Esta semana la Unión Europea hizo algo notable. Optó por convertirse en un Commonwealth ciento por ciento europeo, y no en un embrión de Super-Estado como la conciben los conservadores en sus pesadillas. De hecho, el objetivo principal de la apertura –ásperamente debatida– de las negociaciones sobre el ingreso de Turquía en la UE no es en verdad dicho ingreso (que de cualquier modo no ocurriría antes de 10 ó 15 años). El verdadero objetivo es expandir los límites de la ampliación lo suficientemente lejos hacia el sudeste, para permitir así al resto de Europa la entrada en la Unión –y probablemente mucho antes que Turquía.
La ironía histórica es obvia. Turquía, que antaño, en el período otomano, ocupaba una gran parte de los Balcanes y les impedía unirse a lo que en aquella época era el Club Cristiano de Europa, esa misma Turquía es hoy la portera que permite a sus ex colonias la entrada a Europa. Cuando esos países balcánicos hayan ingresado, se movilizarán de inmediato para hacer entrar también a sus vecinos, como se moviliza ahora Polonia para que se permita el ingreso de Ucrania. Poco importa que esos vecinos sean viejos enemigos, que su historia común esté envenenada por el recuerdo de guerras feroces y de purgas étnicas. La misteriosa alquimia de la ampliación hace que esos viejos enemigos se conviertan de pronto, entre sí, en los mejores abogados mutuos. Alemania fue la gran promotora del ingreso polaco, al igual que Grecia es la principal promotora del ingreso de Turquía.
Independientemente de que Turquía ingrese o no en la UE en el próximo decenio, en 2010 la Unión Europea abarcará la casi totalidad del espacio geográfico e histórico que se ha denominado como «Europa». Y agrupará entre 32 y 37 Estados miembros, ya que no se excluye que Suiza, Noruega e Islandia opten finalmente por ingresar también. Los casos límites serían Turquía y Ucrania, mientras que Rusia mantendría una relación privilegiada con la Unión.
«How the dreaded superstate became a commonwealth», por Timothy Garton Ash, The Guardian, 6 de octubre de 2005.
«Un grand merci à la Turquie», por Timothy Garton Ash, Le Monde, 17 de octubre de 2005.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter