Mali, país amigo, se derrumba. Los yihadistas avanzan hacia el sur, esa es la urgencia.
Pero no cedamos al reflejo de la guerra por la guerra. Me inquietan el unanimismo de los partidarios de la guerra, la aparente precipitación, la sensación de lo ya visto que despiertan los argumentos de la «guerra contra el terrorismo». Francia no es eso. Veamos las lecciones del decenio de las guerras perdidas, en Afganistán, en Irak, en Libia.
Ninguna de esas guerras ha construido un Estado sólido y democrático. Por el contrario, están favoreciendo el separatismo, [la aparición de] Estados fallidos, la ley implacable de las milicias armadas.
Ninguna de esas guerras ha permitido acabar con los terroristas que pululan en la región. Por el contrario, legitiman a los más radicales.
Ninguna de esas guerras ha permitido [instaurar] la paz regional. Por el contrario, la intervención occidental permite a todas las partes evadir sus propias responsabilidades.
Peor aún, esas guerras son un engranaje. Cada una de ellas crea las condiciones para la siguiente. Son batallas de una misma y única guerra que sigue extendiéndose, desde Irak hasta Libia y Siria, desde Libia hasta Mali, inundando el Sahara de armas contrabandeadas. Hay que poner fin a ese proceso.
En Mali no existe ninguna de las condiciones necesarias para el éxito.
Lucharemos a ciegas, porque no existe un objetivo de guerra. Detener el avance de los yihadistas hacia el sur, reconquistar el norte del país, erradicar las bases de al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), cada una de esas metas representa una guerra diferente.
Lucharemos solos, porque no existe un interlocutor maliense solido. Derrocamiento del presidente en marzo y del primer ministro en diciembre, derrumbe de un ejército maliense dividido, debilidad generalizada del Estado. ¿En quién vamos a apoyarnos?
Lucharemos en el vacío, porque no hay apoyo regional sólido. La Comunidad de Estados de África Occidental se mantiene en retirada y Argelia ha expresado sus reservas.
Sólo un proceso político puede llevar la paz a Mali.
Se necesita una dinámica nacional para reconstruir el Estado maliense. Apostemos por la unión nacional, por la presión sobre la junta militar y por un proceso de garantías democráticas y del Estado de derecho a través de sólidas políticas de cooperación.
Se necesita también una dinámica regional, movilizando al actor central que es Argelia y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) a favor de un plan de estabilización del Sahel.
Se necesita, finalmente, una dinámica política para negociar aislando a los islamistas, incorporando a los tuaregs a una solución razonable.
¿Cómo ha podido el virus neoconservador apoderarse así de todas las mentes? No, la guerra no representa a Francia. Ya es hora de poner fin a todo un decenio de guerras perdidas. Hace casi exactamente 10 años, estábamos reunidos en la ONU para intensificar la lucha contra el terrorismo. Dos meses más tarde comenzaba la intervención en Irak. Nunca he dejado, desde entonces, de implicarme a favor de la solución política de las crisis y en contra del círculo vicioso de la fuerza.
Hoy nuestro país puede abrir el camino para salir del callejón sin salida de la guerra, si concibe un nuevo modelo de compromiso, basado en las realidades de la historia, en las aspiraciones de los pueblos y en el respeto de las identidades.
Esa es la responsabilidad de Francia ante la historia.
Fuente: Le Journal du Dimanche (Francia)
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