Figura intelectual cimera de la izquierda anticlerical polaca, la senadora María Szyszkowska se ha convertido en líder de la oposición a la guerra en Irak. Ha sido presentada por la ministra suiza de Relaciones Exteriores y por numerosas asociaciones internacionales para el Premio Nobel de la Paz. Cuando acaba de anunciar su candidatura a la presidencia de la República de Polonia, responde al cuestionario de la Red Voltaire.
Pregunta: Es usted filósofa, investigadora, senadora y a pesar de ello se le acaba de atribuir protección policial. ¿A qué se debe esta decisión?
María Szyszkowska: Nuestra sociedad está marcada por la intolerancia y, entre otras cosas, fui yo quien propuse un proyecto de ley sobre la unión entre personas de un mismo sexo, así como un proyecto de ley sobre la eutanasia que provocó emociones fuertes y negativas. El hecho de que esto se aleje de los cánones de la moral católica en el campo jurídico provoca la cólera de esta parte de la sociedad polaca que escucha al clero. Me han amenazado, lo que me parece ser un comportamiento poco cristiano.
¿A pesar de ello ha decidido usted presentarse a las próximas elecciones presidenciales?
María Szyszkowska: Lo hago precisamente por rebelarme contra varios fenómenos que suscitan temores en Polonia. Pienso en el ascenso de las corrientes fascistas, en el fanatismo religioso, en el nacionalismo y simultáneamente en la situación económica de la sociedad en la que más de la mitad de los ciudadanos de mi país padecen de hambre. Existen otros fenómenos de nuestra vida social, económica y política que me provocan temor, por ejemplo la privatización masiva que crea grandes fortunas de las que la sociedad no saca ninguna ventaja. Los gobernantes en Polonia carecen de respeto por la propiedad pública y cooperativa.
Sin embargo, ¿qué puede hacer el presidente de la República en un país en que el gobierno y sus ministros son los responsables?
María Szyszkowska: Un presidente puede hacer mucho más que un senador. Durante toda mi actividad parlamentaria me ha faltado la fuerza ejecutiva. Por ejemplo, el presidente es constitucionalmente responsable de la política exterior y de la defensa del Estado y puede, lo que no ha hecho por el momento, retirar nuestros ejércitos de Irak y poner fin a esta guerra vergonzosa. El fin de esta guerra permitiría resolver muchos problemas sociales, pues el dinero destinado a la guerra y al armamento podría utilizarse para objetivos sociales. Además, el presidente podría llevar a cabo una política amistosa con nuestros vecinos orientales. Tal política sería ventajosa para Polonia, aunque sólo fuera por razones económicas. Ahora bien, todos los gobiernos que se han sucedido en Polonia desde 1989 han llevado a cabo una política desastrosa hacia nuestros vecinos del Este. El presidente también tiene el derecho de proponer leyes al Parlamento, por ejemplo sobre las cuestiones sociales, la lucha contra el desempleo o la defensa de los inquilinos amenazados de expulsión por los propietarios de bienes inmuebles. Existen numerosas cuestiones a tomar en cuenta, pero la primera es la retirada de nuestras tropas de Irak.
¿Es usted pacifista?
María Szyszkowska: Sí, soy pacifista. Eso representa un camino muy largo en mi vida, pues fui educada en el culto a nuestras insurrecciones nacionales y en el culto a aquellos que murieron por la libertad de mi patria. Fue finalmente la filosofía de Kant, a la cual me adhiero, la que me llevó al pacifismo.
Hasta hace poco era usted únicamente una científica -una teórica-, y sin embargo desde hace algunos años se ha comprometido usted en la defensa de los «excluidos» y de las personas víctimas de discriminación. ¿Por qué en la Polonia actual, un país situado en el mismo centro de Europa, con ricas tradiciones culturales y científicas, a principios del siglo XXI se debe luchar contra la xenofobia y la intolerancia?
María Szyszkowska: Ello se debe a que en Polonia la conciencia social no ha evolucionado desde finales del siglo XIX y principios del XX. No hay emancipación femenina; la ley sobre la igualdad entre hombres y mujeres no ha sido adoptada por nuestro parlamento, el antisemitismo está tan extendido como hace cien años al igual que otros sentimientos de desconfianza en relación con otras nacionalidades. Pienso que nuestra nación tiene complejos y que, debido a ello, nos sentimos inferiores a las naciones de Europa Occidental. Y compensamos estos complejos sintiéndonos, de forma totalmente injusta, superiores a las naciones del Este.
Abandonó usted la Alianza de la Izquierda Democrática (SLD), un partido actualmente en el poder y en el que domina el pragmatismo sobre el ideal. ¿Cómo considera usted la situación actual de la izquierda polaca?
