El 19 de enero último, el presidente francés, Jacques Chirac, pronunció un muy esperado discurso en Landivisiau ante las fuerzas estratégicas aéreas y navales de Francia. Dicha intervención, relacionada con la doctrina nuclear francesa, ha sido ampliamente comentada y analizada desde entonces en los medios internacionales, en los que cada cual ha leíso lo que quería encontrar. Los medios occidentales, mayoritariamente, vieron en la misma el anuncio de una reorientación estratégica francesa que a partir de entonces haría de los «Estados que apoyan el terrorismo» un blanco potencial de ataques nucleares. Es decir, otro paso de Francia hacia la doctrina Bush. Pero, ¿es realmente así?
El 19 de enero último, el presidente francés, Jacques Chirac, pronunció un muy esperado discurso en Landivisiau ante las fuerzas estratégicas aéreas y navales de Francia. Dicha intervención, relacionada con la doctrina nuclear francesa, ha sido ampliamente comentada y analizada desde entonces en los medios internacionales, en los que cada cual ha leído lo que quería encontrar.
Los medios occidentales, mayoritariamente, vieron en la misma el anuncio de una reorientación estratégica francesa que a partir de entonces haría de los «Estados que apoyan el terrorismo» un blanco potencial de ataques nucleares. Es decir, otro paso de Francia hacia la doctrina Bush. En realidad, nada en el texto presidencial permite garantizar formalmente la exactitud de esta interpretación, aunque no es de excluir totalmente.
La doctrina de la disuasión nuclear se basa en la amenaza. Esta debe dirigirse a todos sin excepción y a nadie en particular. Los discursos sobre el tema cultivan las generalidades y se abstienen de hacer referencias precisas. De este modo, pueden dar lugar a múltiples interpretaciones, sobre todo cuando se trata –equívocamente– de interpretarlos en función de la actualidad.
Fijémonos antes que todo en el fragmento que más atrajo la atención en el discurso presidencial: « Como subrayé poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, la disuasión nuclear no tiene como propósito disuadir a terroristas fanáticos. Sin embargo, los dirigentes de aquellos Estados que recurrieran a medios terroristas contra nosotros, al igual que los que consideraran utilizar, de una forma u otra, armas de destrucción masiva, deben comprender que se exponen a una respuesta firme y adecuada de nuestra parte. Esta respuesta puede ser convencional, pero puede ser también de otro tipo».
Como se puede comprobar, el presidente francés no anuncia que un Estado que apoye una acción terrorista contra Francia enfrentaría una respuesta nuclear, sino «una respuesta firme y adecuada», lo que puede ser todo y cualquier cosa. Además, esta «respuesta firme y adecuada» no se aplica únicamente a un Estado que apoye una acción terrorista, sino también a un Estado que considere utilizar armas de destrucción masiva.
Jacques Chirac aclara otros dos puntos: Francia se concede el derecho de utilizar armas nucleares contra un Estado que no las posea e, incluso en este contexto, se autoriza a atacar primero.
Francia sustituye la distinción armas convencionales o nucleares por una nueva categorización: armas clásicas o de destrucción masiva, que sitúa en el mismo plano las armas químicas, bacteriológicas y nucleares. A partir de ahí, el fuego nuclear puede prevenir o responder a un ataque químico o bacteriológico.
Sobre todo, Francia rechaza claramente la doctrina estadounidense, la llamada «Bush-Wolfowitz», que preconiza el uso de bombas atómicas para atacar las instalaciones de grupos calificados como «terroristas», como es el caso de las bases de Hamas en Siria o del Hezbollah en el Líbano.
Por eso Jacques Chirac declara que lo único que hace es reafirmar la doctrina nuclear francesa tradicional, adecuándola a las realidades del momento.
Se trata de una opinión que comparte el analista atlantista francés de la Fundación para la Investigación Estratégica, Bruno Tertrais, en el diario conservador francés Le Figaro. Tertrais aplaude la declaración del presidente de la República y subraya, como Jacques Chirac, que la doctrina nuclear no ha cambiado, que de lo que se trata es de la aplicación de los grandes principios a las «nuevas amenazas». Por lo tanto el autor no trata en lo absoluto cuestiones planteadas en este texto, y sólo considera que Jacques Chirac ha hecho bien al recordar la utilidad de las fuerzas de disuasión francesas.
El ex primer ministro socialista francés, Michel Rocard, está mucho más preocupado por las palabras del presidente de la República. En Le Monde, las interpreta como una alerta a los Estados que albergan terroristas. Partiendo de esta interpretación, asegura que se trata de una mala política que no puede dar ningún buen resultado ya que los Estados en que se encuentran estos grupos en muy pocos casos pueden hacer algo. Por otra parte, su población podría sentirse amenazada y fortalecer a los grupos terroristas al verlos como defensores frente a una potencia hostil. Por consiguiente, pide a Jacques Chirac que vuelva atrás en sus declaraciones y, por el contrario, comprometa a Francia en una iniciativa internacional de desarme junto a los Estados nucleares signatarios del Tratado de No Proliferación.
