Las proyecciones económicas indican que al finalizar el presente siglo más de la mitad de la población pasará hambre y habitará zonas populosas carentes de agua. De continuar con el actual modelo económico mundial, para 2100 el mundo vivirá una crisis demográfica sin precedentes
Sin adecuado equilibrio entre las capacidades productivas y la redistribución de los resultados económicos, el siglo que transcurre se avizora como de elevada conflictividad e inquietantes expectativas.
Estudios muestran que la mitad de la población actual sufrirá crisis alimentaria en 2100 debido al cambio climático, el cual se pronostica que dañará las cosechas en las zonas tropicales y subtropicales del planeta.
Una investigación de las universidades estadunidenses de Stanford y Washington revela que las temperaturas más cálidas reducirán del 20 al 40 por ciento los rendimientos de cosechas como maíz, arroz y otras directamente relacionadas con la alimentación humana.
También la menor humedad del suelo conducirá a que la disminución sea mayor y afecte más a las zonas geográficas comprendidas entre el sur de Estados Unidos y el de Brasil, y desde el norte de la India hasta el sur de Australia y en África.
En su investigación, realizada en 2009, los académicos advierten que los habitantes de estas regiones se verán obligados “a abandonar sus residencias y dirigirse a otras tierras en busca de comida para sobrevivir”.
Destacan asimismo que la crisis de alimentos afectará a la mitad de los pobladores del planeta, debido a que en el presente el 50 por ciento habita en esas zonas “de riesgo”.
Adicionalmente, consideran que la población podría duplicarse para fines del presente siglo, cuando debe situarse, según ellos, entre 8 mil 400 y 9 mil millones de habitantes.
Otros estudios concluyen que ésta, más incrementada en los dos siglos pasados que en todos los anteriores, registró elevadas tasas de crecimiento en las últimas décadas, con índices de hasta 80 millones por año.
Debido a ello, hoy supera los 6 mil 800 millones, contra 728 millones a mediados del siglo XVIII; 1 mil 171 millones en el siglo XIX, y 2 mil 516 millones hace apenas 60 años.
Según esta progresión, se estima que podría alcanzar los 9 mil 400 millones en 2050 y los 11 mil 200 millones en 2100, lo que provoca alarma ante la necesidad de acelerar un proyecto de desarrollo sostenible.
En su estudio El fin del crecimiento de la población mundial, el Instituto Internacional de Sistemas de Análisis Aplicados (IIASA) de Laxenburg, en Viena, revela que los pobladores del planeta alcanzarán su cifra máxima de este siglo en 2075.
Su análisis, publicado en la revista científica Nature, refleja que a partir de entonces la cantidad de habitantes descendería, hasta situarse en 8 mil 400 millones para 2100, cifra menos elevada que la de otras previsiones.
Esto lo atribuye a procesos relativamente nuevos como la “extensión del retroceso de los índices de natalidad”, lo que considera se ampliará en el mundo, y “a los efectos devastadores” que le prevé al síndrome de inmunodeficiencia adquirida, especialmente en África.
De ahí la preocupación en medios académicos y políticos acerca de la necesidad de que se apliquen estudios científicos y prácticas adecuadas a la previsible explosión demográfica y a la consiguiente crisis alimentaria.
En 2010 los mayores índices de crecimiento se están registrando en países en vías de desarrollo, encabezados por China e India, respectivamente, con 1 mil 347 millones 600 mil habitantes y 1 mil 184 millones 100 mil pobladores, respectivamente.
El IIASA considera a China como un caso especial que aumentará su población a 1 mil 600 millones antes de 2025, pero 25 años después la disminuirá nuevamente a sus cifras actuales, como resultado del desarrollo y de sus políticas.
Científicos sociales insisten en que se requieren sistemas de distribución equitativos y elevaciones de la productividad como resultado del progreso, no como consecuencia de prácticas dañinas, riesgosas y políticamente desestabilizadoras.
Hoy la población mundial se concentra mayormente en las naciones más pobres, donde también son elevadas las carencias y más graves las consecuencias de las crisis, por el subdesarrollo y la desequilibrada distribución de las riquezas.
