Durante la Guerra Fría, Raymond Aron fue uno de los principales intermediarios intelectuales de la diplomacia cultural estadounidense en Francia. Durante más de treinta años participó activamente en varias operaciones de ingerencia dirigidas por los servicios secretos de Estados Unidos. Así contribuyó al éxito ideológico del Congreso por la Libertad de la Cultura. Amigo de Friedrich von Hayek, consejero de Kissinger, supo dejar, en la estela de su acción intelectual, una verdadera escuela de pensamiento, liberal, anticomunista y atlantista, una de cuyas manifestaciones es la Fundación Saint-Simon.
La traición de los intelectuales [1]
Nacido en 1905, Raymond Aron pertenece a una vieja familia judía de Alsacia (región al Este de Francia). Uno de sus parientes lejanos cuidaba de la salud de Louis XIV. El árbol genealógico de su familia refleja, por otro lado, parentesco con Emile Durkheim, padre de la sociología francesa, y con su primo, el antropólogo Marcel Mauss. Alumno de la Escuela Normal, compañero de promoción de Sartre, Canguilhem y Nizan, Raymond Aron es socialista y pacifista.
Participa sin pena ni gloria en la vida política estudiantil del Barrio Latino (en París) en los años 20. Se va a Alemania donde ejerce como lector en la universidad de Colonia y es reclutado después por el Instituto Francés de Berlín. Es testigo del recrudecimiento del antisemitismo y la toma del poder por Adolf Hitler.
En 1933, regresa a Francia donde lo acoge el Centro de Documentación Social que dirige Celestin Bouglé. La casualidad lo convierte en sucesor de Marcel Déat, futuro fundador del Reagrupamiento Nacional Popular, movimiento colaboracionista bajo la ocupación alemana. El Centro, situado en la calle Ulm, recibe créditos de la Fundación Rockefeller. Raymond Aron se relaciona allí con Robert Marjolin, economista formado en Estados Unidos gracias a una beca que gestionaron Rist y Bouglé, los dos contactos permanentes de la Fundación Rockefeller en Francia [2].
Primeros pasos en Londres
Después de la desmovilización, Aron sale de Francia para instalarse en Londres. Desde su primera estancia allí se pone en contacto, mediante su amigo Robert Marjolin, con el equipo de Jean Monnet. Enseguida lo recluta André Labarthe, a quien el general de Gaulle ha confiado la misión de crear una revista de la Resistencia - La France Libre - dentro de la cual Aron se convertirá en uno de los redactores más dinámicos.
La revista le permite desarrollar ideas que serán el leitmotiv de su compromiso político durante la Guerra Fría. En un artículo de 1944, Raymond Aron da una forma primitiva a la retórica antitotalitaria que se convertirá en el discurso casi oficial de la intelectualidad anticomunista. Las tres grandes corrientes «paganas» del período contemporáneo -el socialismo, el comunismo y el nazismo- son presentadas así como tres representaciones del ideal tipo de «religión secular».
Aron se distingue principalmente por su crítica abierta al general de Gaulle, sobre todo en un artículo de 1943 intitulado L’ombre de Bonaparte [La sombra de Bonaparte]. Sus relaciones con Labarthe son cordiales. Lo que Aron no sabe todavía es que el responsable de La France Libre será más tarde considerado, sobre todo por el atlantista Henri Freney, sospechoso de trabajar como agente soviético para la red Harry Robinson.
En Londres, Raymond Aron conoce a futuros aliados de la Guerra Fría. Es un asiduo del «Reform Club» cuyos animadores son Lionel Robbins y Friedrich von Hayek, quien prepara la formación de la Sociedad Mont Pelerin. Karl Mannheim le propone ocupar un puesto en la London School of Economics and Political Studies, prestigioso bastión de los liberales (Mises y Hayek) financiado por la Fundación Rockefeller.
