el ELN, por el Ecuador de los indios rebeldes y los militares progresistas y por el Panamá sin Bases Militares norteamericanas y sin Escuela de las Américas.
El ejemplo de este triángulo es preocupante para los círculos de poder norteamericanos, por múltiples razones: Mientras Venezuela sigue siendo el más importante proveedor de petróleo para los Estados Unidos en el Continente, la política implementada por su Presidente, el Coronel Hugo Chávez, le ha transformado en una piedra en el zapato en el proyecto anunciado del poderoso Imperio del norte de extender, con el ALCA, su zona exclusiva de dominio desde Alaska hasta la Patagonia.
En Colombia, mientras tanto, existe el movimiento insurgente de las FARC y el ELN que tiene más de cuatro décadas de experiencia y que, como únicas guerrillas de la izquierda, han sobrevivido el fin de la Guerra Fría. Y, al sur de ese país, en el Ecuador, están creciendo los movimientos sociales que señalan claramente que no quieren permitir más la política neoliberal que ha empobrecido drásticamente a grandes sectores de la sociedad.
Mientras el Plan Colombia bajo el lema de la lucha contra el narcotráfico tiene el propósito de controlar esta región que causa dolor de cabeza a los EEUU en su proyecto de dominación hemisférica, el efecto es una regionalización de la guerra en Colombia. Ya hoy se siente una militarización y paramilitarización en los países vecinos, además de el desplazamiento de miles de refugiados.
Bolivia y el Plan Dignidad
El Plan Dignidad se inscribe en el mismo proyecto geoestratégico de dominación de los EEUU. Con igual pretexto que en Colombia, se legitimó la militarización de una zona entera con efectivos bolivianos, soldados estadounidenses y mercenarios. Cabe mencionar que el número de soldados extranjeros estacionados en Bolivia no quiere ser revelado ni por la Embajada de EEUU ni por el gobierno de Bolivia.
Como en Colombia, la zona donde se lleva a cabo la supuesta guerra contra el narcotráfico tiene más que campos de coca: El Chapare sirve de puerta a la Cuenca Amazónica donde están concentradas una gran diversidad de riquezas naturales. Encima, con la militarización los EEUU esperan controlar uno de los movimientos sociales más fuertes en Bolivia que reclama, entre otros, el derecho de los pueblos a la tierra y al subsuelo así como la soberanía de los pueblos, dos cosas que ponen un obstáculo significativo a la política neoliberal.
Mientras los planes de libre comercio y de militarización en el Continente Americano se presentan como planes para fortalecer la democracia, una mirada a estos planes en su contexto nos enseña lo contrario: están inscritos en un proyecto geoestratégico de dominación continental y mundial de parte de los EEUU. Los planes de libre comercio que van a culminar en el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) cuya instauración se tiene prevista para el año 2005, permitirán por un lado la libre explotación de los recursos naturales de una de las zonas más importantes del mundo, la Amazonia, y por otro, el control de lugares donde los movimientos sociales ponen un obstáculo a ésta.
Varios países americanos están manifestando resistencia al ALCA mediante movilizaciones sociales; e incluso a niveles gubernamentales hay voces de oposición, como es el caso del gobierno brasileño que se opone a que la liberación arancelaria sólo sea de los países latinoamericanos en beneficio de EEUU y no viceversa.
Por ello, y ante cualquier eventualidad, el presidente de EEUU, George W. Bush, está metiéndole prisa al asunto. Ahora ya puede firmar tratados bilaterales con gobiernos latinoamericanos, en el mismo tenor que el ALCA, sin consultar al Congreso, pero que además luego no pueden ser parados por el Congreso. Este procedimiento, llamado "vía rápida" (fast track), fue aprobado a principios de agosto y permite la imposición de tratados desiguales sobre los pueblos de manera antidemocrática.
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