Tengo el honor de escribir a usted sobre la carta publicada bajo la referencia [S/2020/608->article210504.html], en la cual el representante de Israel deploró que se ponga fin a la aplicación de ciertas medidas relativas a la exportación y la importación de armas desde y hacia la República Islámica de Irán, tal y como aparece especificado en la resolución 2231 (de 2015) del Consejo de Seguridad.
Desde la conclusión del Plan de Acción Integral Conjunto [1], que fue ampliamente saludado por la comunidad internacional como un importante éxito de la diplomacia multilateral y posteriormente aprobado por el Consejo de Seguridad en la resolución 2231 (de 2015), el régimen israelí no ha escatimado sus esfuerzos por obstaculizar su aplicación, sin dejar pasar ocasión alguna de perseguir ese objetivo. Ese comportamiento constituye una violación evidente de dicha resolución, en la que se solicita a todos abstenerse de cualquier acción susceptible de obstaculizar el respeto de los compromisos contraídos en virtud del Plan de Acción.
Posteriormente, conforme al espíritu de la política destructiva de los Estados Unidos de América –país que, en flagrante violación de las estrictas obligaciones que le imponen la resolución 2231 (de 2015), la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional– puso fin unilateralmente a su participación en el Plan de Acción Integral Conjunto e impuso a Irán una cantidad incalculable de sanciones, y que sigue haciendo de todo para anular dicha resolución, incluyendo el Plan de Acción Integral Conjunto consustancial con esa resolución, el régimen israelí ha tratado por todos los medios a su alcance de apoyar esa línea de conducta malintencionada. Sin embargo, como violador de la resolución 2231 (de 2015), ese régimen no está en posición de hablar de las violaciones de esa resoluciones supuestamente cometidas por otros.
El régimen israelí, con un oscuro historial en materia de violación de las normas de conducta internacionales, de burla a los principios de la moral y de la humanidad y de violaciones sistemáticas del derecho internacional, incluso perpetrando crímenes incluidos en las 4 principales categorías de crímenes internacionales, de los que son ejemplos la ocupación sostenida de los territorios de Palestina y del Golán sirio ocupado así como de zonas del Líbano, es la principal fuente de inseguridad y de inestabilidad en el Medio Oriente. Actualmente, mediante la práctica de la desinformación y formulando contra otros acusaciones no fundamentadas, [Israel] hace saltar las alarmas sobre la estabilidad de esta región cuyo clima es volátil. Al hacerlo, y para esconder sus odiosos crímenes, su política expansionista, su conducta irresponsable y sus actividades desestabilizadoras, el régimen israelí, en flagrante violación del derecho internacional y sin escuchar los llamados de la comunidad internacional, persiste en la anexión de ciertas partes del territorio palestino, prosigue el bloqueo inhumano impuesto desde hace más de 10 años contra la franja de Gaza y sigue violando la soberanía de los países de la región. Todas esas acciones constituyen violaciones evidentes de numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad (ver S/2017/205), como las resoluciones 1559 (de 2004), 1701 (de 2006), 2254 (de 2015) y 2334 (de 2016).
Poseedor de todo tipo de armas de destrucción masiva y del armamento convencional más sofisticado, el régimen israelí sigue poniendo en peligro la paz y la seguridad en la región y más allá de ella, y simultáneamente desafía abiertamente los llamados imperiosos y permanentes de la comunidad internacional en pro de la adhesión a los instrumentos jurídicos de obligatorio cumplimiento que prohíben las armas de destrucción masiva. De esa manera, [Israel] sigue obstaculizando gravemente la creación de una zona libre de armas nucleares en el Medio Oriente, como propuso Irán en 1974. Pero se esfuerza por presentar las capacidades de Irán en materia de armamento convencional y su programa nuclear con objetivos exclusivamente pacíficos y sometido a la estricta verificación de la Organización Internacional de la Energía Atómica como amenazas para la estabilidad regional. Se trata de un accionar hipócrita tendiente a desviar la atención del verdadero peligro que ese régimen hace pesar sobre la paz y la seguridad regionales, en particular debido a sus propios arsenales de armas nucleares y a sus instalaciones y actividades nucleares clandestinas y no sometidas a las garantías.
También es conveniente no olvidar que el régimen israelí es uno de los principales respaldos de los grupos terroristas designados como tales por el Consejo de Seguridad en el Medio Oriente. Está demostrado que ese régimen ha proporcionado gran cantidad de armas sofisticadas, incautadas en Siria, a grupos terroristas como Daesh y el Frente al-Nusra, y que ha ayudado esos grupos acogiendo a sus combatientes heridos en sus establecimientos médicos, permitiendo a estos recibir cuidados y restablecerse para volver al combate. Todos esos actos son violaciones evidentes de numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad, como las resoluciones 1373 (de 2001), 2249 (de 2015) y 2254 (de 2015).
Habida cuenta de las amenazas que el régimen israelí hace pesar sobre la paz y la seguridad internacionales en la región y de los actos contrarios al derecho que comete, la comunidad internacional, la Organización de las Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad deben dar prueba de constante vigilancia ante las políticas desestabilizadoras y las prácticas ilegales de ese régimen en una región tan inestable como el Medio Oriente y las consecuencias que estas pueden tener para la paz y la seguridad internacionales y hacerlo responder por tales políticas inhumanas y prácticas brutales e ilegales.
Rechazando categóricamente todas las alegaciones infundadas que aparecen en la mencionada carta, quedaré agradecido a usted de que tenga a bien hacer distribuir el texto de la presente misiva como documento del Consejo de Seguridad.
[1] Se refiere al documento conocido como JCPoA (siglas en inglés). Nota de la Red Voltaire.
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