Una vez más, el metódico y sistemático trabajo periodístico de Miguel Ángel Granados Chapa –defensor, intransigentemente con las armas de la democracia y su republicanismo laico, de la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia– ha contribuido a mantener los derechos duramente conquistados por la nación y la humanidad, para apuntalar a la prensa escrita como contrapoder contra quienes, tras el abuso del poder público, quisieran no ser el blanco de la información, por sus actos y omisiones, como en consecuencia, del análisis de esos hechos por medio de la crítica.
Periodista de toda su vida, rebasando ya los 30 años en el oficio, sobre todo y ante todo, de publicar su columna Plaza pública (1977-2008) para continuar la herencia de Francisco Zarco, el fundador del buen escribir, combatiente por el buen gobierno, el imperio de la ley, Granados Chapa ha cumplido con esos deberes hasta sus últimas consecuencias. Para así seguir renovando los principios teóricos y prácticos del liberalismo político en el contexto del republicanismo democrático.
Ha logrado, con la asesoría y gestión judicial de su abogada Perla Gómez, una victoria más conforme a los fines políticos y de libertades de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Un diputado federal demandó a Granados Chapa y con él al autor del libro La Sosa Nostra. Porrismo y gobierno coludidos en Hidalgo (así como al diseñador de la portada, al fotógrafo que retrató al legislador y a las editoriales que editaron el texto) por daño moral ante un juzgado de lo civil.
Lo que más provocó la ira del diputado fue el prólogo escrito por Granados Chapa. Para encubrir su objetivo involucró a todos los que hicieron posible la publicación. Cuatro años, un mes y 22 días, informó Abel Barajas (Reforma, 25 de septiembre de 2008), se llevó el litigio que absolvió al periodista Granados Chapa. Esto ha generado que el protagonista de La Sosa Nostra (y quienes tras bambalinas estuvieron presionando para lograr una resolución condenatoria contra Granados Chapa) no haya logrado su perverso propósito contra el periodista.
En el segundo capítulo ha de librarse la defensa del autor del libro, Alfredo Rivera Flores y los otros demandados, quienes ya tienen el camino allanado para vencer, en la apelación, al presunto ofendido por daño moral; sea en la instancia superior colegiada del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal o de recurrir al amparo ante la Suprema Corte. Estratégicamente, en términos del proceso jurídico, y conforme a los intereses de La Sosa Nostra, la victoria constitucional de Granados Chapa con su absolución legal deja sin cabeza a la litis.
Ha prevalecido la libertad constitucional y esta medalla prendida en el pecho de Miguel Ángel Granados Chapa (“donde piensa un cerebro y palpita un corazón”) es la victoria que honra a los periodistas y a la prensa, que como el autor de Plaza pública, sabe mantenerse firme ante “las fauces del poder, siempre abiertas para devorar, y su brazo siempre extendido para destruir, si puede, la libertad de pensamiento y de palabra (y no se ha sentido jamás intimidado) por cualquier amenaza que quiera impedir publicar con la mayor libertad todo aquello... sintetizado en la inviolable libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia”.
Revista Contralínea / México
Fecha de publicación: 15 de Octubre de 2008
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