Cuando Hitler escribió Mein Kampf, todo estaba ya anunciado, pero nadie quiso prestarle atención ya fuese por ceguera o por cobardía. Después de Munich, las multitudes estaban llenas de entusiasmo, sólo Churchill hizo el enfoque correcto.
Irán está en manos de un grupo de ayatolás sanguinarios, totalitarios y peligrosos que desarrollan el arma atómica en su territorio. Ese país está dirigido por un hombre que quiere poseer el arma atómica, que quiere que Israel sea borrado del mapa o desplazado a Europa, antes de pensar en una guerra contra Occidente. Los dirigentes de Irán no están al servicio de un pueblo, sino de una ideología. Recordemos que en 1981 los ayatolás empleaban niños en la labor de retirar minas de los campos de batalla. En nuestros días la historia se repite, pues los kamikazes son también reclutados entre los niños. No se vacila ante una realidad tan brutal. Si no hacemos nada, enfrentaremos hoy la deshonra y mañana la guerra. Sin embargo, Occidente vacila y condena sólo de dientes para afuera. ¿Qué vamos a esperar, el primer cohete o un pacto de alianza que una a los extremistas de Afganistán, Pakistán, Irak y Siria? Ahora, cuando la potencia iraní todavía titubea, es cuando tenemos que actuar.
La acción internacional en Irak, el envío de inspectores y la búsqueda de elementos nucleares o químicos ha culminado en una guerra sin vencedores, pero con un vencido: el pueblo iraquí. La pertinencia de esta guerra ya no se discute, el mal está hecho. Cayó un dictador, se desató la guerra civil. Los extremismos están en acción pero ello no debe hacernos temer participar en lo que ocurre en Irán. Es por ello que el embargo se hace aquí necesario. Embargo sobre el petróleo y sobre el comercio. Es innegable que el pueblo iraní se verá también afectado, pero el embargo sólo será eficaz cuando se asfixie la economía, tal como ocurrió en África del Sur.
Los iraníes, los que viven en Irán y los exiliados, saben que su gobierno es execrable y peligroso. Las antenas parabólicas e Internet les muestran que el gobierno que los somete no es una fatalidad del destino. La hora de la diplomacia de salón ha llegado a su fin, la situación geopolítica o georreligiosa es cada vez más extensa y el Islam radical se vuelve cada vez más organizado y transnacional. Hay tiempo aún de emplear la firmeza sin tener que recurrir a la guerra.
Le Figaro (Francia)
Difusión: 350 000 ejemplares. Propiedad de la Socpresse (creada por Robert Hersant, hoy es propiedad del constructor de aviones Serge Dassault). Es el diario de referencia de la derecha francesa.
«Il faut imposer un embargo aux ayatollahs de Téhéran», por Bernard Debré, Le Figaro, 12 de enero de 2006.
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