Para mí el caso de nepotismo y escándalo que protagoniza Jesús Alvarado, aún ministro de Trabajo, es 100 veces peor que el de Nidia Puelles, sólo que ella goza de vacaciones políticas de por vida. ¿Es necesario descubrir más parientes para fulminar al señor Alvarado? ¿Por causa de qué a la Puelles sí la han hecho puré y no ocurre lo mismo con el otro? Perú Posible no hace sino confirmar sus paquidérmicos reflejos y eso le causa un daño irreparable, absurdamente innecesario.

Cuando el cáncer es descubierto a tiempo, hay posibilidades de morigerar su desarrollo y hasta de frenarlo. ¿Qué esperan para expectorar del ministerio a Alvarado? Que sea secretario general del partido oficialista no significa nada. Perú Posible es una especie de organización aluvional que aún aspira a cuajar como conjunto. Llegó al gobierno, no al poder, de manera rápida, inesperada. Muchos de sus integrantes aún no lo entienden, salvo cuando se dan cuenta que no tienen el puesto al que se creen con derecho.

Miles de peruanos y peruanas pertenecen a Perú Posible. Los une básicamente una esperanza laboral que cercene su pobreza sempiterna, su escasez de recursos, su falta de fe en otros movimientos. Pero, huérfanos de cualquier estructura ideológica, siquiera doctrinaria, si no hay resultados concretos, puestos remunerados, el esquema se cae al suelo estrepitosamente. Los tropicalismos de pseudo ideólogos no convencen por ridículos.

Acaso una de las demostraciones más convincentes de una decisión, aunque sea la única, de hacer bien las cosas, sería demandar la inmediata renuncia de Alvarado. Pero se están entreteniendo en cubileteos bobos, en demoras ociosas, en tapaduras sospechosas. Más de uno cavila que si le dan forata al secretario general del partido, entonces ya no hay impedimento para que a ciertos consejeros adulones y rastreros los echen por la borda para que se los coman las pirañas o devoren los tiburones.

Dan risa los circunloquios y castillos de palabras "difíciles" que emplean algunos dirigentes de Perú Posible para enmascarar su patética ineptitud para actuar con firmeza en el caso Alvarado. ¡Hagan lo mismo que con la Puelles y punto! ¡Que se le juzgue y que asuma su responsabilidad!

La mentira de la vida peruana es la hipocresía. Dar vueltas y vueltas para no decir ni cantar las realidades. Está de moda, para parecer inteligentes, la elaboración de frases hechas y se las repite con la inconfundible cara de estúpidos que ponen cuando saben que hay auditorios ávidos de escucharlos. ¡Claro, la decepción no tarda en asomar porque lo que se oyen son afeites y payasadas y no definiciones de hombres o mujeres con vocación de victoria!

Ganaría, si esto es posible para PP, que tomara una posición contundente y se liberara de lastres más que pesados y también malolientes. To be or not to be: that is the question!

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.
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