Durante la semana del 25 al 30 de julio Quito vivió el primer Foro Social de las Américas. Durante cerca de una semana la ciudad fue escenario para múltiples encuentros, vistiéndose de alternativas, de esperanza. En sus calles se respiraba el aire de la diversidad cultural, de la resistencia.
El Foro Social de las Américas conservó, lo fundamental, las temáticas del Foro de Porto Alegre. Pero también conservó el ambiente de Porto Alegre, tanto en sus conferencias, talleres, actividades artísticas, gastronómicas, artesanales y demás formas de trabajo. Este ambiente y esta continuidad apunta sin duda alguna hacia articular procesos americanos en aras del encuentro mundial de enero del 2005.
El espíritu
Continúa siendo importante el encuentro y el debate con otras experiencias en dos aspectos. El primero, anima a quienes laboran en lo social, les otorga energías para seguir luchando. Es decir, es un espacio para tomar aliento. El segundo aspecto es más consciente, se refiere a la diversidad de experiencias y opiniones que pueden encontrarse en un mismo sitio. Y eso enriquece a quienes participan en el Foro. Es un proceso de integración de esfuerzos pero también de personas procedentes de diferentes culturas. Eso nutre la experiencia individual y puede fortalecer la colectiva.
Con el primer Foro Social de las Américas se avanzó en el reconocimiento de los distintos procesos existentes en nuestro continente, logrando los concurrentes una visión más general de las luchas en curso y profundizando, al mismo tiempo, relaciones y acuerdos para el qué hacer en el mediano plazo..
Siempre es necesario realizar balances sobre este tipo de eventos, sobre lo que puede significar para el movimiento social y político. A propósito, es necesario puntualizar que en Quito se evidenció -una vez más- que las grandes conferencias, que las grandes personalidades son importantes, pero que su preeminencia termina por desplazar los espacios de articulación, la cual debería ser la prioridad si realmente queremos avanzar en la construcción de «otro mundo posible». Pero además, en el aspecto de la coordinación es evidente que el avance logrado hasta ahora gira entorno a grupos identificados en actividades concretas, pero son pocos los avances en organización que trascienda las actividades, que su motor descance en identidades programáticas e ideológicas. Es evidente que tal propósito requiere un trabajo más puntual, más permanente y más proyectado.
Hay que decir, por último, que para algunos participantes el Foro significó una saturación de actividades. Su intención de estar en todas ellas los llevó a no estar en ninguna con toda la disposición y dedicación que demanda una acción consciente y dispuesta al intercambio, a brindar aportes y retomar los de otros.
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