Contrariamente a la idea generalizada, lo que se ha dado en llamar «Rojava» no es un Estado para el pueblo kurdo sino una obsesión francesa surgida en el periodo que separó las dos guerras mundiales. Francia quería utilizar a los kurdos para fabricar un Estado similar al Gran Israel que habría de crearse utilizando a los judíos. Los presidentes Sarkozy, Hollande y Macron reactivaron aquel proyecto, yendo hasta la limpieza étnica que habría que realizar en la región.
Con excepción del proyecto del príncipe Rewanduz, el pueblo kurdo nunca defendió un sueño de unificación. En el siglo XIX, aquel príncipe se inspiraba en la concepción alemana de la Nación siendo su objetivo prioritario la unificación lingüística. Sin embargo, los kurdos actuales siguen hablando varias lenguas, lo cual determina la existencia de diferencias muy marcadas entre los clanes que hablan kurmanji, sorani, zaza o gurani.
Según documentos hasta ahora no utilizados en la realización de estudios –documentos sobre los cuales el intelectual libanés Hassan Hamadé está escribiendo un libro sorprendente–, en 1936 el presidente del Consejo de Ministros de Francia, Leon Blum, negoció con el jefe de la Agencia Judía, Chaim Wiezmann, y con los británicos la creación de un Gran Estado de Israel, desde Palestina hasta el Éufrates, abarcando por tanto el Líbano y Siria, entonces bajo mandato francés. Aquel proyecto fracasó al encontrar la feroz oposición del Alto Comisionado francés en Levante, el conde Damien de Martel. Francia –y probablemente el Reino Unido– planeaban por entonces crear un Estado kurdo en Siria, al este del Éufrates.
La cuestión kurda volvió a convertirse en prioridad para Francia bajo el mandato del presidente Francois Mitterrand. En plena guerra fría, la esposa del presidente, Danielle Mitterrand, se convirtió en la «madre de los kurdos» [del clan Barzani]. En octubre de 1989, la señora Danielle Mitterrand organizó en París, los días 14 y 15, un coloquio sobre el tema «Los kurdos: identidad cultural y respeto de los derechos humanos». Durante la guerra entre Irak e Irán, la esposa del presidente francés desempeñó un papel en la atribución falaciosa de la muerte de los kurdos de la aldea de Halabja a la crueldad del presidente iraquí Saddam Hussein cuando en realidad los informes del ejército de Estados Unidos demuestran que todo se debió a que el viento empujó inesperadamente hacia aquella aldea el gas –utilizado por los iraníes [1]. En 1992, la señora Mitterrand participó en la creación de un gobierno títere kurdo en la zona iraquí ocupada por los anglosajones.
En 2011, bajo la presidencia de Nicolas Sarkozy, el entonces ministro francés de Exteriores, Alain Juppé, concluye con Turquía un protocolo secreto para la creación de seudo Kurdistán, en suelo sirio. En aquel momento, Siria no reacciona. Más tarde, el 31 de octubre de 2014, el presidente francés Francois Hollande recibe oficialmente, en la sede de la presidencia, al primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan al mismo tiempo que recibe –extraoficialmente– al copresidente del PYD (Partido de la Unión Democrática), formación política kurda creada en Siria. El objetivo de este encuentro tripartita organizado por el presidente de Francia es planear el desmembramiento de Siria. A partir de ese momento, los combatientes kurdos dejan de considerarse sirios e inician la lucha armada por la creación de su propio país. Siria suspende de inmediato el pago de los salarios que habían recibido hasta entonces por su participación en la defensa de la tierra siria que les había concedido su nacionalidad.
Pero, pocos meses después, el presidente estadounidense Barack Obama decide meter a Francia en cintura. Obama estima que Francia no tiene derecho a negociar la creación de un seudo Kurdistán en función de sus viejos sueños coloniales. Sólo el Pentágono puede hacerlo, basándose en las premisas étnicas definidas en la estrategia Rumsfeld/Cebrowski. El presidente francés Francois Hollande se pliega a la decisión del presidente de Estados Unidos y recibe oficialmente en París una delegación kurda proestadounidense de combatientes provenientes de Ain al-Arab –la ciudad siria que la prensa occidental designa como «Kobane» (nombre que, por cierto, no viene de ninguna lengua kurda sino del alemán).
