Escribo a usted sobre la carta fechada el 11 de enero de 2021, dirigida al Presidente del Consejo de Seguridad por el Representante Permanente de Arabia Saudita ante la Organización de las Naciones Unidas (S/2021/28).
Tergiversando una organización regional y sus reuniones, el Reino de Arabia Saudita ha sembrado el odio y la discordia en la región. Durante los últimos 40 años, las políticas regionales destructivas de ese país hacia la República Islámica de Irán y hacia otros países de la región no sólo han desperdiciado numerosas ocasiones de instaurar, mediante la cooperación, una región fuerte, estable y próspera sino que también han abierto el camino a una injerencia creciente de potencias extranjeras que tratan de imponer sus objetivos hegemónicos.
La República Islámica de Irán reafirma su soberanía sobre las islas iraníes de Abu Mussa, Grande Tunb y Pequeña Tunb, en el Golfo Pérsico, y subraya que las decisiones y medidas sobre esas islas siempre se han tomado en base a principios de la soberanía y la integridad territorial iraníes. Por consiguiente, el texto del comunicado final anexo a la carta antes mencionada es considerado como una injerencia en los asuntos internos de Irán, en violación del principio de no injerencia en los asuntos internes de los Estados, reconocido en la Carta de las Naciones Unidas, injerencia que Irán rechaza categóricamente.
El Gobierno iraní ha aplicado siempre una política de amistad y de buen vecino hacia todos los países limítrofes. En ese contexto, Irán expresa nuevamente su disposición a emprender conversaciones bilaterales con Emiratos Árabes Unidos para seguir fortaleciendo las relaciones bilaterales y para disipar cualquier eventual malentendido entre los dos países. Mientras tanto, es evidente que la integridad territorial y la soberanía de la República Islámica de Irán sobre las islas antes mencionadas no son negociables.
En cuanto al «Golfo Pérsico», designado bajo un nombre falso en el documento antes mencionado, quiero subrayar una vez más que se trata, desde tiempos inmemoriales, de la única apelación geográfica correcta del espacio marítimo que separa Irán de la Península Arábiga. Como lo demuestran los archivos de todos los grandes institutos de cartografía, ese espacia marítimo nunca ha tenido otro nombre que «Golfo Pérsico», nombre que por consiguiente todos deben utilizar.
Rechazo categóricamente la desinformación y la serie de acusaciones que se han dirigido contra la República Islámica de Irán en el comunicado final antes mencionado. Las campañas de iranofobia, y sobre todo la difusión sistemática y generalizada de informaciones erróneas y de alegaciones infundadas contra Irán han sido uno de los principales elementos de la estrategia regional de Arabia Saudita, apuntando a desviar la atención de las políticas agresivas y desestabilizantes que ese país aplica en el Golfo Pérsico y el Medio Oriente.
Arabia Saudita sigue aplicando políticas regionales destructivas, como lo demuestran los años de agresión, muerte y destrucción en Yemen, durante los cuales [Arabia Saudita] ha matado miles de civiles, incluyendo mujeres y niños, atacando casas, mezquitas, hospitales, escuelas, mercados, misiones diplomáticas e incluso salas de celebración de bodas o de ceremonias fúnebres, ha utilizado el hambre como arma de guerra, suscitando la peor crisis humanitaria del mundo en la historia contemporánea, y ha impedido el envío de combustible, de alimentos, de medicamentos y de material médico a Yemen, lo cual ha provocado una situación muy grave en el plano sanitario. Los autores de esos crímenes de guerra en Yemen, cuya responsabilidad está comprometida en el plano internacional, harían mejor en escoger la vía de la cooperación en vez del enfrentamiento. Podrían comenzar por poner fin a la agrecion contra Yemen y levantar el inhumano embargo, lo cual prepararía el terreno para un arreglo político del conflicto. La República Islámica de Irán está, por su parte, dispuesta a desarrollar una acción diplomática para facilitar un proceso de paz realizado y dirigido por Yemen, bajo la égida de la ONU.
El hecho de lanzar acusaciones sin fundamento contra el programa defensivo de misiles balísticos de Irán es también un intento de esconder el vertiginoso aumento de los gastos militares de Arabia Saudita y su apetito insaciable por la importación de armas mortales. Esas cifras son, sin embargo, reveladoras e irrefutables. Por ejemplo, Arabia Saudita ocupaba en 2018 el 3er lugar mundial en gastos militares y el 5º lugar en 2019. Pero en los 6 últimos años, Arabia Saudita fue, de lejos, el mayor importador de armas en todo el mundo. De 2015 a 2019, importó más del 12% y, en 2020, importó un 11% de todo el armamento exportado en el mundo. Igualmente, según el estimado del Instituto Internacional de Investigaciones por la paz de Estocolmo, Arabia Saudita seguirá estando entre los mayores importadores de armas del mundo durante los próximos 5 años. Esas políticas militaristas y de importación excesiva de armas ultrasofisticadas son las principales fuentes de inseguridad y de inestabilidad en la región.
La verdadera fuente de inseguridad y de inestabilidad regionales sigue siendo, sin embargo, la acumulación masiva de fuerzas extranjeras, gran parte de las cuales, al igual que las instalaciones militares extranjeras, son acogidas por Arabia Saudita, Bahrein y Emiratos Árabes Unidos. También es importante subrayar que el establecimiento de un importante número de bases militares extranjeras en el Medio Oriente convierte esta región en la mayor concentración de instalaciones militares extranjeras del mundo.
Otro elemento que no debe pasarse por alto en el examen de las amenazas que Arabia Saudita hace pesar sobre la paz y la seguridad regionales e internacionales es el apoyo que desde hace tiempo aporta al terrorismo internacional. Está bien demostrado que grupos terroristas y extremistas, sobre todo en la región, son apadrinados principalmente por el régimen saudita.
La posición sobre el Plan de Acción Integral Conjunto que se refleja en el comunicado final antes mencionado no es sorprendente ya que Arabia Saudita y el régimen israelí se esforzaron, durante las negociaciones, por hacer fracasar el proceso y, cuando tuvo éxito, trataron de hacer fracasar su adopción unánime por parte del Consejo de Seguridad en la resolución 2231 (2015), sin dejar pasar la menor ocasión, principalmente mediante la difusión de informaciones, de hacer peligrar gravemente la aplicación plena y efectiva del Plan y de la mencionada resolución. Y siguen recurriendo sistemáticamente a esas políticas y prácticas, en violación flagrante de las obligaciones legales que la Carta de las Naciones Unidad y la resolución 2231 (2015) del Consejo les imponen explícitamente.
En conclusión, debo subrayar que la instauración de relaciones amistosas y la coexistencia pacífica con los países vecinos siempre ha sido la prioridad 1 de Irán. Seguiremos buscando la seguridad, la estabilidad y la prosperidad en un contexto regional fuerte, que sólo puede lograrse mediante un diálogo verdadero y un compromiso activo y constructivo de todos los países de la región, basados en el respeto mutuo, la inclusión y los principios fundamentales del derecho internacional. La Iniciativa de Paz de Ormuz (conocida bajo la apelación HOPE), iniciada por el Presidente de la República Islámica de Irán durante el 47º período de sesiones de la Asamblea General (ver A/74/581-S/2019/933), fue concebida con ese fin. Esta iniciativa, acogida favorablemente por varios países de la región, puede ser un marco apropiado al permitir que todos los Estados de la región del Golfo Pérsico trabajen juntos por el establecimiento de una región más segura, más estable y más próspera.
Agradeceré a usted que tenga la amabilidad de hacer distribuir el texto de la presente carta como documento del Consejo de Seguridad.
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