Cartagena, la heroica, la caribeña, albergó entre el 1 y el 4 de febrero a un nutrido y aplicado contingente de Diplomáticos, funcionarios de organismos multilaterales, al Sr. Presidente Álvaro Uribe y a una buena delegación de su equipo de Gobierno, a cooperantes de entidades internacionales, a dirigentes gremiales y miembros de organizaciones sociales, de los organismos de derechos humanos y de las iniciativas de paz.
En Cartagena se realizó la Mesa de Coordinación y Cooperación Internacional para Colombia -Mesa de donantes-, actividad que dio continuidad a la reunión que se realizó en Londres en julio de 2003, donde la comunidad internacional, agrupada en una ’plataforma’ integrada por la Unión Europea, Suiza, Noruega, los EEUU, Canadá, Japón, algunos países de la Región; Argentina, Brasil, Chile, México y organismos multilaterales como la ONU, el Banco Mundial, el BID, entre otros, analizó la situación de Colombia, vista desde los temas de cooperación, frente al conflicto armado y la situación humanitaria que de allí se deriva.
Llegamos a Cartagena precedidos por fuertes debates propuestos por el presidente Uribe, quien sostiene que en Colombia no hay conflicto armado, sino que lo que existe es un desafío terrorista, pero al mismo tiempo contempla que la existencia de una crisis humanitaria. Además, del anunció sobre la finalización del trabajo de facilitación y mediación del Secretario General de la ONU, mediante la figura de su enviado especial, instituido desde el año 98; lo que más nos preocupó de la Mesa de donantes en Cartagena fue que se desarrolló en medio de la política de seguridad democrática, política que después de 30 meses no pudo dar un parte de tranquilidad, debido a que la situación de violencia se mantiene y se exacerba de cuando en cuando, como la toma de la base naval de Iscuandé (Nariño), por parte de las FARC, el pasado primero de febrero.
La Mesa de donantes en Cartagena no fue un éxito ni para el Gobierno de Uribe, ni para las voces que critican su gestión, pero tampoco significó un fracaso para ninguno. La Mesa le recordó al Gobierno las asignaturas pendientes en derechos humanos y en derecho internacional humanitario; le dio un compás de espera para definir el marco jurídico de verdad, justicia y reparación para el proceso de desmovilización con las AUC; lo exhortó a proteger a sindicalistas, periodistas y defensores de los derechos humanos; y lo instigó a que valorara el diálogo con la sociedad y la concertación del Plan de acción humanitaria. Temas pendientes y de recorderis que contemplen la inclusión de la diversidad de voces de la sociedad colombiana.
La declaración de Cartagena es una pieza maestra de diplomacia: se reafirman en "la búsqueda de una solución pacífica y negociada a la situación de violencia interna", y se habla de una "preocupante situación humanitaria": Entonces, si hay conflicto armado y grave crisis humanitaria.
Cartagena fue un exicrazo -ni éxito, ni fracaso- porque los temas centrales de una agenda de solución política siguen pendientes con las guerrillas, el pulso se está dando y aún no hay ni ganadores ni perdedores; la negociación con las AUC, tiene muchas brumas e interrogantes, que en parte se consolidaran o se disolverán con la promulgación del marco jurídico y sobre todo porque aún estamos lejos de resolver el tema de los cultivos de uso ilícito y el narcotráfico, gran motor de esta confrontación.
Además, la Mesa de donantes fue un paso más en el diálogo político entre una buena diversidad de actores civiles con el Gobierno colombiano, acompañados por los buenos oficios de la Comunidad Internacional, quien tiene varias agendas y lógicas en relación con Colombia, para la muestra un botón: el presupuesto de 700 millones de dólares para una segunda fase del Plan Colombia, a consideración del Congreso de los EEUU, por parte de la administración Bush.
Colombia requiere una cooperación para la atención de los asuntos humanitarios y la solución política del conflicto interno que permitan acercarnos a la paz y a la reconciliación; en este sentido Cartagena fue un buen escenario para plantear tales propósitos y los mecanismos que los hagan posible.
Entre tanto, se debe aprovechar y fortalecer el diálogo y la acción articulada de los firmantes de la declaración de consensos, impulsada por la iglesia católica, los gremios y las organizaciones sociales, de paz y de derechos humanos; una muy buena bitácora de viaje que hay que desarrollar en los próximos meses para superar la guerra y construir la paz con el acompañamiento efectivo de la comunidad internacional.
*La palabra exicrazo fue acuñada en el comité editorial de la Revista Opción en el año de 1988.
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