El compromiso de Aron con el movimiento del general de Gaulle durante la guerra no es lo suficientemente marcado como para valerle el favor del general, quien no aprecia las críticas del joven intelectual. Aron, quien ve el gobierno colaboracionista de Vichy como «un paréntesis en la historia», no condenó nunca la Revolución Nacional.
A lo largo de su vida se erigió varias veces en defensor de los partidarios de Petain, específicamente durante la polémica que suscitó el libro de Bernard-Henri Lévy titulado L’idéologie française [La ideología francesa]. Veamos la opinión de Aron: «¿Traidores los colaboracionistas? Sí. ¿Traidores los defensores de la Revolución Nacional? Claro que no. Los que lamentan hoy, en frío, que la depuración no haya golpeado como lo que eran a todos los defensores de la Revolución Nacional se comportan como instigadores de guerra civil. Ni siquiera en 1941, me dejé llevar por esas bajas pasiones» [3].
Periodismo y política
En el momento de la Liberación (Ndlr. cuando las tropas nazis fueron expulsadas de Francia durante la SGM), decepcionado por sus propios fracasos universitarios, Raymond Aron se dedica de lleno a sus actividades periodísticas y políticas. Escribe en Point de vue, Combat y sobre todo en Le Figaro que dirige Pierre Brisson, ex-colaborador de Lucien Romier, muerto este último durante la guerra después de haber sido ministro del Estado Francés [4] en 1943.
La línea política del diario parisino Le Figaro es abiertamente proestadounidense. Anticomunista, partidario de la Alianza Atlántica y de la construcción europea, Raymond Aron adquiere en las columnas de este periódico una indiscutible legitimidad.
Es uno de sus cuatro grandes columnistas, junto a André Siegfried, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París; François Mauriac, que lo sigue al Congreso por la Libertad de la Cultura, y André François-Poncet, quien reemplaza al general Koenig como jefe de las autoridades de ocupación y es nombrado más tarde embajador en la República Federal de Alemania.
Raymond Aron tiene, paralelamente, su primera experiencia política al convertirse, en la época de la Liberación, en director de gabinete del ministro de la Información, André Malraux. Trabaja así con Jacques Chaban-Delmas, Manès Sperber y Jean Lecanuet. Encarga la realización de sondeos de opinión al IFOP, recientemente creado por Jean Stoetzel, veterano de la Fundación Alexis Carrel [5].
En 1947, se hace miembro del RPF. Durante el congreso de Lille, se le encarga una intervención sobre lo que el general de Gaulle llama «la asociación» (la división capital/trabajo en el seno de la empresa), concepto clave de la «tercera vía» económica que preconiza de Gaulle.
Guerra Fría y reflexión política
El pensamiento político de Raymond Aron tiene raíces profundas en el contexto histórico de la Guerra Fría. El principal objetivo de sus publicaciones es atraer a los intelectuales neutros, o sea los que sin pertenecen al Partido Comunista manifiestan algún tipo de simpatía hacia la ideología marxista, lo que Aron describe en un trabajo expuesto ante la Sociedad Mont Pelerin como «el prejuicio favorable a la Unión Soviética».
La obra L’Opium des intellectuels [El Opio de los intelectuales] constituye un testimonio de esa voluntad de convencer a la izquierda no comunista. Aron, que se inspira en las tesis de los New York Intellectuals, anuncia en ese trabajo el fin de las ideologías y exhorta a los intelectuales a romper con el socialismo.
Como defensor de la libertad en el mundo ante partidos comunistas que «con o sin internacional, con o sin Kominform, representan una conspiración permanente, destinada a abrir una vía al imperialismo ruso-soviético», Estados Unidos representa para el autor del Grand schisme [El gran cisma] el imperio benevolente que lucha por la libertad: «La clase dirigente de Estados Unidos no deseó la hegemonía que ha recaído en ella desde que el potencial industrial de la República americana se transformó en fuerza militar [...] La diplomacia soviética ha suscitado como reacción una voluntad de containment, el esfuerzo para detener la expansión de su rival, no ha suscitado una voluntad de dominación, a menos que se utilice ese término para designar el esfuerzo por ampliar la zona abierta al libre intercambio» [6].