El Population Reference Bureau, que estudia la demografía, estima que este año la población planetaria superará los 6 mil 866 millones y en 2015 casi alcanzará los 7 mil 270 millones.
Las estadísticas revelan que el crecimiento poblacional continuará siendo explosivo en las regiones más pobres, debido a que, por ejemplo, sólo en el norte de África pasará de 173 a 333 millones en este siglo.
En la llamada África negra o subsahariana se incrementará durante el mismo periodo de 611 millones a 1 mil 500, y en el Oriente Medio de 172 a 413 millones.
Demógrafos estiman tendencias similares para los países del Pacífico pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y para la India, que alcanzará el máximo de población a mediados de siglo y luego también retrocederá.
Aparejado se producirá envejecimiento poblacional en casi todas las regiones, ya que la proporción de mayores de 60 años pasará del actual 10 por ciento al 34 por ciento en 2100, especialmente en el Este de Europa, donde se elevará del 18 al 42 por ciento.
Entre tanto, los 16 países de la Eurozona, con unos 330 millones de habitantes, presentan el Ingreso Nacional Bruto (INB) per cápita más elevado del planeta, ascendente a 33 mil 228 dólares en 2006, y el crecimiento demográfico más estable.
Mundialmente, el promedio de estos ingresos era, en el mismo año, de 8 mil 613 dólares, apenas una cuarta parte del de la zona euro, en aquel caso reducidos por la pequeñez de unos 100 países pobres.
El INB representa el valor de los bienes y servicios producidos por cada país durante un periodo determinado (generalmente un año) y divido entre el número de habitantes, mediante un método de paridad de poder adquisitivo per cápita.
El de Estados Unidos fue entonces de 46 mil 970 dólares, un país con 306 millones de habitantes y una perspectiva de crecimiento poblacional, según la Oficina del Censo, de 571 millones para 2100.
El más alto INB en el mundo es de 39 mil 345 dólares y el más bajo de 524, un abismo que se revela creciente, en correspondencia con la evolución mundial.
Para Latinoamérica, la expectativa de crecimiento poblacional es que el número de habitantes se eleve de los cerca de 550 millones actuales a 708 millones en 2025; a 840 en 2050, a 904 en 2075; y a 933 en 2100, cuando casi se duplicará.
También el envejecimiento poblacional, según estadísticas de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), será considerable en esta región, debido a que la cantidad de habitantes con 60 años o más pasará del 8.8 por ciento en el año 2000 al 23.6 por ciento en el 2050, un ascenso equivalente a 171 millones de personas.
En el mismo periodo, el número de jóvenes se reducirá en 17 por ciento, de modo que para 2050, la población adulta superará en 30 por ciento a la joven, cuando América Latina esté habitada por 840 millones.
La Cepal considera que “el envejecimiento de la población es el principal fenómeno demográfico de la época en la región”, por lo que resulta “importante reflexionar e incluir la perspectiva demográfica en la planificación del desarrollo y las políticas públicas”.
Cuba equiparará en 2010 el número de mayores de 60 al de menores de 15 años, para ser el país más envejecido de la región, condición que mantendrá en 2050, con cuatro adultos mayores por cada niño.
Contrariamente, en 2009, unos 1 mil niños morían cada semana en Malí por causas relacionadas con la desnutrición.
Por otro lado, cuando se estima que en 2075 la población mundial ascienda a 9 mil millones, casi la mitad será mayor de 60 años.
De ahí que entre los especialistas se produzca alarma por la contradicción que se refleja entre demografía y economía, ambas polarizadas y aparentemente contradictorias, aunque las políticas adecuadas las podrían equilibrar.
Mientras en Occidente el crecimiento poblacional es negativo en muchos países, en el Tercer Mundo seguirá siendo explosivo y dará lugar a graves problemas migratorios, debido a la presión demográfica.
De ahí el reclamo a encontrar fórmulas económicas, demográficas y políticas que establezcan el equilibrio, en un siglo que se pronostica como de crisis en perspectiva.
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