Todos los países tienen malos y buenos dirigentes en su historia. Para nosotros, los serbios, Slobodan Milosevic fue el peor. No sólo fue el responsable de las muertes en la guerra contra Croacia o de las masacres en Bosnia y Kosovo, sino que fue también responsable de la desintegración de Yugoslavia y de los bombardeos norteamericanos de 1999.
Como había dicho a Madeleine Albright algunos meses antes de la intervención de la OTAN, deseaba que las tropas de la Alianza fueran a Belgrado para detener a Milosevic. Fue en ese momento que hubiera debido ser enviado a La Haya. Albright declaró que era ilegal y rechazó la idea, pero no consideró inmoral bombardear una población serbia inocente. Hoy, en su reescritura de la historia, los norteamericanos declaran que fueron los bombardeos los que debilitaron y provocaron la caída de Milosevic. Falso, lo fortalecieron y eso prolongó su reino.
Cuando fui primer ministro a principios de los años 90, era opositor de Slobodan Milosevic. Se encolerizó contra mí, falseó las elecciones y me privó así del poder. Si no lo hubiera hecho, Serbia fuera hoy miembro de la Unión Europea. Ahora hay que asegurarse de que los antiguos cuadros del Partido Comunista serbio no convenzan a la población serbia de que Milosevic fue envenenado.
Ahora que Milosevic ha muerto, debemos reconstruir nuestra reputación.

Fuente
International Herald Tribune (Francia)
El International Herald Tribune es una versión del New York Times adaptada para el público europeo. Trabaja directamente en asociación con Haaretz (Israel), Kathimerini (Grecia), Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania), JoongAng Daily (Corea del Sur), Asahi Shimbun (Japón), The Daily Star (Líbano) y El País (España). Además, a través de su casa matriz, lo hace de manera indirecta con Le Monde (Francia).

«For Serbs, Milosevic’s death removes a stain», por Milan Panic, International Herald Tribune, 14 de marzo de 2006.