“Ahora, váyanse a la mierda” (*). Por el personaje que la pronunció y la circunstancia en que la frase fue expresada, el destinatario bien pudo ser alguno –la mayoría, quizás todos- de los 600 participantes de esa reunión y no cargosos en busca de un autógrafo de un Premio Nóbel de literatura: apenas arribado de La Habana, donde estuvo y se fotografió con Fidel Castro, Gabriel García Márquez se hizo presente en la asamblea de la SIP en su propia casa, Cartagena, más tarde de lo previsto, cuando ya su ausencia del día anterior había dado pie para todo tipo de interpretaciones.
Y dejó caer esas palabras que en estas líneas no buscarán otro tipo de precisión, solo que fueron dichas cuando el periodista y escritor colombiano se disponía a almorzar, después de la clase magistral del multimillonario Bill Gates, en lo que pareció ser su principal gesto hacia quienes lo habían invitado.
Es que la nueva realidad de la región les duele demasiado a los dueños de la comunicación y se les nota demasiado. El documento final es un reflejo de por donde anduvo la preocupación de los patrones mediáticos durante los cuatro días del encuentro. Antes de Cartagena y en su transcurso, voces nerviosas, inquietas, destempladas, ridículas y profundamente mentirosas se dedicaron a atacar al monstruo.
Sin contemplaciones Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y algo de Argentina fueron nombradas cual representaciones del demonio, que ponen al borde del abismo a sociedades enteras por su ataque al “periodismo libre”, “independiente”, a la “libertad de prensa” y, lo que es peor, sin que esas sociedades se den por enteradas.
Intelectuales orgánicos del capitalismo dominante, los miembros de la SIP no reparan (dando muestras de una mediocridad cuya prosapia no les debería permitir) en palabras, y actitudes amenazantes a la hora de intentar demostrar donde está la lacra de la actual etapa de la humanidad, sin que una sola de esas palabras siquiera roce la miseria, el analfabetismo, la desigualdad, el desempleo, la enfermedad, el desastre medioambiental que provoca el sistema del que son actores principales, beneficiarios y voceros privilegiados.
Apenas 10 líneas, eso sí las primeras, dan cuenta de periodistas muertos, desaparecidos y amenazados, atribuyendo las causas a una vaga “guerra de pandillas y narcotraficantes”.
A partir de allí 40 líneas dan cuenta de Cuba y Venezuela, otras 10 se dedican a Ecuador y Bolivia, 6 advierten acerca de Nicaragua y tres líneas y media a Estados Unidos, mostrando “la preocupación por la confidencialidad de las fuentes” (¡¡¡). Ni Argentina ni Uruguay quedan fuera del dedo acusador.
Se mencionó antes que a esta reunión de los magnates de la SIP se llegó con varios de sus miembros haciendo los deberes, sobre todo en los últimos tres meses, en lo que hace a atacar todo cambio que, en materia comunicacional, se intente para modificar las condiciones creadas en los 90, a partir del consenso de Washington, que impusieron las privatizaciones, las desregulaciones, la eliminación de conquistas históricas obtenidas desde el campo popular, la cooptación del Estado por parte de las transnacionales y sus socios regionales y locales, como instrumentos imprescindibles de la globalización neoliberal.
Los nuevos tiempos, donde la crisis económica, social y política del capitalismo dejó de ser una lectura y diagnóstico de algunos sectores y organizaciones para transformarse en un contundente dato de la realidad, no sólo pone en fuga o incomodidad –alternativas ambas atendiendo procesos similares en la región con relaciones de fuerzas distintas- las estructuras monopólicas u oligopólicas montadas en los planos económicos, políticos y jurídicos por los dueños del dinero sino que crea un campo de disputa en el terreno de la cultura, las ideas y las palabras, apropiadas durante lustros por un pensamiento único.
