No menos de tres tipos de alumnos tengo en la Universidad en relación con el tema de la dependencia externa. Uno, lo integran quienes -acorde con lo aprendido en básica y media- creen que me equivoco, porque la Independencia se obtuvo en 1810. Otro, son los “los que oyen, pero no escuchan” y “no están ni ahí”. El tercero -quizás por su politización- capta la noción de coloniaje que intento internalizar. No obstante, la visualiza sólo como fenómeno político y económico. Si añado que también abarca lo mental no me entienden. Varios de sus integrantes estiman el yugo como inexorable por efecto de la globalización. Son fatalistas. La pereza atávica que cargan como mochila les impide siquiera imaginar la posibilidad de revertir situaciones negativas. Juzgan el mundo inmodificable. Lo contemplan con un conformismo que, desde mi perspectiva, parece abominable dado que apenas superan la veintena. Al escucharlos elogiar a la juventud como “vanguardia del cambio” es un chiste.
Pese a lo anotado, desde el pupitre, sostengo que se vive de espalda a lo nuestro, la idolatría por lo yanqui y lo europeo nos inunda y se anhela la tutoría foránea. Nada de pensar con cabeza propia. “Chile es la copia feliz del Edén” y “Somos los ingleses de América del Sur” ... Calcando se opera sobre seguro y se flojea de lo lindo. Se es moderno en la medida que se imite. Con frecuencia se plagia el estuco y no la substancia. Jamás la esencia. Quien opta por el áspero camino de lo original es descalificado. Se le estima un aventurero... salvo que coseche aplausos en París o Nueva York. De ser así: alfombra roja, pues ya obtuvo la luz verde primermundista. Antes anonimato o apenas piedad. Nuestra vocación de servidumbre se incuba temprano y es arrolladora.”Nuestras Universidades -anota Roberto Munizaga- están marginadas de la realidad criolla. Exhalan un espíritu arcaico y ajeno que evoca la China de los mandarines y la Rusia de los zares... De sus aulas emerge un patriciado... nutrido de una cultura de evasión”.
A propósito de la lesbiana que defiende la tuición sobre sus hijas (*). Al margen de la discutida ponencia de “no discriminación a las minorías” y del “respeto a la diversidad”, se consulta a una psicóloga del SENAME sobre la situación. Esta, en vez de indagar en nuestro contexto sociocultural manejando datos empíricos echa mano a Internet y nos entrega conclusiones de una monografía estadounidense como si se tratase de un manojo de verdades inamovibles. Su estrategia burocrática -por lo demás usual en diversas esferas estratégicas- constata el colonato mental. En ciencias exactas y naturales quizás sea inocuo y hasta útil recurrir a lo extranjero. Sin embargo, en ciencias sociales -además de expresar nuestra dependencia- puede avalar un atropello al ethos colectivo, es decir, aportar a la crisis de identidad. Hay responsabilidad de la estructura escolar y desde el “kinder” que, en saludable castellano es “jardín de infantes”, a esa Universidad, como denuncia Martí, dotada de antiparras yanquis y europeas.
(*) Polémica situación generada por jueza homosexual cuya convivencia estable de naturaleza lésbica la privó de la tuición sobre sus hijas. La diposición judicial ratificada por la Corte Suprema de Justicia origina la protesta de las denomionadas “minorías sexuales".
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