El debate suscitado por el discurso del presidente francés no se limitó a las fronteras mediáticas nacionales. Fue ampliamente tratado en los medios internacionales en los que fue objeto de interpretaciones variadas.
Así, en la prensa árabe, el discurso es visto más bien de forma positiva o con cierta flexibilidad.
El periodista egipcio Abdel Adim Hanafi saluda la posición de Jacques Chirac en el periódico británico en lengua árabe Elaph. En su opinión, la insistencia francesa en la cuestión nuclear tiene como objetivo liberar a Francia y luego a Europa de la tutela estadounidense en materia militar, y empujar a Irán a negociar. Este enfoque hace pensar que el autor se interesó fundamentalmente por el fragmento del discurso de Jacques Chirac en el que éste afirma que Francia se ha liberado de las presiones de las demás grandes potencias gracias a su programa nuclear. Sin embargo, no queda claro dónde se encuentra esta independencia si se tiene en cuenta que el presidente francés ha amenazado explícitamente a Irán, siguiendo así el objetivo estratégico estadounidense. En este artículo, sin dudas Jacques Chirac sale beneficiado por la indulgencia que se concede al dirigente occidental que rechazó la invasión a Irak, sin que se tenga en cuenta el realineamiento francés con la posición de Washington en los casos de Haití, Siria y luego Irán.
En el periódico iraquí Newsabah, el editorialista del diario libanés en lengua árabe Assafir, Joseph Samaha, estima que la actitud del presidente francés es normal en el contexto internacional. El mundo atraviesa por una inestabilidad cada vez mayor y muy pronto enfrentará una crisis económica desestabilizadora. Por lo tanto, Francia expone su fuerza nuclear y se muestra amenazante a fin de fortalecerse en el escenario internacional, lo que es una actitud lógica.
En La Padania, el periódico del movimiento secesionista italiano de extrema derecha, la Liga del Norte, el dirigente de dicho partido, Umberto Bossi, no se alarma tampoco por las palabras del presidente francés, sino que se muestra mucho más sarcástico que los analistas árabes. Despreciativo, ve en las palabras de Jacques Chirac una forma de continuidad a su oposición a la guerra de Irak. En 2002-2003, Jacques Chirac no quería tanto la paz como insistir en la importancia de Francia en el mundo, y, hoy, sus recientes declaraciones tienen el mismo objetivo: mostrar que Francia cuenta en el concierto de las naciones. El ex ministro del gobierno Berlusconi considera que, en la actualidad, Jacques Chirac ha escogido existir a través de la amenaza a Irán.
Esta interpretación de una amenaza enmascarada contra Teherán es ampliamente compartida en la prensa internacional, y especialmente en la prensa iraní.
Así, el Tehran Times, en un editorial no firmado y que compromete a toda la redacción, se preocupa por las declaraciones del presidente francés. Lee en este discurso un acercamiento de París a las opciones estratégicas de Washington y se alarma por ver que Francia está dispuesta a emplear sus armas de forma preventiva contra un Estado no nuclear. Sin decirlo explícitamente, el diario teme que el Presidente se dirija a Irán en su discurso y se preocupa: ¿Por qué Francia, comprometida contra la guerra en Irak, adopta una doctrina nuclear próxima a la de los Estados Unidos y se muestra tan amenazadora?
En el Washington Times, el abogado, novelista y propagandista neoconservador estadounidense, Alan Topol, afirma tener la respuesta a esta pregunta: ¡la violencia en los suburbios en Francia tuvieron el mismo impacto en la reflexión estratégica francesa que los atentados del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos! Asegura que este discurso marca el viraje de Francia. Afirmando mediante citas de Jean-Marie Le Pen (presentado como un diplomático francés) que Francia ha conocido una guerra civil orquestada por los Estados árabes e Irán, afirma que el Elíseo comprendió a partir de entonces la magnitud de la amenaza «yihadista» y está dispuesto a seguir a Estados Unidos en un bombardeo a Irán junto a alemanes e ingleses.
En el mismo diario, el director del diario moonista, Arnaud de Borchgrave, presenta un análisis radicalmente diferente y decididamente menos fantasioso. Lamenta las palabras del presidente francés. Es de la opinión de que Jacques Chirac las dijo únicamente para justificar el presupuesto nuclear francés a los ojos de la opinión pública, pero que, técnicamente, ningún objetivo nuclear puede ser considerado entre los países que podrían corresponder al retrato que el comentador identifica a través del discurso presidencial. Para Borchgrave, los dos objetivos posibles son Siria e Irán. Si Siria fuera alcanzada por un misil nuclear, sería borrada del mapa, y, si lo fuera Irán, el petróleo subiría a 200 dólares. En resumen, no es deseable. Peor aún, este discurso no va a facilitar las relaciones y las negociaciones con Teherán y llevará a Irán a equiparse también con una fuerza de disuasión nuclear.
Por su parte, el vocero de la diplomacia francesa tuvo a bien recordar que el discurso presidencial enunciaba una doctrina general y no apuntaba hacia ningún Estado en particular, y seguramente no a Irán.
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