Raymond Aron actúa como el intermediario intelectual de la diplomacia estadounidense en Francia. Amigo y consejero de Henry A. Kissinger, quien lo considera como su guía, [7] y de George Kennan, el padre de la doctrina del «containment», Aron representa sin dudas el mejor apoyo del que disponen los servicios culturales estadounidenses en Francia.
Raymond Aron, el cabecilla francés del Congreso por la Libertad de la Cultura
En junio de 1950, Melvin Lasky organiza en Berlín la primera reunión internacional de lo que será el Congreso por la Libertad de la Cultura [8]. La iniciativa cuenta con el apoyo de intelectuales anticomunistas reunidos en «un comité no oficial e independiente» del cual es miembro Raymond Aron. La reunión de Berlín desemboca en un embrión de organización: Arthur Koestler escribe El Manifiesto a los hombres libres y un texto redactado por Henri Freney prevé la creación de un comité internacional dotado de un secretariado permanente y de comités nacionales. A partir de noviembre de 1950, cinco suplentes son nombrados para completar la lista de miembros del comité ejecutivo.
Raymond Aron aparece esta vez en las instancias dirigentes del Congreso por la Libertad de la Cultura y se convierta rápidamente en una de las personalidades más influyentes. Colabora con Michael Josselsion [9], intermediario entre la CIA y los intelectuales, y sus libros -esencialmente Le Grand schisme, L’Opium des intellectuels y Les Guerres en chaîne [Las Guerras en cadena]- constituyen obras de referencia para la intelectualidad anticomunista.
Aron implanta sólidamente el Congreso en Francia y contribuye a la difusión de las tesis de los New York Intellectuals facilitando la traducción del libro L’Ere des organisateurs [La Era de los organizadores], manifiesto de la organización redactado por su amigo James Burnham. Se recurre a él para que organice o participe en varias reuniones apadrinadas por el Congreso.
En 1954, durante las Jornadas de Estudios de Niza, el trabajo que presenta se intitula «Rostros del comunismo en Francia e Italia». Completamente inmerso en las actividades del Secretariado Internacional que controlan Josselson y Nabokov, dos ex-oficiales de los servicios culturales del ejército estadounidense en Berlín, Raymond Aron prepara la Conferencia de Hamburgo junto a Sidney Hook y Jacques Enock.
Durante este encuentro, Aron presenta un trabajo sobre «Los conceptos de verdad de clase y de verdad nacional en las ciencias sociales» y es designado miembro del Comité de Ciencia y Libertad, un organismo que depende del Congreso, del que forman parte catorce personalidades. Prepara enseguida, junto a Josselson, Nabokov, Polanyi, Jouvenel y Bristol, la Conferencia de Milán: «El porvenir de la libertad».
El año 1955 es decisivo para Aron ya que es uno de los intelectuales que juegan un papel central en la conferencia de Milán y, también, porque ese mismo año es nombrado en la Sorbona y publica L’Opium des intellectuels, verdadera carga contra los pensadores prosoviéticos.
Esta conferencia da lugar a la aparición de un nuevo órgano del Congreso, el Comité de Seminarios, del cual Aron es uno de los artífices. Durante una primera fase, Daniel Bell, un sociólogo de la universidad de Columbia que acaba de llegar a Francia, coordina las actividades del Comité que incluye a Aron, Jouvenel, Polanyy y Edward Shils (de la London School of Economics).
Raymond Aron reemplaza a Bell a la cabeza del Comité de Seminarios y lanza el proyecto de los coloquios de Rheinfelden. La publicación de los trabajos presentados en los coloquios de septiembre de 1959 la garantizan Jean-Claude Casanova, futuro jefe de la ultraaroniana revista Commentaire y Pierre Hassner.