María Szyszkowska: Estoy muy preocupada, principalmente porque tenemos que vérnosla con una derecha fuerte, rica y muy fanática, aunque por lo general la sociedad permanece orientada hacia la izquierda. Sin embargo los partidos de izquierda son más bien pragmáticos y poco idealistas. No tratan de extender en Polonia el ideal de izquierda. Durante varios años no sólo fui miembro de la SLD, sino que fui presidenta de la Comisión de Ética de este partido y, en realidad, la mayor parte de los casos que tuve que tratar en esta comisión estuvieron vinculados a la falta de ideal de los militantes de la SLD. Debo decir que la gente con ideales no es dada a la corrupción ni al nepotismo. Tener un ideal constituye una barrera útil para impedir las acciones condenables.
El partido escindido recientemente de la SLD, la social-democracia polaca, y cuyo presidente es el antiguo presidente de la Dieta, Marek Borowski, está dirigido por un hombre que durante largo tiempo fue dirigente de la SLD. Es por lo tanto un partido con la apariencia de no ser responsable de las derivas del actual partido gubernamental, aunque, en mi opinión, es un partido doblemente mentiroso, pues fue Borowski quien llevó a cabo, junto con el ex primer ministro Leszek Miller, una política marcada por el liberalismo económico y la estatización del catolicismo en vez de promover el pluralismo de opiniones y reformas económicas favorables a los intereses de la sociedad. Gente como ellos son en realidad los representantes de los intereses del gran capital.
Sin embargo, los nuevos partidos de izquierda también me han decepcionado. Los «Verdes 2004», que hasta hace algunos meses parecían constituir un partido formado de idealistas, de políticos honestos, jóvenes, en busca de valores de izquierda, al final se alinearon tras Borowski. Personalmente, tengo mis mayores esperanzas en el Partido Anticlerical del Progreso «Razón».
En general, la condición de los partidos de izquierda es desesperante, mientras que la sociedad polaca, incluso si necesariamente no utiliza este vocabulario, espera cambios de izquierda.
Durante los últimos años se ha visto surgir al escenario de la izquierda a varios partidos poco visibles...
María Szyszkowska: Siento mucho respeto por la Nueva Izquierda, el partido de Piotr Ikonowicz. Se trata de un partido poco numeroso pero, desde el principio, resuelve problemas concretos para personas fuertemente afectadas por las actividades y las leyes implementadas por nuestro «gobierno de izquierda». Por lo tanto estimo a la Nueva Izquierda por su espíritu de continuidad.
En una de sus entrevistas declaró usted que la falta de ideal es peor que el fanatismo.
María Szyszkowska: Si alguien es fanático, se puede suponer que actuará en consecuencia. Sus acciones son previsibles. Por el contrario, la falta de convicciones es peligrosa, pues las acciones de las personas u organizaciones sin ideal, que actúan únicamente por pragmatismo, son imprevisibles. Hoy establecen una alianza y mañana pueden romperla cuando otra agrupación se muestra más ventajosa...
¿Espera usted algo concreto, como muchos políticos polacos, de la pertenencia de Polonia a la Unión Europea? En su último libro La Gauche du XXIème siècle, escribe usted: «Sería perjudicial unirse debido a los intereses de los grandes potentados económicos que de esta forma sólo aspiran a aumentar sus beneficios».
María Szyszkowska: De la Unión Europea espero que aporte mayor justicia y libertad a Polonia. Lamentablemente, estoy consciente del hecho de que en estos campos las legislaciones dominantes son las de los Estados-Naciones. Sin embargo, el proyecto de Constitución europea declara que todo ser humano constituye un individuo diferente que pertenece a la humanidad. Esto es extremadamente importante desde el punto de vista de la mentalidad polaca. En Polonia consideramos que cada cual es un miembro de su familia, un ser que no es plenamente autónomo. En Polonia se ha desarrollado un culto malsano a la familia que no hace otra cosa que enraizar la hipocresía moral. Al mismo tiempo, la prensa nos informa continuamente de casos de violencia en las familias, de ausencia de entendimiento, de matrimonios consumados únicamente porque la mujer está embarazada y de actos de incesto. En este contexto, algunos párrafos del proyecto de Constitución europea, incluso si no debieran ser considerados como aplicables jurídicamente, deberían sin embargo ser propagados a fin de que cambiara la conciencia de los polacos.
No obstante, debo señalar que me provoca temor que el texto de esta Constitución considere el liberalismo económico como el único sistema aplicable y posible en los Estados miembros.
En el libro suyo que acabamos de citar escribió que el término «europeo» es un concepto con varios significados; dice, entre otras cosas, que «un europeo puede ser un árabe que cultive las tradiciones islámicas». No piensa entonces que el «cierre de las fronteras» de la Unión, es decir, el hecho de dificultar la inmigración proveniente de otras regiones del mundo provocará una nueva xenofobia, incluso un eurorracismo?
