La tragedia del 79
Alfonso Bouroncle Carreón, Studium, Lima
51 - Cáceres en Chosica
Letelier, en su expedición, no logró ningún dominio sobre las montoneras que se le enfrentaron, en represalia se dedicó, a la par que su compañero, el comandante Bouquet, a la destrucción completa de pueblos y caseríos y asesinato en masa de sus poblaciones, por lo cual, después de la derrota de Sangrar, regresó a Lima, donde a los dos comandantes los sometieron a juicio por orden de Lynch, y condenados a varios años, no por el fracaso de la expedición, pese a que a Tarma amenazó con destruirla si no le pagaba un cupo de cien mil soles y para reforzar su amenaza, hizo disparar a boca de jarro algunos cañonazos contra los edificios de la plaza. La cólera de Lynch fue motivada por el latrocinio efectuado y del cual no dio su parte al general en jefe; se trató de cien mil soles de plata.
El gobierno de la Magdalena, en el mes de mayo, para acrecentar su influencia tanto en el centro como en el norte del país, envió dos expediciones. La primera al mando de Recavarren con 400 hombres en dirección a Ancash, habiendo desembarcado en Casma y, en Huaraz, se plegaron a las fuerzas de Cáceres.
La expedición del centro, comandada por el coronel Miguel Santa María, nombrado prefecto, fue enviado a Tarma con cien hombres y armamentos para otros cien, fueron emboscados y atacados al llegar a Chicla por las fuerzas guerrilleras a mando de Ricardo Bentín y por orden de Cáceres, habiendo capturado el íntegro del contingente y pertrechos que pasaron a formar parte del contingente de La Breña.
Después de ese incidente, Cáceres pasó revista a su gente en Chicla, ejército constituido por tres divisiones de infantería, una brigada de artillería y un escuadrón de caballería, complementado con los servicios de ayudantía de campo, servicio de sanidad e intendencia y pagaduría. Seguidamente avanzó sobre Matucana donde instaló su cuartel general, para enterarse que, el 4 de julio, Letelier había huido hacia Lima por temor a sus fuerzas.
En esas semanas incrementaron los intentos chilenos para asesinar a Cáceres, en unos casos se trató de volar el tren en que viajaba, siendo evitado por la pericia del maquinista norteamericano Wall, unidos por amistad y respeto; en otra oportunidad removieron los rieles. Fracasados esos intentos, Lynch mandó contratar los servicios de un calabrés, Antonio Gilesdoni, conocido asesino y bandido, quien para cumplir su cometido ofreció a Cáceres volar uno de los blindados chilenos a cambio de treinta mil soles, no siendo aceptado. Siguió en su criminal asedio, siendo descubierto finalmente y denunciado en carta de Alberto Larco. Gilesdoni fue identificado casualmente por una frutera, Juanancha, quien escuchó a un oficial chileno sobre el atentado preparado y que Cáceres no se libraría. Llegó la noticia al "Brujo de los Andes", quien hizo llevar al calabrés a su presencia, apostrofándolo de su intento y, el asesino, confesó que debía puñalearlo con el cuchillo que llevaba escondido.
Tratando de eliminar a Cáceres como fuera, Lynch instruyó al coronel chileno León García diciéndole: (156).
"Queda usted autorizado para ofrecer una suma prudente a la persona o personas que entreguen a usted al general Andrés Avelino Cáceres".
La retirada de los chilenos de Chosica, hizo que Cáceres ocupase dicha ciudad en los primeros días de octubre y, el 21 de ese mes, se dio la batalla de Cieneguilla, resultado de la cual, los chilenos abandonaron el campo y se retiraron a Lima.
La acción guerrillera y su actuar en la proximidad de Lima, motivó que el comando enemigo pensara en evacuar la capital en el mes de setiembre, situación que se desprende del comportamiento de los ministros extranjeros, tal como refiere Ricardo Palma: (157).
"Los ministros inglés, francés e italiano convocaron el 29 (agosto) a sus respectivas colonias para organizar la guardia urbana de Lima. Manifestaron a los concursantes que era posible el caso de que las tropas chilenas abandonaran la ciudad, bien fuese porque tuvieran que retirarse llamadas al sur por el Gobierno de Santiago, o porque la actitud de Cáceres obligase a Lynch a formar su cuartel general en Encalada y Santa Clara, y que, en previsión de cualquiera de estos dos casos, tocaba a los extranjeros estar expeditos para la custodia de la población".
Simple coincidencia o confirmando lo anterior, los chilenos quedaron recelosos de cualquier grupo armado dentro de Lima, por la posibilidad que Cáceres los atacara. Lynch dispuso disolver a la pequeña fuerza de Magdalena, para lo cual, en la madrugada del día 5 de setiembre, avanzó sobre ese distrito una fuerza de mil doscientos hombres, rodeó el área del gobierno y procedieron a desarmar a la guardia de celadores, disolverlos y apoderarse de la pequeña dotación de armas y municiones con que contaban. Frente a la protesta de García Calderón, Lynch contestó que se efectuó esa acción, para evitar que esa fuerza pudiera desertar y unirse a La Breña.
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