En Nápoles, Aron preside el coloquio internacional y presenta una reflexión sobre el «Desarrollo social y económico de los países del Mediterráneo». El décimo aniversario del Congreso, simbolizado por la reunión de 1960, hace patente el éxito de la estrategia de conquista ideológica de Raymond Aron. Las intervenciones de nuevos participantes, como Edgar Morin, Georges Friedmann o Jean-Marie Domenach son reveladoras de la victoria de la retórica antitotalitaria [10].
El escándalo que revela, en 1967, que la CIA estaba financiando el Congreso provoca la brusca interrupción de la participación de Raymond Aron. Sin embargo, lejos de condenar la empresa, Aron acepta supervisar la creación de una nueva organización financiada por la Fundación Ford: la Asociación por la Libertad de la Cultura [11]. Pero, ante las proporciones del escándalo en Francia, acaba por rechazar la oferta.
François Furet, Michel Crozier y otros intelectuales ocupan el puesto de Aron quien, después del escándalo, presidirá solamente dos seminarios -uno en Venecia, «El historiador entre el etnólogo y el futurólogo», y otro en Bonn, «International politics and the future of european-american relations».
A pesar de su retirada, Raymond Aron acepta convertirse en el presidente de honor del Committee for the Free World, proyecto supervisado por Midge Decter, esposa de Norman Podhoretz, el redactor jefe de Commentary, y financiado por las fundaciones conservadoras Olin, Scaife y Smith Richardson.
Volviendo al asunto del Congreso, en sus Memorias Raymond Aron estima que, ya que el fin justifica los medios, este constituyó una experiencia política necesaria y positiva: «¿Habríamos tolerado el financiamiento de la CIA si lo hubiésemos conocido? Probablemente no, aunque ese rechazo hubiera carecido -en definitiva- de sentido [...] El Congreso no podía cumplir su misión, y la cumplió únicamente gracias al enmascaramiento o incluso, si se quiere, a la mentira y la omisión» [12].
Un universitario conservador
Paralelamente a esta intensa actividad política, Raymond Aron escala posiciones dominantes en el ámbito universitario. En 1955, es nombrado en la Sorbona. En 1961, gracias al apoyo financiero de la Fundación Ford, crea el Centro de Sociología Europea, que dirige él mismo junto a su asistente, un tal Pierre Bourdieu. El joven sociólogo organiza las investigaciones de Sociología de la Educación y de la Cultura. La ruptura entre Bourdieu y Aron se produce después de la publicación del libro Les Héritiers [Los Herederos], que se convertirá cuatro años después en obra de referencia para los estudiantes contestatarios.
La «traición» de Pierre Bourdieu no impide que Aron logre consolidar su control sobre la intelectualidad liberal que se apretuja en sus seminarios organizados en la Sorbona, después en la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales y en el Centro de Sociología Europea: Pierre Hassner, Jean-Claude Casanova, Jean Baechler, Annie Kriegel, Alain Besançon, Pierre Manent, François Bourricaud, Georges Liébert y Jerome Dumoulin. Aron moviliza esa red en mayo del 68 para contrarrestar la «revolucioncita» y, más tarde, para reemplazar Preuves (Pruebas), la revista oficial del Congreso por la Libertad de la Cultura.
Durante los sucesos de mayo y junio de 1968, Raymond Aron simboliza la reacción conservadora hostil al «carnaval estudiantil» y logra reagrupar un polo conservador del cual él mismo es el centro. El 30 de mayo, Aron saluda el fin de los motines con un «Vive de Gaulle» (Viva el general de Gaulle) de alivio y desfila por los Campos Elíseos junto a su amigo y aliado Kostas Papaioannou.
