El presidente venezolano Hugo Chávez mostrando la espada de Simón Bolívar al periodista estadounidense Greg Palast.

Cabría esperar que George Bush se pusiera de rodillas y besara el trasero de Hugo Chávez. Chávez, no sólo ha suministrado petróleo barato al Bronx y otras comunidades pobres de los Estados Unidos, y no sólo ha ofrecido ayuda a las víctimas de Katrina, sino que en la entrevista que me concedió el 28 de marzo, planteó esta increíble oferta: Chávez rebajaría el precio del petróleo a 50$ el barril, «no demasiado alto, un precio justo» dijo, un tercio por debajo de los 75$ por barril que ha alcanzado recientemente en el mercado. Esto supondría una rebaja de aproximadamente un dólar en los surtidores: de 3$ a 2$ el galón.

Pero nuestro presidente [George Bush] básicamente le ha dicho a Chávez que se meta su petróleo barato por el oleoducto que le quepa. Antes de entrar a explicar el por qué, permítanme que aclare la razón de que Chávez tenga el poder necesario para que semejante propuesta sea factible, y la estrategia subyacente a la aparente locura del «acepta mi petróleo por favor».

Venezuela, según me dijo Chávez, tiene más petróleo que Arabia Saudita: ¿Alocada fanfarronería? De ninguna manera. De hecho, esta sorprendente afirmación viene de una no menos sorprendente fuente: el Departamento de Energía de los Estados Unidos. En un informe interno, el Departamento estima que las reservas de Venezuela son cinco veces superiores a las de los Sauditas.

Ahora bien, la mayor parte de esas mega-reservas venezolanas son de petróleo «extrapesado» (asfalto líquido) que resulta exorbitantemente costoso de extraer y refinar. El petróleo ha de venderse por encima de los 30$ por barril para que la inversión necesaria merezca la pena. Una pronunciada caída de los precios del petróleo –y a fin de cuentas el precio del barril estaba en los 18$ hace seis años- llevaría a la bancarrota a quienes hubieran invertido en petróleo pesado.

Así se explica la propuesta de Chávez: bajar el precio a 50$ y mantenerlo a ese nivel, lo que garantizaría las inversiones en el petróleo pesado de Venezuela.
Sin embargo, la influencia de Venezuela en la OPEP entraña forzosamente el declive del poder de la Casa Real Saudita, y eso a la familia Bush no le gustaría nada. Todo se reduce a los «petrodólares».

Cuando George W. daba paseos por su rancho al entonces príncipe Abdullah –hoy rey de Arabia Saudita- en un coche de golf, no lo hacía porque Estados Unidos necesite el petróleo de los árabes: los sauditas siempre nos venderán su petróleo. Lo que Bush necesita de los sauditas son los petrodólares. Durante las últimas tres décadas, Arabia Saudita ha tenido la gentileza de reciclar el dinero que ha sangrado a los conductores estadounidenses de SUVs y enviar gran parte de ese botín directamente de vuelta a Nueva York, para financiar la compra de bonos del Tesoro americano y otros activos.

Los potentados del Golfo entienden que en justa reciprocidad por prestar al Tesoro de los Estados Unidos el dinero necesario para financiarle a George Bush el incremento de 2 billones de dólares de la deuda, recibirán protección. Ellos nos prestan petrodólares y nosotros les prestamos la 82ª Aerotransportada.
Chávez vendría a acabar con todo eso: Nos vendería petróleo relativamente barato, pero su intención es que lo petrodólares se queden en Latinoamérica. Recientemente Chávez retiró 20 mil millones de dólares de la Reserva Federal estadounidense y, al mismo tiempo, prestó o se comprometió a prestar una suma similar a Argentina, Ecuador y otros países latinoamericanos.

Tal y como señala The Wall Street Journal, Chávez se ha convertido en un «FMI tropical». Efectivamente, y según me dijo el presidente venezolano, su intención es acabar un Fondo Monetario Internacional de brutales dictados pro-libre-mercado con sede en Washington, y sustituirlo por un «Fondo Humanitario Internacional», un FHI, o para ser más exactos, un Fondo «Huguiano» Internacional.