Turquía, en cambio, se niega a someterse a Washington. Se abre así una larga divergencia entre miembros de la OTAN. Considerando que el cambio de casaca de Francia constituye una violación del acuerdo secreto franco-turco del 31 de octubre de 2014, los servicios secretos de Turquía organizan –con la complicidad de los yihadistas del Emirato Islámico (Daesh)– los atentados perpetrados contra Francia, el 13 de noviembre de 2015, y el 22 de marzo de 2016 contra Bélgica, país que acababa de alinearse tras la política de Washington [2]. El presidente Erdogan incluso anuncia sin ambages los atentados contra Bélgica, atentados que la prensa turca reivindica. Finalmente, el dirigente kurdo Salih Muslin impone un servicio militar obligatorio para los jóvenes kurdos y comienza a organizar su dictadura (Francia le había prometido la presidencia del nuevo «Kurdistán») mientras que el gobierno de Turquía emite contra él una orden de arresto.
En octubre de 2015, el Pentágono crea las «Fuerzas Democráticas Sirias» (FDS), que se componen esencialmente de mercenarios kurdos turcos y sirios, con la inclusión de algunos árabes sunnitas y cristianos. El objetivo de la creación de las FDS es realizar en el norte de Siria una limpieza étnica sin que la responsabilidad recaiga en las fuerzas estadounidenses. Las FDS expulsan a las familias árabes y a los cristianos asirios de las regiones donde siempre habían vivido mientras que combatientes kurdos provenientes de Irak y de Turquía se instalan en las casas de los expulsados y toman posesión de sus tierras. El arzobispo católico siriaco de Hasaka-Nisibe, monseñor Jacques Behnan Hindo, testimonia en varias ocasiones que diferentes líderes kurdos hablaban ante él de un plan de expulsión de los pobladores cristianos de los territorios sirios designados como «Rojava». Las fuerzas especiales francesas asisten impasibles a la aplicación de ese plan de expulsión y desplazamiento de poblaciones, que constituye un crimen de guerra.
El 17 de marzo de 2016, los líderes kurdos proclaman la autonomía de «Rojava» (el seudo Kurdistán sirio) [3]. Temiendo que las zonas reclamadas en Siria por el PKK [4] lleguen a conectarse territorialmente con el Kurdistán iraquí gobernado por el clan Barzani –lo cual abriría el camino a la creación de un «Gran Kurdistán»–, el gobierno de Irak envía armamento al PKK para que este derroque al clan Barzani. Se inicia entonces una serie de asesinatos de dirigentes kurdos perpetrados por clanes kurdos que luchan entre sí.
A finales de 2016, la retirada parcial de las fuerzas rusas, seguida de la liberación de la ciudad siria de Alepo por las tropas del gobierno sirio, dan inicio a un giro decisivo en el curso de la guerra. Esos hechos coinciden, en enero de 2017, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. El programa electoral de Trump prevé poner fin a la estrategia Rumsfeld/Cebrowski, al apoyo que Estados Unidos aporta a los yihadistas y la retirada de las fuerzas militares estadounidenses presentes en Siria.
Francia facilita entonces el traslado a Siria de jóvenes anarquistas que lucharán junto a los grupos armados kurdos con la convicción de estar defendiendo el sueño de independencia del pueblo kurdo [5]. A su regreso de Siria, esos jóvenes anarquistas resultarán en Francia tan incontrolables como los yihadistas franceses. Según la DGSI (la inteligencia francesa para la seguridad interna) fue uno de esos anarquistas que había luchado en Siria junto a los kurdos quien trató de derribar un helicóptero de la Gendarmería francesa durante la realización de una operación de las fuerzas de orden público en Notre-Dame-des-Landes [6].
En junio de 2017, el presidente Trump autoriza una operación conjunta de las FDS –los mercenarios proestadounidenses– con las tropas del ejército gubernamental de la República Árabe Siria para expulsar a los yihadistas de la ciudad siria de Raqqa, convertida en capital de Daesh [7]. La guerra ha terminado, pero Francia y Alemania se niegan a aceptar su derrota.
Estados Unidos va perdiendo interés en las YPG-FDS, que se convierten así en juguete de Francia, exactamente igual que la Hermandad Musulmana, controlada por el Reino Unido.
