Nos cupo en suerte, el 17 de los corrientes, denunciar en el programa Todo se sabe que conduce Milagros Leiva, cómo el 2007 y 2011 y en virtud de Memorandos de Entendimiento Aéreo con Chile, emanados desde la DGAC (Dirección General de Aviación Civil) y el ministerio de Transportes y Comunicaciones, (MTC), embas entidades estatales sin jerarquía constitucional, Perú durante el gobierno de Alan García Pérez, regaló la soberanía aérea a Lan Chile. (Alan García obsequió soberanía aérea del Perú)
Los principales responsables: el ex presidente Alan García Pérez, el ex ministro Enrique Cornejo Ramírez; los que fueron parlamentarios del Congreso entre 2006-2011; los embajadores José Antonio García Belaunde y Gonzalo Gutiérrez Reinel, canciller y vicecanciller de entonces; el 90% de programas televisivos y diarios o medios de comunicación nacional, han guardado ominoso y vergonzante silencio. En Perú las traiciones, a condición que sean soterradas y discretas, se pasan, casi siempre, por alto.
Importante subrayar que el FUP-Partido del Pueblo, en comunicado escrito y reproducido en Diario Uno, condenó la tropelía y, Todo se sabe continuó con el tema, dando espacio al abogado Julián Palacín que abundó en detalles de cómo fue la claudicación del gobierno de García Pérez y los aludidos. En el Congreso, el parlamentario Yonhy Lescano empezó a circular una moción puntual contra los hechos denunciados.
Todo parece indicar que empieza a hacerse notorio e indignante que lo estipulado en el Memorándum de Entendimiento Aéreo del 2011, es lesivo contra la soberanía del Perú. Por tanto, el esfuerzo parlamentario tendería, por unanimidad, a cancelar el mamarracho y a la no renovación de licencias aeronáuticas que se vencen o están por vencerse.
No podemos dar por descartado que regios y almidonados estudios de abogados, especializados en regalar, vía concesiones o contratos mañosos, las riquezas no renovables del Perú, estén dispuestos a enjuiciar al Estado y teniendo como clientes a los “afectados”, la empresa de Sebastián Piñera, Lan, que se pasea como Pedro por su casa, sin pagar tributos y gozando de segmentos de quinta libertad sin ninguna reciprocidad para el Perú.
Lo anterior significaría, en buen y simple cristiano que todo lo allí ilegalmente concedido en el Memorándum 2011, frecuencias aéreas, segmentos de quinta libertad para que se recoja carga y pasajeros desde Lima hacia otros destinos, vuelvan a manos del Estado y ya se verá a quién o a quiénes se las da, con otros términos más igualitarios y rentables.
Lan perdería la autorización para volar, eventualmente, mientras que dure la renegociación a la que tiene que ir de todas maneras, a menos que a algún loco se le ocurra rentable perder este valioso mercado central (Lima) y todos los vuelos domésticos.
Cancillería del Perú, pondría, como no puede ser de otro modo porque es su fuero y competencia fundamental, un equipo de negociadores capaces de no hesitar en la defensa del Perú y de lograr un buen y duradero acuerdo con Lan o con otras líneas que se interesen por el mercado peruano.
Resulta fundamental que una política de Estado, tal como fue claramente reconocida el 2003 con Wagner y el 2015 en las comunicaciones de la Canciller Sánchez a la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, para los próximos 100 años, unifique el sentimiento de autoestima, igualdad, triunfo político y aeronáutico y la nada desdeñable Defensa Nacional con una práctica moderna, rentable, sostenible y sin desmedro, de la soberanía del Perú en su trato con cualquier empresa del rubro.
Ciertamente hay que descartar, desde el principio, la participación de todos los que vienen dando, desde décadas atrás, muestras evidentes y proditoras de un comportamiento contra el Perú. Los enemigos no están fuera, no pocas veces, los servilismos de adentro fueron más letales y cómplices, con los intereses foráneos. Y lo acontecido durante el gobierno de Alan García Pérez así lo prueba. Su silencio los condena a ser parte de los vendepatria.
Pocas veces ha tenido Perú una oportunidad tan clara e inobjetable de ejercer su soberanía política y aérea. Requiérese unidad y entereza, sincera vocación moderna y nacionalista en pro de la convivencia y el desarrollo pacífico con otras naciones.
No serán los grandes estudios de abogados y, mucho menos, los desprestigiados políticos entreguistas, los que decidan la construcción de un Perú libre, justo y culto, como es el anhelo de 30 millones de peruanos.
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