El 11 de junio lanza desde las columnas del periódico Le Figaro un llamado a poner fin a la huelga y a la reanudación de las clases. El 19 de junio publica una serie de artículos intitulada «La crisis de la universidad» y crea un Comité de Defensa y Renovación de la Enseñanza Francesa, encargado de organizar el reinicio de las clases y la realización de los exámenes. Este Comité improvisado incluye, al principio, un pequeño equipo de colaboradores cercanos de Aron. Antiguos miembros del Partido Comunista como Emmanuel Le Roy Ladurie y Annie Kriegel se unen momentáneamente a Alain Besançon, Kostas Papaiannou y Jean Baechler...
El 21 de junio, el Comité se reúne por primera vez. François Bourricaud, Michel Crozier (a la sazón profesor en la universidad de Nanterre), Raymond Boudon y Julián Freund se convierten en sus principales portavoces en el seno de la universidad parisina. Según Aron, el poder no debe retroceder ante lo que él mismo llama «el terrorismo del poder estudiantil».
A causa de su actitud hostil hacia las protestas estudiantiles, se le prohíbe a Aron hacer uso de la palabra en la calle de Ulm, y los estudiantes interrumpen a veces sus defensas de tesis... Blanco predilecto de los «rabiosos», Aron se ve sometido también a la crítica de su ex-compañero de la Escuela Normal, Jean-Paul Sartre, que lanza un llamado a la destrucción de «las Bastillas de Aron».
En agosto, este último publica La Révolution introuvable [La Revolución imposible de encontrar], violento ataque contra los protagonistas de la revuelta de mayo del 68.
Los herederos de Raymond Aron
A fines de los años 70, Raymond Aron rompe con el Congreso por la Libertad de la Cultura, cuya revista oficial, Preuves [13], está ya agonizante. El viejo liberal tiene la intención de construir una nueva tribuna académica. De 1970 a 1976 la revista Contrepoint, que dirige uno de sus seguidores, Georges Liébert, acoge a numerosos discípulos de la escuela aroniana, como Pierre Manent. Pero es la revista Commentaire la publicación que se convertirá en la tribuna ideal para Aron. Creada en 1978 y supervisada por Jean-Claude Casanova, esta revista es la digna sucesora de Preuves.
Traducciones de artículos de Encounter y de Commentary son prueba de la función de Commentaire, que distribuye algunos de sus números en Europa oriental. La convergencia entre los intelectuales de Commentaire y los de la revista Le Débat (El Debate) da lugar, en 1981, con el impulso que le imprimen François Furet y Pierre Rosanvallon, a la aparición, de la Fundación Saint-Simon, verdadero think tank [Centro de investigación, propaganda y divulgación de ideas, generalmente de carácter político] proestadounidense del período posterior a la Guerra Fría. [14].
El 17 de octubre de 1983, Raymond Aron declara como testigo a favor de su amigo Bertrand de Jouvenel, acusado de «nazismo». El viejo filósofo declara: «Es verdad que nosotros, los hombres de esta generación, nos sentíamos desesperados ante la debilidad de las democracias. Sentíamos que la guerra se aproximaba. Algunos soñaron con otra cosa, algo que acabara con esa debilidad». En efecto, durante los años 30 Jouvenel soñó con un nuevo régimen. Viendo a Hitler como un nuevo guía económico, se enroló en el Partido Popular Francés de Doriot. [15]. Reclutado por los servicios de inteligencia, se convirtió más tarde en espía de su viejo amigo Otto Abetz. En la época de la Liberación, funda con Rueff y Hayek la ultraliberal Sociedad Mont Pelerin [16] y participa intensamente en las actividades del Congreso por la Libertad de la Cultura [17].
La defensa de su amigo Jouvenel fue la última declaración pública de Raymond Aron quien muere de una crisis cardiaca en el auto que lo esperaba a la salida del tribunal.
[1] Es en el año 1927 que el escritor francés Julien Benda hace aparecer su panfleto titulado: La traición de los intelectuales (en francés La trahison des clercs) en el cual estigmatiza la demisión de los intelectuales en la búsqueda de la verdad, en vez de sacrificarse por esta causa muchos de ellos prefieren defender su compromiso político o partidario.