Además Chávez pretende que la OPEP reconozca oficialmente a Venezuela como líder en la reserva del cártel, cosa que ni los sauditas ni Bush ven con buenos ojos.
En términos políticos, Venezuela está entre dos fuegos: La «Revolución Bolivariana» de Chávez -prácticamente una réplica del New Deal de Roosevelt–, un sistema impositivo progresivo sobre la renta, obras públicas, seguridad social, electricidad barata, le da una tremenda popularidad entre los pobres, y la mayoría de los venezolanos son pobres.

En cuanto a sus detractores, la élite blanca dominante desde hace ya cuatro siglos, poco acostumbrada a compartir la riqueza proveniente del petróleo, lo presenta como un Anticristo castrista.

El gobierno de Chávez, que solía desestimar esas voces críticas, se ha vuelto agresivo en su contra. Cuestioné a Chávez reiteradamente sobre las acusaciones de Súmate, el principal grupo de la oposición. Los dos fundadores de esta organización no gubernamental que lideró la campaña en favor de la destitución de Chávez, se enfrentan a ocho años de prisión por haber aceptado dinero de la administración Bush y del Instituto Internacional (del Partido) Republicano. Ningún país permite la financiación extranjera de sus campañas políticas, pero los cargos (nadie ha sido enviado a la cárcel) parecían atronadores cañonazos en contra de las infracciones menores de esas patéticas moscas.

La reacción de Bush ante Chávez ha sido una mezcla de hostilidad y provocación. Washington apoyó el golpe de estado contra Chávez de 2002 y Condoleeza Rice y Donald Rumsfeld han hablado en contra del líder venezolano en repetidas ocasiones. La revisada Estragia de Seguridad Nacional estadounidense, hecha pública en marzo, declara: «En Venezuela, un demagogo que nada en la abundancia del dinero procedente del petróleo está minando la democracia y pretende desestabilizar la región».

Así que, cuando en agosto de 2005, el reverendo Pat Robertson -aliado de Bush-, declaró ante sus fieles seguidores que Chávez tenía que marcharse, no era descabellado asumir que estaba poniendo voz al deseo del gobierno. «Si cree que queremos asesinarlo -dijo Robertson-, pues creo que tendríamos que poner manos a la obra y hacerlo. Es mucho más barato que desencadenar una guerra…y no creo que el suministro de petróleo se interrumpiera».

Sólo hay dos maneras de impedir el ascenso de Chávez como «nuevo Abdullah de las Américas». Primero, la opción desagradable: reducir el precio del petróleo a menos de 30$ el barril. Eso haría que el petróleo de Chávez no valiera nada. O, segunda opción: matarlo.

Entrevista

Pregunta: Sus oponentes dicen que está usted poniendo en marcha una dictadura a cámara lenta. ¿Es eso lo que estamos presenciando?

Hugo Chávez: Llevan mucho tiempo diciendo eso. Cuando se les acaban las ideas, cualquier excusa es válida para sustentar sus mentiras. Eso es totalmente falso. Quisiera invitar a los ciudadanos de Gran Bretaña y los Estados Unidos y a los ciudadanos de todo el mundo a que vinieran a Venezuela y se pasearan libremente por las calles, a que hablaran con quien quisieran, a que vieran la televisión y leyeran los periódicos. Estamos construyendo una verdadera democracia con derechos humanos para todos, derechos sociales, educación, asistencia sanitaria, pensiones, seguridad social y puestos de trabajo.

Pregunta: Algunos de sus oponentes han sido acusados de haber aceptado dinero de George Bush. ¿Los enviará usted a la cárcel?

Chávez: No me compete a mí decidir. Contamos con instituciones que se encargan de esas cuestiones. Esas personas han reconocido que recibieron dinero del gobierno de los Estados Unidos. Compete a la fiscalía decidir lo que debe hacerse, pero la verdad es que no podemos permitir que los Estados Unidos financien la desestabilización de nuestro país. ¿Qué ocurriría si nosotros financiáramos a alguien en Estados Unidos para que desestabilizara el gobierno de George Bush? Sin duda esa persona acabaría en prisión.

Pregunta: ¿Qué respondería a la acusación de Bush de que usted está desestabilizando la región e interfiriendo en las elecciones de otros países latinoamericanos?

