Contrario a los anuncios de que “la crisis ya terminó”, el desempleo en el mundo va en aumento. El problema para todas las regiones económicas es que no sólo no se recuperan los trabajos perdidos en 2009, sino que en 2010 se siguen perdiendo
Como consecuencia de la crisis económica, el desempleo continúa ocasionando en 2010 graves consecuencias a los trabajadores de la Unión Europea (UE), Estados Unidos y gran parte de Latinoamérica y el Caribe, en menor medida.
El mexicano José Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), declaró a fines de 2009 que la magnitud de la desocupación seguirá aumentando en 2010, cuando rozará el 10 por ciento y equivaldrá a 25 millones de desplazados más que en 2007.
Al presentar su informe Perspectivas del empleo, aseguró entonces que “la crisis financiera y económica” se había “convertido rápidamente en una crisis del desempleo”, el cual había pasado de una tasa del 5.6 por ciento en julio de 2007 a un récord del 8.5 en 2009.
Ello significaba “15 millones de desocupados más”, según previsiones de la OCDE, que reúne a los 30 países más desarrollados, a los cuales corresponderá este año un total de 57 millones de desempleados.
Auguró asimismo que la desocupación afectará a los cuatro grupos “más vulnerables” de la población mundial, correspondientes a jóvenes, inmigrantes, trabajadores temporarios y mujeres.
Sin recurrir a falsas expectativas, pronosticó entonces que todavía “lo peor de la crisis” estaba por venir, particularmente en Francia, Italia y Alemania.
En cuanto a España, consideró que la tasa de desempleo, que rondaba el 18 por ciento, seguiría subiendo, debido a la necesidad de que el país “cambie su modelo productivo” basado en la construcción, las infraestructuras y el turismo.
Tales previsiones se concretan hoy, cuando la Unión Europea y Estados Unidos mantienen una grave situación laboral, al extremo de que los 27 países de la primera presentan una desocupación del 9.5 por ciento y el segundo se encuentra en torno al 9.7 por ciento, situación semejante a la europea.
Así, los países industrializados no presentan indicios de recuperación en este orden, sino de mayor deterioro, agravado por los precios del petróleo, que estimulan un efecto inflacionario en los alimentos primarios.
El Instituto Nacional de Estadísticas de Francia, cuyo producto interno bruto (PIB) cayó en 2.2 por ciento en 2009, considera que ello se debió al desempleo y a “los inconvenientes del poder adquisitivo” en los hogares, su tradicional impulsor del crecimiento económico.
Grecia ensaya ahora austeridad para controlar su crisis fiscal –muy superior a la pactada para la zona del euro– y continúa dependiente del apoyo del resto de la UE, luego de lanzar su paquete interno por 6 mil 500 millones de dólares.
Según las autoridades, serán obtenidos a partes iguales mediante recortes en el gasto público y aumentos en los impuestos.
Ello se traducirá en una elevación del 21 por ciento en el impuesto al valor agregado, una reducción del 30 por ciento en bonificaciones salariales y en el congelamiento de las pensiones al sector público, durante un año.
A inicios de marzo, el gabinete griego respaldaba estas medidas, que afectan al sector laboral, con el argumento de que “toda Europa se vería amenazada” de no tomarse “decisiones arriesgadas y valientes” para respaldar su elevada deuda pública.
De lo contrario, el euro se vendría a pique como consecuencia de la desconfianza de inversores y ahorristas, y podría generar grandes problemas en los 16 países de la moneda única, sobre todo en aquellos con el agro como principal fuente de divisas.
La situación helénica, la peor entre un grupo que incluye a España, Portugal e Irlanda, ya ha comenzado a afectar al euro.
Analistas consideran evidente que, para auxiliar a este país, los demás miembros de la UE tienen que hallar un equilibrio entre impedir una catástrofe de mayores proporciones, por una parte, y no castigar lo suficiente, por la otra, a sus miembros “proclives a gastar en exceso”.
En el fondo, todo conduce a un mayor liberalismo económico con medidas restrictivas de indudables consecuencias sociales y efectos económicos muy negativos.
Debido a que el desempleo crece y los despidos son una práctica cotidiana, en momentos en que las cifras oficiales de desempleados superan el 10 por ciento y las de los sindicatos la del 12 por ciento, se ha desencadenado en los últimos tiempos un intenso e incontenible movimiento huelguístico en Grecia.
Estados Unidos, por su parte, refleja fluctuaciones en las solicitudes semanales de subsidios por desempleo, pero con un agravamiento de las peticiones continuadas, que crecen últimamente en cifra superior a la esperada.
