No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena.
Martin Luther King.
La política y el amor a veces coinciden a muy altos planos. Quien crea que es asunto sencillo, se equivoca ¡totalmente!
Angélica Rivera, actriz mexicana de trayectoria importante jamás soñó con interpretar un papel donde se volvería la antagonista del amor de sus compatriotas, porque si bien tuvo cariño y seguidores que de repente hicieron ganar a Enrique Peña Nieto, éste fue desapareciendo con los mayúsculos errores de su controversial esposo.
De igual forma Melania Trump, que emigró de Europa para tener un futuro mejor, sin imaginar que uno de los hombres más ricos de Estados Unidos terminaría siendo su esposo y, más aún, que ella quedaría en la historia como una primera dama tal como lo fueron Jacqueline Kennedy Onassis y Eleanor Roosevelt, solo que Melania está muy lejos de ser la mujer complaciente y sumisa, se la ve distante, de estilos sobrios, más bien destila rebeldía al caminar, puesto que sus poros respiran pura belleza y sensualidad.
Ambas muy bellas y no dudo de su inteligencia son muy fuertes, porque hay que tener corazón de acero para sobrevivir como cónyuge de un político en el inframundo del engaño, apariencia e hipocresía.
Estar casada con un político, no es estar en un mundo de brillos y lentejuelas, no lo es en absoluto, aunque el mundo de la farándula y artístico ha decidido incursionar y formar parte de este submundo, no todo es color rosa, aunque por algunas tendencias muy secretas de muchos hombres que por fuera se hacen los muy varoniles, muchos de ellos, casados, con hijos y hasta con nietos, en el fondo viven una doble vida y sin ningún ánimo de discriminar a nadie, todos son libres de vivir su sexualidad en máxima plenitud pero sin mentiras, medias tintas o a medio vivir.
Sonreír mientras le invade el deseo más negro a quien saludas, el abrazo fraterno cuando lo que quieren es clavarte un puñal, la mano tendida cuando lo que sueñan es escupir a su homólogo de otro partido y país, donde la traición y la inmisericordia, están a diestra y siniestra y prevalecen el odio, crueldad y ganas de obtener más y más poder.
¿Qué podemos decir de la impresionante esposa del presidente francés, Emmanuel Macron?, una mujer veinte y más años mayor que él, que ha logrado conservar a su esposo trabajando a su lado y haciéndola formar parte de su equipo, el tiempo va a pasará y finalmente absolverá nuestras dudas de si fue amor verdadero lo que los unió o solo fue un acuerdo donde prevalecieron ciertos intereses. Los años nos harán ver si el presidente no se involucró con su asistente, su contadora, su asesora, su estilista, su secretaria o su abogada.
Finalmente los extravagantes Ollanta Humala y Nadine Heredia, al margen de supuestos actos de corrupción, ¿qué le sabía la ex primera dama a su esposo que lo tenía agarrado del cogote?, manipulado cómo a un zombi y, como manifiestan muchos, fue ella quien gobernó, manejó el país, poniendo a sus primas, amigas y empleadas en puestos claves e importantes para hacer jaque mate y complicarnos la vida a todos.
Lejos de diamantes y las marcas de diseñador, al igual que en la serie Juego de Tronos, se pelea día a día por seguir en el nauseabundo mundo del control, ¿el por qué? Aún no he logrado descifrar la respuesta, lejos han quedado gente como Martin Luther King y Mahatma Gandhi quienes, a su manera, ejercieron liderazgo diáfano y sincero.
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