Por eso, antes de Cartagena de Indias, seis cadenas de televisión de América Latina (Caracol Televisión, de Colombia; Televisión Nacional de Chile; Monte Carlos TV de Uruguay; Ecuavisa de Ecuador; ATB de Perú, y Telefé, de Argentina) rechazaron la decisión soberana del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela de no renovar la licencia de Radio Caracas Televisión (RCTV), que vence el 29 de mayo de 2007 y acusaron a ese gobierno de aplicar “la intolerancia frente a quienes ejercen una actitud crítica de la gestión estatal” y agrega que la determinación “Atenta directamente contra la esencia del sistema democrático”, advertencia que jamás hicieron a RCTV cuando formó parte activa del intento de Golpe de Estado de abril de 2007, uno de los más contundentes argumentos, legal y político, al que apela Venezuela para no renovar esa licencia que en manos privadas permaneció por más de 50 años.
Semanas atrás los irritados fueron los patrones mediáticos ecuatorianos, que habiendo tomado nota de la situación en ese país y del nuevo clima político –adverso, por cierto, a sus intereses- resolvieron firmar una misma nota editorial, que todos ellos (El Comercio, El Universo, Hoy, Expreso, El Correo, El Diario, El Tiempo, El Mercurio, El Norte, La Hora y Mundo Diners) se encargaron de publicar en sus páginas el mismo día, como para que nadie deje de tomar registro.
Después de un contundente triunfo electoral de Rafael Correa, en el que derrotó a la partidocracia, se pronunció en contra de las políticas neoliberales y mostró coincidencias con otros países de la región, los editores de periódicos ecuatorianos afirmaron en su pronunciamiento que “El Estado de Derecho –construcción irrenunciable de la civilización- está en entredicho”, cuando lo que parece estar “en entredicho” es la usurpación de ese Estado que ellos y fuerzas afines a los firmantes realizaron durante décadas, en las que nunca se ajustaron a “normas legales”, ni propiciaron “la unidad nacional”, interpretando a “su arbitrio la Constitución”, propiciando “la división y el choque entre los ecuatorianos”, cargos que hoy depositan en un gobierno flamante, legítima y democráticamente elegido, que, tal como lo prometió, está convocando a una Asamblea Constituyente que refleje de manera acabada la nueva realidad política, donde pasan a tener prioridad los sectores históricamente postergados. Eso es lo que está en “entredicho”.
En Bolivia Evo Morales debió soportar lo suyo. Ataques de todo tipo fueron “atendidos” por el Presidente que acusó a los medios de “discriminar, marginar, humillar y acusar falsamente”, provocando la histérica reacción de los empresarios mediáticos bolivianos y de la SIP, que dijo que “hay inquietantes señales” de deterioro de la libertad de prensa, etéreo ámbito en el que Evo “parece no sentirse cómodo”.
Mientras tanto el Presidente de Bolivia inauguraba una radio comunitaria en Santa Cruz de la Sierra y decía tener “muchos deseos de que en los próximos años también tengamos televisión de los pobres, para que digan su verdad y los pobres podamos educarnos desde esos medios de comunicación”.
De Cuba ya dijeron casi todo. Una forma conceptual diametralmente distinta de hacer periodismo, según la definición del pueblo cubano y de los periodistas cubanos es descalificada profesional e ideológicamente por asumir un compromiso con la verdad y la revolución. Como si los medios del capitalismo no construyeran un tipo de periodismo –mercantil, banal- que defiende los valores de ese sistema, a punto tal de universalizarlos: todo lo que está fuera de su alcance o no existe o merece ser destruido. Lógica capitalista pura.
Eso sí, hubo una excepción. El codirector del diario colombiano El Tiempo y vicepresidente de la SIP, Enrique Santos, dijo que en el país anfitrión “no se conoce ni un solo acto de gobierno que haya atentado contra la libertad de prensa”. A su turno el presidente de Colombia.... Uribe se encargó de destacar sus políticas de seguridad democrática y los problemas que enfrenta ante los “terroristas”, su relación, poco apacible, con sus vecinos (Venezuela, por ejemplo, aunque no lo haya mencionado).