Chávez: El señor Bush no es un presidente legítimo. En Florida, su hermano Jeb eliminó los nombres de muchos votantes negros de las listas electorales. Este presidente es resultado de un fraude y no sólo eso, además está sometiendo a los Estados Unidos a una dictadura: puede encarcelarse a las personas sin cargos, se pinchan los teléfonos sin una orden judicial, se investiga qué libros se toman prestados de las bibliotecas públicas, se arresta a Cindy Sheehan por llevar una camiseta exigiendo la retirada de las tropas de Irak, se trata abusivamente a latinos y negros. Si hablamos de injerencia en otros países, los Estados Unidos van a la cabeza en lo que a intromisión en los asuntos ajenos se refiere: invadieron Guatemala, derrocaron a Salvador Allende, invadieron Panamá y la República Dominicana, participaron en el golpe de estado en Argentina hace treinta años.

Pregunta: ¿Están los Estados Unidos interfiriendo en las elecciones aquí, en Venezuela?

Chávez: Llevan 200 años interfiriendo. Han intentado evitar que ganemos las elecciones, han apoyado un golpe de estado, han pagado millones de dólares a los golpistas, han respaldado medios de comunicación, periódicos, movimientos ilegales, intervenciones militares y espionaje. Sin embargo aquí, el imperio está acabado y creo que antes de que finalice este siglo, estará acabado en el resto del mundo. Seremos testigos del entierro del imperio del águila.

Pregunta: ¿Usted no interfiere en las elecciones de otros países latinoamericanos?

Chávez: Desde luego que no. Yo me ocupo de Venezuela. Ahora bien, lo que está ocurriendo es que algunos movimientos de derechas, por medio de declaraciones infundadas sobre candidatos como Morales (en Bolivia), están haciendo de mí un peón en sus jugadas de política nacional en sus propios países. Dicen que financié la campaña del presidente Lula (de Brasil), lo cual es totalmente falso. Dicen que financié la campaña de Kirchner (de Argentina), lo cual es totalmente falso.
Recientemente, en México, el partido de derechas ha utilizado mi imagen en su propio beneficio. Lo que ha ocurrido es que Latinoamérica está virando hacia la izquierda. Los latinoamericanos se han cansado del Consenso de Washington y su neoliberalismo que ha agravado la situación de miseria y pobreza.

Pregunta: Ha gastado usted por toda Latinoamérica millones de dólares provenientes de la riqueza petrolera de su país. ¿Está de verdad ayudando a otros países o simplemente comprando apoyo político para su régimen?

Chávez: Somos todos hermanos y hermanas. Esa es una de las causas que desatan la ira del imperio. Usted sabe que Venezuela posee las mayores reservas petrolíferas del mundo, y las mayores reservas de gas del hemisferio, las octavas más importantes del mundo. Hasta hace siete años, Venezuela era una colonia petrolera de los Estados Unidos: todo nuestro petróleo iba hacia el norte y el gas se consumía en los Estados Unidos y no en nuestro país. Ahora estamos diversificando. Nuestro petróleo ayuda a los pobres: lo vendemos a la República Dominicana, Haití, Cuba, algunos países centroamericanos, Uruguay, Argentina.

Pregunta: ¿Y al Bronx?

Chávez: En el Bronx hemos hecho una donación. En los casos que acabo de mencionar, se trata de relaciones comerciales. Ahora bien, no es libre comercio, tan sólo es comercio justo. También se ha creado un fondo humanitario internacional gracias a los beneficios del petróleo.

Pregunta: ¿Por qué rechazó George Bush su ofrecimiento de ayuda a Nueva Orleáns tras el huracán?

Chávez: Debería preguntárselo a él, pero desde el principio de la terrible catástrofe del Katrina, nuestra gente en los Estados Unidos, como por ejemplo el presidente de CITGO, se desplazaron a Nueva Orleáns para participar en las labores de rescate. Estábamos en contacto permanente con Jesse Jackson a través del teléfono, alquilamos autobuses, ofrecimos agua y comida, tratamos de proteger a la gente: son nuestros hermanos y hermanas, da igual si son africanos, asiáticos, cubanos, lo que sea.

Pregunta: ¿Está usted sustituyendo al Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en su papel de «papá rico»?

Chávez: Desearía que el FMI y el Banco Mundial desaparecieran pronto.