[2] «EHESS: Las ciencias sociales francesas bajo perfusión de la CIA (Las sciences sociales françaises sous perfusion de la CIA», por Bertrand Chavaux, Voltaire, 7 de julio de 2004.
[3] Raymond Aron, Mémoires, 50 ans de réflexion politique, Julliard, 1983, p. 175.
[4] «L’État français» (El estado francés) es el nombre que dio el general francés Philippe Pétain al régimen de dictadura administrativa que él mismo constituyó después de decretar la abolición de la República Francesa y cuando colaboraba con la ocupación nazi de su país durante la Segunda Guerra Mundial.
[5] «Uriage, l’école des cadres de la Collaboration» (Uriage, la escuela que formó a los administradores de la colaboración con los nazis), por Denis Boneau, Voltaire, 23 de abril de 2004.
[6] Raymond Aron, Le Grand schisme, ediciones Gallimard, 1948. p. 25, Francia.
[7] «Nadie ha tenido sobre mí más influencia intelectual que él. Fue un crítico benevolente cuando yo ocupaba posiciones oficiales. Su aprobación me daba ánimos, las críticas que me hacía a veces me frenaban». Cita de Henry Kissinger, en el sitio web de Catallaxia, Libéralisme alternatif.
[8] «Quand la CIA finançait les intellectuels européens», (Cuando la CIA financiaba a los intelectuales europeos) por Denis Boneau, Voltaire, 27 de noviembre de 2003.
[9] «Michaël Josselson, de origen estonio, fue el creador del Congreso [...]. Él nos engañó, podríamos decir, y así lo habría reconocido él si hubiésemos discutido el fondo del problema [...]. Yo sigo sintiendo hacia él consideración y estima [...]. Él era mucho más que un agente de servicios secretos, era otra cosa. Como intelectual dotado del sentido de la acción, le corresponde la doble responsabilidad del éxito del Congreso y de la mentira original». Raymond Aron, Mémoires, p. 238-239.
[10] Pierre Grémion, Intelligence de l’anticommunisme, Le Congrès pour la liberté de la culture à Paris, 1950-1975, ediciones Arthème Fayard, 1995.
[11] «La Fundación Ford, fachada filantrópica de la CIA», Voltaire, 31 de enero de 2005.
[12] Raymond Aron logró imponer en Francia esa interpretación de su compromiso con las actividades del Congreso por la Libertad de la Cultura. Hay que señalar que la versión estadounidense del trabajo de Frances Stonor Saunders, La CIA y la guerra fría cultural (editorial Debate, Madrid, 2001), es más afirmativa. Ella indica que «Aron felt deeply compromised by the exposure of the Congress as a CIA front, though it is alleged he had been in on the secret for years», [Aron se sintió gravemente comprometido cuando se reveló que el Congreso servía de cobertura a la CIA, pero algunos piensan que él estaba al corriente desde hacía años. Traducción del francés al español realizada por la Red Voltaire.].
[13] De 1951 a 1966, Raymond Aron publica alrededor de cincuenta artículos en Preuves, la revista de François Bondy, y unas treinta traducciones para Der Monat y Encounter.
[14] «La face cachée de la Fondation Saint-Simon», por Denis Boneau, Voltaire, 10 de febrero de 2004.
[15] Doriot fue un dirigente comunista francés, cuando Francia fue invadida y ocupada por el ejército nazi, Doriot se convirtió en una de las principales figuras del colaboracionismo con el enemigo nazi. Una vez finalizada la guerra con la derrota de Hitler, Doriot fue juzgado y fusilado por traición a la patria
[16] «Friedrich von Hayek, el padre del neoliberalismo», por Denis Boneau, Voltaire, 30 de enero de 2005.
[17] Su principal legado es el grupo Futuribles, una organización internacional de previsión económica creada con créditos de la Fundación Ford.
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