A propósito de ello, la Reserva Federal se muestra muy preocupada, debido a que “el nivel actual del desempleo oculta el problema” creciente de la desocupación a largo plazo.
En declaraciones del 30 de marzo pasado, un vocero de la institución financiera estadunidense pronosticó que la tasa de desocupación estará por encima del 9 por ciento a fines de 2010, aunque podría declinar hacia 2011, en dependencia de la evolución de la crisis.
Dominique Strauss-Kahn, director general del Fondo Monetario Internacional, consideró en este orden de cosas que “la mayor parte de las economías avanzadas y algunas emergentes sufrirán un aumento del desempleo en los próximos 10 o 12 meses”, refiriéndose al presente año.
Añadió que “es difícil afirmar que la crisis ha terminado cuando el paro crece”, aunque “el papel de China, no sólo en términos de crecimiento, sino también a la hora de corregir los desequilibrios de la economía global, será muy destacado en los próximos años”.
La Comisión Europea reconoce, por su parte, que la crisis está golpeando a su economía más fuerte de lo previsto y calcula que el PIB de los países integrantes de la zona del euro se contraerá este año 1.9 por ciento y que en los 27 de la UE lo hará en 1.8 por ciento.
Como consecuencia, el desempleo alcanzará el 10.2 por ciento en la eurozona y el 9.5 en la UE completa, cifras ambas considerablemente superiores a las del año pasado.
El país más afectado, España, elevó en febrero a 4 millones 130 mil 625 sus desempleados, para un incremento del 2.3 por ciento.
Acerca de ello, la calificadora de riesgo Standard & Poors estima que la desocupación allí sobrepasará el 21 por ciento en 2010, la mayor en el mundo, como efecto combinado de la crisis económica y de sus otras deformaciones.
Se considera que las previsiones de recuperación española son muy complicadas y gravitarán mayormente sobre las condiciones sociales de los trabajadores, enfrentados adicionalmente a la lucha en contra de que se eleve a los 67 años su edad de jubilación.
Globalmente, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló en Ginebra, el 27 de enero pasado, que a fines de 2009 había 212 millones de personas desocupadas en todo el mundo, la mayor cifra jamás registrada.
De acuerdo con el referido reporte de la OIT, los principales afectados son los jóvenes, con el 13.4 por ciento de los desempleados en 2009, para un incremento del 1.6 por ciento respecto de 2008, en un mundo donde 45 millones de hombres y mujeres de esta categoría inician su vida laboral cada año.
Al respecto, la organización reconoció en una pasada cumbre en Ginebra que “cantar victoria demasiado pronto” sobre la conclusión de la crisis sería fatal, pues ello contribuirá a incrementar el desempleo.
En cuanto a la situación de América Latina y el Caribe, el Panorama laboral 2009 de la OIT reflejó que 2.2 millones de personas perdieron sus puestos de trabajo en la región el año pasado y que su cifra de desempleados se elevó a más de 18.1 millones, para un porcentaje del 8.4 sobre el 7.5 del año anterior.
No obstante, se espera, en 2010, un modesto descenso del 0.2 por ciento, debido a una previsible recuperación del PIB en torno al 4.1, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, bajo la influencia de los cambios sociales impulsados por líderes políticos en gran parte de sus países.
Durante una reunión de mediados del año último en Ginebra, la OIT estimó que la recuperación del empleo requeriría entre cuatro y cinco años luego de que se haya superado la crisis económica, un pronóstico que conduce a estimar que la ocupación no mejorará, quizás, antes de ocho años más.
La OIT considera que esto será “sólo para volver al nivel de empleo previo a la crisis”, a pesar de que para absorber los 45 millones de jóvenes que deben incorporarse anualmente se requerirán, en total, 300 millones de plazas laborales hasta 2015. “Existe un gran riesgo”, según Juan Somavía, su director general: “Que ante la existencia de los primeros signos de recuperación de la economía, cantemos victoria”.
La OCDE estima que “la crisis financiera y económica se ha convertido rápidamente en una crisis del desempleo”, el cual pasó “de una tasa del 5.6 por ciento en julio de 2007 a un récord del 8.5 por ciento en 2009”.
Más allá de la crisis económica, el desempleo como fenómeno se debe a las condiciones sistémicas, las cuales no podrán impedir su aumento mundial al 10 por ciento durante 2010, año en el cual equivaldrá a 25 millones de desocupados más que en 2007, con mayor peso entre mujeres y jóvenes, muy decisivos para la vida humana.
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