Pregunta: ¿Y que hubiera un Banco Hugo en su lugar?

Chávez: No, un Banco Humanitario Internacional. Simplemente estamos creando una alternativa para los intercambios financieros. Una alternativa basada en la cooperación. Por ejemplo: enviamos petróleo a la refinería de Uruguay y nos están pagando con vacas.

Pregunta: Leche por petróleo.

Chávez: Así es. Leche por petróleo. Los argentinos también nos pagan en vacas y nos ofrecen equipos médicos para la lucha contra el cáncer. Se trata de una transferencia de tecnología. También intercambiamos petróleo por tecnología de software. Uruguay es uno de los mayores productores de software. Estamos rompiendo con el modelo neoliberal. No creemos en el libre comercio. Creemos en el comercio e intercambio justos, no en la competencia sino en la cooperación. No estoy regalando el petróleo, simplemente estoy utilizándolo para beneficio de nuestra gente, para aliviar la pobreza. Durante un siglo, hemos sido uno de los mayores productores de petróleo del mundo pero nuestra tasa de pobreza era del 60%. Ahora estamos pagando una deuda histórica.

Pregunta: Hablando del libre mercado, usted ha solicitado a compañías petroleras estadounidenses el pago de impuestos atrasados, ha eliminado los contratos con empresas norteamericanas, británicas y europeas. ¿Está usted tratando de librar a Venezuela de la presencia de las compañías americanas y británicas?

Chávez: No, no queremos que se vayan y no creo que ellos quieran irse tampoco. Nos necesitamos mutuamente. Lo único que ocurre es que hemos recuperado la soberanía sobre nuestro petróleo. No pagaron sus impuestos. No pagaron royalties. No dieron cuenta de sus acciones al gobierno. Tenían más terreno que el estipulado por contrato. No cumplían con los intercambios tecnológicos acordados. Contaminaban el entorno y no contribuían en absoluto para recuperarlo. Ahora tienen que cumplir la ley.

Pregunta: Ha dicho usted que se imagina el precio del petróleo alcanzando los 100$ el barril. ¿Tiene usted intención de servirse de su riqueza petrolífera para sacarle el jugo al planeta?

Chávez: No, no. No queremos sacarle el jugo a nadie. Somos nosotros los que hemos sido exprimidos hasta la última gota. Quinientos años estrujándonos y asfixiándonos, a los pueblos del Sur. Creo que la demanda está creciendo y la oferta se reduce, y que las grandes reservas se agotan. Pero eso no es culpa nuestra. En el futuro, debe de llegarse a un acuerdo entre los grandes consumidores y los grandes productores.

Pregunta: ¿Qué pasará cuando se agote el dinero del petróleo, cuando baje el precio –como acaba haciendo siempre-? ¿La revolución bolivariana de Hugo Chávez simplemente se desplomará cuando se acabe el dinero para financiar las rondas generales a cuenta de la casa?

Chávez: No creo que se desplome. En el improbable caso de que el petróleo se agotara hoy, la revolución sobreviviría, pues no sólo se apoya en el petróleo para su supervivencia. Hay una voluntad nacional, una idea nacional, un proyecto nacional. Sin embargo, en la actualidad estamos implantando un programa estratégico, el Plan «Siembra el Petróleo»: se trata de usar la riqueza del petróleo para que Venezuela pueda convertirse en un país agrícola, una destinación turística y también en un país industrializado con una economía diversificada. Estamos invirtiendo miles de millones de dólares en infraestructuras: generadores de electricidad que utilizan la energía termal, una red ferroviaria, carreteras, autopistas, nuevas ciudades, nuevas universidades, nuevas escuelas; estamos recuperando la tierra, fabricando tractores y ofreciendo préstamos a los agricultores. Un día ya no tendremos petróleo, pero estaremos en el siglo XXII. Venezuela tiene petróleo para los próximos 200 años.

Pregunta: Pero la revolución podría terminar si hubiera otro golpe de estado y tuviera éxito. ¿Cree que Bush está todavía intentando derrocar a su gobierno?

Chávez: Le gustaría, pero una cosa es lo que uno quiere y otra muy distinta lo que uno puede.

Publicado en The Progressive
6 de julio de 2006.