María Szyszkowska: Evidentemente. La Unión Europea no se ha hecho todavía fuerte, no ha tenido tiempo aún de ser dueña de sí misma y ya se crea una nueva forma de ideología amenazante. Se inventan falsas convicciones según las cuales lo europeo es supuestamente superior, mejor, con mayor grado de perfección que lo que viene de otros continentes. Hay que tener cuidado para no dejarse someter a este eurocentrismo extremadamente amenazador.
Se habla últimamente del papel de las naciones en el seno de la Europa unida.
María Szyszkowska: Teniendo en cuenta la mentalidad de los ciudadanos de los diferentes Estados europeos, su apego a la tradición, a la historia, al hecho de compartir heridas históricas, pienso que llevará aún mucho tiempo antes de que desaparezcan las diferencias importantes existentes. No obstante, pienso que es muy importante que la Unión Europea sea una unión de Estados. Es muy pronto aún para crear una Europa de las regiones.
El movimiento alterglobalista constituye una reacción al proceso de globalización capitalista. ¿Cómo ve usted sus oportunidades y posibilidades?
María Szyszkowska: Espero que el movimiento alterglobalista se desarrolle y sea cada vez más fuerte, pues los alterglobalistas aprecian la idea de la globalización, pero rechazan el falso funcionamiento resultante de la forma en que esta idea es comprendida y realizada. Las nobles y bellas ideas de globalización son una cosa, es decir la idea de que la humanidad debe formar una unidad, y otra cosa es la realización del poderío de los grandes monopolios. La industria armamentista, farmacéutica y de las telecomunicaciones, aunque no sólo estos sectores, tienden en realidad a someter a Europa y al mundo a su poder. Pedro, para las diferentes sociedades, esta forma de globalización no tiene cabida. Esta globalización falseada se manifiesta igualmente en el campo cultural en forma de una cultura de masas cuyo modelo es Estados Unidos. Se trata de un tipo de cultura que disminuye de forma inimaginable el nivel de pensamiento y de espiritualidad de los europeos. Los alterglobalistas tienen razón por lo tanto al pensar que el descontento ante la forma adoptada en la práctica por la realización de la idea de globalización fortalecerá sus movimientos.
¿Cómo podrían tales movimientos funcionar sin dinero, sin acceso a los medios de comunicación pertenecientes a los ricos, especialmente a las grandes empresas? ¿Acaso la resistencia social bastará por sí sola? ¿Podrá esta resistencia constituir la base de una nueva dirección para la lucha a favor del progreso de la humanidad?
María Szyszkowska: Eso es un gran problema. Si bien se puede imaginar que la acción sea posible casi sin dinero, la unificación de los esfuerzos humanos para avanzar en la dirección correcta sólo es posible mediante la organización de movimientos de protesta, lo que hace fundamental la cuestión de poder llegar a los medios de comunicación. Por eso estoy convencida de que debe surgir una iniciativa proveniente de las personas que ganan menos, de los pobres, para que nosotros mismos podamos fundar los medios de comunicación con carácter social, que podrían difundir, por ejemplo, las ideas alterglobalistas. Tales medios podrán educar a la sociedad en el espíritu del humanitarismo y los valores sociales. Por el momento, estamos condenados a tener medios de comunicación que funcionen en interés de los ricos propietarios.
¿Y cuáles son las oportunidades de la izquierda en Europa?
María Szyszkowska: Pienso que el futuro pertenece a los movimientos de izquierda, pero por el momento no están lo suficientemente organizados. Los dirigentes de la izquierda, y concretamente los de los partidos social-demócratas, son personas que, como en Polonia, apoyan el liberalismo económico, lo que constituye desde el principio una contradicción con lo que es la izquierda. Nos faltan dirigentes de izquierda como los hay por ejemplo en Francia o España. Me refiero en particular a la cuestión de separar lo que pertenece a la esfera religiosa de la del Estado como es el caso en Francia, o a los cambios extraordinariamente rápidos y de izquierda introducidos en España. Observo lo que sucede en el mundo y puedo decir que existe una base para las ideas de izquierda. Simplemente faltan organizadores de esta base en los diferentes países que puedan permitir que estos movimientos se conviertan en una fuerza poderosa. Ha llegado el momento de acabar con la situación en la que se encuentra el mundo, sometido a la fuerza del poder de grupos de personas en busca de un aumento de sus beneficios, a costa de la destrucción de la humanidad y del medio ambiente.
Entrevista realizada para la Red Voltaire por Alicja y Boleslaw Jaszczuk. Versión francesa: Bruno Drweski
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter