El líder independentista portorriqueño clandestino Ejército Popular Boricua (EPB-Macheteros), Filiberto Ojeda Ríos, «murió desangrado» por falta de atención médica tras recibir un balazo en la clavícula derecha, se confirmó hoy en esta capital.
El líder independentista portorriqueño clandestino Ejército Popular Boricua (EPB-Macheteros), Filiberto Ojeda Ríos, «murió desangrado» por falta de atención médica tras recibir un balazo en la clavícula derecha, se confirmó hoy en esta capital.
Según declaró a Prensa Latina el doctor Héctor Pesquera, «el FBI (Buró Federal de Investigaciones) lo dejó morir desangrado», luego de que un francotirador, traído desde Estados Unidos, lo impactó con un proyectil.
Pesquera, portavoz del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH), participó en la autopsia que anoche se practicó en el Instituto capitalino de Ciencias Forenses, durante la cual se comprobó que el dirigente del EPB-Macheteros sólo mostró una herida de bala.
«El proyectil le penetró a la altura de la clavícula derecha, interesó el pulmón y salió por la espalda, donde la bala se quedó alojada entre su espalda y el chaleco antibalas que llevaba puesto», apuntó el médico.
La muerte de Ojeda Ríos ocurrió este viernes en el occidental municipio de Hormigueros, luego de ser rodeado por un contingente de más de 300 agentes, entre ellos, una veintena de francotiradores venidos desde Virginia (Estados Unidos).
El sector donde estaba el dirigente, de 72 años de edad y asistido por un marcapasos, celebraba el Grito de Lares, cuando el independentismo rememora la proclamación de la primera República de Puerto Rico, el 23 de septiembre de 1868.
Luis Fraticelli, jefe del FBI en Puerto Rico, aseguró que tres de sus agentes recibieron impactos de bala durante el tiroteo, pero sólo uno resultó herido de gravedad, por lo que permanece hospitalizado.
Fraticelli ordenó a sus hombres mantenerse fuera de la residencia donde se refugió el dirigente «machetero», pues no sabían si había explosivos.
Refirió que esperaron por un refuerzo de Estados Unidos para asistir a los agentes que «después de cuatro días» en la operación estaban cansados.
Ojeda Ríos tenía una orden de arresto en su contra emitida por un tribunal de distrito de Connecticut, donde se le condenó en ausencia a 55 años de prisión por su presunta participación en un robo en 1983 de más de siete millones de dólares a la casa de transporte de valores Wells Fargo.
En libertad bajo fianza de un millón de dólares, el dirigente revolucionario boricua se despojó del dispositivo electrónico que tenía en una de sus piernas el 23 de septiembre de 1990 y pasó a la clandestinidad.
El doctor Pesquera aseguró a Prensa Latina que, obviamente, la táctica del FBI fue no intervenir para que «el comandante Ojeda Ríos muriera desangrado por falta de atención médica».
Subrayó que «murió con las botas puestas», en referencia a que Ojeda Ríos estaba vestido de camuflaje militar al momento de enfrentarse con los agentes, en lo que los puertorriqueños casi al unísono han descrito como «asesinato».
Fuente: Prensa Latina
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