La agencia oficial turca de noticias Anadolu publica entonces un mapa con la ubicación geográfica exacta de las bases militares secretas de Francia en «Rojava». Se trata en total de 9 bases, una instalada bajo el mandato del hoy ex presidente Francois Hollande y 8 desplegadas en secreto por el actual presidente Emmanuel Macron. Hasta aquel momento sólo se conocía la que se había instalado en la fábrica de cemento del grupo francés Lafarge. Con esta revelación, el gobierno turco demuestra que, contradiciendo las declaraciones oficiales francesas y a diferencia de Estados Unidos, Francia sigue apostando al desmembramiento de Siria.
Por nuestra parte, la Red Voltaire puede revelar ahora que, ante una proposición de los servicios de inteligencia de Siria para que las autoridades francesas se hicieran cargo de los yihadistas franceses capturados por las tropas del gobierno sirio, Francia se negó a repatriarlos y a juzgarlos en suelo francés y se limitó a orientar que los yihadistas franceses debían ser entregados a los grupos armados kurdos, quienes “se ocuparían” de ellos.
En febrero de 2018, el embajador de la Federación Rusa en la ONU, Vassily Nebenzia, reveló que los kurdos de «Rojava» habían “amnistiado” 120 líderes de Daesh y los habían incorporado a las YPG.
A partir de septiembre de 2018, el presidente Trump prepara la retirada de las fuerzas militares estadounidenses ilegalmente presentes en suelo sirio [8].
La condición para que Estados Unidos abandone «Rojava» es que se corte la carretera iraní que podría conectar Irán con el Líbano a través de ese territorio sirio. En agosto de 2019, el presidente turco Erdogan acepta ese compromiso. Los militares estadounidenses supervisan entonces el desmantelamiento de las obras defensivas de los kurdos. El 16 de septiembre de 2019, Rusia, Turquía e Irán concluyen un acuerdo. A partir de ese momento, es inminente el fin del seudo Kurdistán proyectado en suelo sirio. Sin entender lo que sucede, Francia contempla –estupefacta e impotente– como las tropas turcas invaden el seudo Estado autónomo y la huida de la población allí instalada para ocuparlo ilegalmente.
El 10 de septiembre pasado, al ser interrogado en el espacio de noticias de la televisora estatal francesa France 2, el ministro de Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian, trata de tranquilizar a los franceses sobre las consecuencias del fiasco. Asegura que Francia tiene la situación bajo control, que los yihadistas detenidos en «Rojava» no serán liberados –a pesar de que no existe allí ninguna estructura institucional– y que serán juzgados donde están. Prosigue diciendo que el presidente turco Erdogan no tiene cómo concretar sus amenazas. Al final, se niega a responder una pregunta sobre la misión de los militares franceses presentes en «Rojava», cuya situación es de hecho desastrosa.
La realidad es muy diferente a lo que declaraba Le Drian: no se sabe qué puede suceder con los yihadistas franceses que estaban bajo la custodia de los kurdos; tampoco se sabe qué pasará con los civiles recientemente instalados en las tierras robadas a sus pobladores originales; no hay noticias de los militares franceses que estaban en las 9 bases secretas que Francia había instalado en suelo sirio. Esos militares franceses están entre dos fuegos: el ejército de Turquía –país traicionado por Francia bajo el mandato de Francois Hollande– y los kurdos que, abandonados por el presidente Macron, han decidido ponerse –nuevamente– bajo la protección de Siria.
[1] “A War Crime Or an Act of War?”, Stephen C. Pelletiere, The New York Times, 31 de enero de 2003.
[2] Los expertos en antiterrorismo señalan que el modus operandi de esos dos atentados no corresponde a los utilizados en los demás actos de terrorismo cuyo autoría había reclamado Daesh sino a la organización militar extremadamente minuciosa de un acto de guerra deliberadamente perpetrado por un Estado «El móvil de los atentados de París y Bruselas», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 28 de marzo de 2016.
[3] «Declaración de Rojava por una Siria federal», Red Voltaire, 17 de marzo de 2016.
[4] Partido kurdo fundado en Turquía en 1978.
[5] «Las brigadas anarquistas de la OTAN», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 12 de septiembre de 2017.
[6] «Ces revenants du Rojava qui inquiètent les services de renseignement», Matthieu Suc y Jacques Massey, Médiapart, 2 de septiembre de 2019.
[7] “Secret Russian-Kurdish-Syrian military cooperation is happening in Syria’s eastern desert”, Robert Fisk, The Independent, 24 de julio de 2017.
[8] “Trump eyeing Arab ‘boots on the ground’ to counter Iran in Syria”, Travis J. Tritten, Washington Examiner, 29 de septiembre de 2018.
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