Han pasado cinco años y ocho meses desde que en agosto de 2002, Alvaro Uribe Vélez llega a la Presidencia de Colombia. Al momento de su llegada al primer cargo de la nación, había un grupo de militares y policías; entre oficiales y suboficiales, que habían sido capturados en numerosos combates que las FARC tuvieron frente a la fuerza pública entre 1995 y 1998.
Para ese momento el grupo insurgente, había dejado en libertad un poco más de trescientos soldados y policías rasos. Igualmente, estaban en situación de rehenes un grupo significativo de políticos, la más visible, Ingrid Betancourt, hecha rehén el 23 de febrero de 2002, fecha en que disputaba la presidencia con el hoy Presidente de la Republica y para agregar más densidad a esta situación, tres ciudadanos norteamericanos que realizaban actividades en relación con el conflicto armado, fueron secuestrados en febrero de 2003.
Luego de cinco años y ocho meses, es mucha el agua que ha pasado bajo el puente de la búsqueda de libertad para este grupo de personas. Algunos han completado diez años en cautiverio, situación que ha motivado múltiples expresiones ciudadanas de dolor, indignación y exigencia, pero las partes, Gobierno y FARC, no han logrado un punto de entendimiento para encontrar una salida y por el contrario, ya cerca de treinta rehenes han muerto; entre ellos, el ex Gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria, el ex ministro Gilberto Echeverri y cuatro militares, en un intento de rescate militar, los once Diputados del Valle y el capitán Guevara, al parecer en un intento de fuga.
La toma de rehenes está prohibida en la legislación internacional, no es posible ni admisible. Las FARC, desde el año 1999 han planteado la propuesta de realizar un acuerdo para liberar a las personas que mantiene secuestradas por la libertad de algunos de sus integrantes en las cárceles Colombianas. Durante el Gobierno Pastrana, fue posible la liberación de un grupo de soldados y policías al tiempo que se gestionó la libertad de once guerrilleros en precario estado de salud.
Durante los dos periodos de gobierno del Presidente Álvaro Uribe, no ha sido posible ni siquiera el inicio de una negociación frente al tema y la explicación es sencilla: no hay interés en este Gobierno en aceptar los términos propuestos por las FARC y tampoco hay la decisión de este grupo armado por modificarlas y acercarse a opciones entregadas por el Presidente Uribe. Son tres las exigencias que no tienen la más mínima negociación; desmilitarizar los Municipios de Pradera y Florida en el departamento del Valle por cuarenta y cinco días con una delegación de negociadores de las FARC, armados con su propio cuerpo de seguridad, para adelantar tal acuerdo. Ambas partes se han acusado mutuamente de falta de voluntad, poca flexibilidad, indolencia ante el dolor de los rehenes, sus familiares y las múltiples y multitudinarias manifestaciones ciudadanas que piden y exigen libertad.
El tema de los rehenes en poder de las FARC, ha colocado al conflicto Colombiano en boca de todos los centros de poder, es lógico, hay una ciudadana Colombo – Francesa; Ingrid Betancourt y tres ciudadanos norteamericanos. Esto ha hecho que Paris y Washington, movilicen esfuerzos diplomáticos y políticos, el tema ha llegado al Grupo de los Ocho, las grandes potencias del mundo se han manifestado en el sentido de encontrar una solución y no hay foro político multilateral donde el tema no haya estado presente; la ONU, la OEA, el Grupo de Rió, en fin, es un tema de todos los días y luego de la muerte de los diputados del Valle en junio pasado, ha vuelto al primer plano.
Pero el punto de mayor visibilidad mediática y política se expresa cuando el Presidente Chávez, por solicitud del Presidente Uribe, entró como gran facilitador de la búsqueda de formulas para lograr la libertad de rehenes y prisioneros, proceso seguido de una gran crisis, cuando en noviembre el Gobierno Colombiano dio por finalizada de manera unilateral la facilitación del mandatario venezolano y se inició el más grande conflicto diplomático entre Colombia y Venezuela en toda la historia.
En medio del caos entre los dos países, las FARC responden con liberaciones unilaterales al Presidente Chávez de seis de sus secuestrados del grupo de políticos, en los meses de enero y febrero de este año, pero este hecho se dio en el marco de un pulso político entre los Presidentes de Colombia y Venezuela, mostrándose como un acercamiento humanitario, pero que en el fondo tiene toda una operación política.
Las FARC y el Presidente Uribe, tienen una confrontación inmensa, donde el mandatario colombiano pretende aniquilarlas o mínimo llevarlas muy disminuidas a una mesa de armisticio y este grupo armado, apuesta por resistir y demostrar que siguen vigentes, así sea como un aparato militar con muy poco respaldo social.
Son dos mundos que no se tocan para nada, son extremos de la lógica política y para ambos, Presidente Uribe y FARC, el tema de los rehenes y sus combatientes presos, no pasa de manera principal, ni siquiera de manera tangencial por criterios humanitarios; es una apuesta política. Van a flexibilizar sus posturas, si consideran que no pierden en lo fundamental sus anclajes políticos, para las FARC, lo importante con sus exigencias es demostrar que tiene la capacidad de sentarse con el gobierno a pactar de poder a poder. El presidente Uribe, no cede a las exigencias de las FARC, por que siente que se debilita su política de seguridad democrática y manda un mal mensaje a la sociedad que lo apoya y a la fuerza publica; no hay espacio para cederle nada a la guerrilla, no es la hora de ser humanitarios, hay razones de Estado que no se pueden cambiar.
¿Luego de tanta acción ciudadana y presión internacional qué se puede esperar? Pensando con cálculo político, pueden ocurrir múltiples escenarios; que el presidente Chávez, logre persuadir a las FARC de que ganan más políticamente con la liberación de todos u otro grupo de rehenes, a lo cual el grupo guerrillero ya ha manifestado que no habrá más liberaciones unilaterales. Es difícil que el Presidente Uribe se acerque a las exigencias del grupo guerrillero, más teniendo un respaldo en encuestas del 84 %.
Los que creemos que el asunto es humanitario y que si se puede adelantar el acuerdo, no nos queda otro camino que perseverar en la acción ciudadana, mantener la interlocución con todos los actores nacionales e internacionales que buscan la libertad de los rehenes y un camino para llegar a una mesa de negociaciones nuevamente, por que esta visto que la sola confrontación militar no nos va a permitir la superación de esta ya larga confrontación armada.
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