El documento final de la SIP le coloca la frutilla al postre, al destilar macartismo, golpismo y marcada preocupación frente a un panorama donde varios actores nacionales han salido a enfrentar esa impunidad mediática:
. “Las amenazas más típicas contra la libertad de prensa fueron aquéllas que involucraban presión por parte del gobierno. Los casos más sobresalientes fueron los de Cuba y Venezuela, donde el presidente Chávez sigue copiando a las dictaduras latinoamericanas (¿?????) de los años 40”.
· “En Venezuela se lamenta la falta de independencia del organismo judicial, lo que se traduce en el fracaso del Estado de Derecho (¿?????)”
· “Paralelamente a la presión sobre los medios, el gobierno continuó imponiendo su programación ideológica (¡¡¡¡¡) en sus tres canales locales oficiales, su canal Telesur y sus llamadas radioemisoras ‘comunitarias’. El Presidente de Telesur ha declarado que ‘la hegemonía en los medios es una herramienta necesaria para la revolución’ “.
· (El presidente ecuatoriano Rafael Correa) ha atacado a los miembros de la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos calificándolos de ‘corruptos’, ‘inmorales’ y ‘defensores de mafias’. Ha llamado, además, a movilizaciones (¿????) para acosarlos”.
· “La creación (en Bolivia) de una red de radioemisoras comunitarias bajo el modelo venezolano (¿????), así como vagas propuestas de censura que vienen circulando en el Congreso son factores que aumentan el grado de preocupación existente”.
· “Los primeros informes del despacho de (Rosario) Murillo –jefa de comunicaciones del gobierno de Nicaragua que preside Daniel Ortega- exageran los montos gastados en el pasado (por el anterior gobierno, ultraliberal) en los principales diarios privados, lo cual ha causado preocupación por lo que esta señal podría indicar (¿????).
El que crea o interprete en tamaña andanada una celosa defensa del derecho a la información de las sociedades o el que rescate algo del informe con el que pueda coincidir, haciendo abstracción de su intencionalidad política, se ubica en la peligrosa senda donde la complicidad que se dice rechazar con esos sectores da paso a una “objetividad” imposible de sostener: los apropiadores de la comunicación –principal factor de sostenimiento de la hegemonía cultural del capitalismo, en una etapa donde la política y la economía no son su mejor carta de presentación- asumen su rol de agencia de seguridad ideológica regional y planetaria, constituyéndose en la vanguardia opositora a los procesos de cambios, que pueden ir desde rechazar el liberalismo, asumir posiciones anticapitalistas o avanzar en la construcción del Socialismo del siglo XXI.
Eso es lo que hoy –con intensidad diferente- se discute en Latinoamérica, donde las recetas neoliberales, el FMI, el Banco Mundial, el resto de los organismos internacionales ya no significan lo mismo; igual que la comunicación y su valor estratégico, hoy en disputa como no sucedía hace décadas.
Desde ahí hay que entender la campaña de la SIP y sus integrantes y sus reestrenadas preocupaciones, nunca abandonadas pero que ahora necesitan explicitar. Por eso es natural que la próxima reunión se haga, dentro de seis meses, en Miami, cuna de la gusanera cubana y la posterior sea organizada por el Grupo español Prisa, que a través de su buque insignia, el diario El País, lleva a cabo la más escandalosa campaña–por reaccionaria y mentirosa- contra los gobiernos de Cuba y Venezuela.
Periocapitalismo en estado puro. Brutal bloqueo de la verdad, protección salvaje de los pocos que más tienen, criminal negación del derecho a la vida digna de miles de millones.
(*) Frase reproducida en un despacho de la agencia AP, el 19 de marzo de 2007, originado en Cartagena.
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