No es casualidad, sino mal ocultada intención la que anima el reciente informe de la llamada organización Human Rights Watch (HRW), cuando una vez más levanta calumnias contra Cuba, inspirada en la más rancia y lucrativa motivación de la extrema derecha fundamentalista, de la que forman parte activos personeros de origen cubano establecidos en Washington y Miami.
¿Simple coincidencia o disparo dirigido a frustrar cambios en la política norteamericana en relación con la Isla? ¿Por qué la diatriba reiterada sale a la luz, precisamente, cuando la Cámara de Representantes de EE.UU. debate una moción dirigida a restablecer el derecho constitucional de los
norteamericanos de visitar a su vecina ínsula?
No existe casualidad, sino disparo fallido de HRW contra la inteligencia de los legisladores estadounidenses y del público en general, para complacer a recalcitrantes enemigos de La Habana, aportadores al financiamiento del barniz de Organización No Gubernamental, con el cual se baña la entidad que dirige el desprestigiado José Miguel Vivanco.
Este chileno de nacimiento, con vínculos probados con la CIA y residente en Washington, con el autobombo de "Jefe para las Américas" de HRW, escogió la ocasión que le pareció más propicia para difundir falsedades mediante un "infiltrado" suyo en la Antilla Mayor, quien de hecho gozó de la libertad que pretende negar para pasear y conspirar.
En declaraciones al diario El Nuevo Herald de Miami, el paseante Nik
Steinberg reconoce que pasó dos semanas este verano en la Isla, donde visitó siete provincias "en secreto", para captar criterios de "disidentes" y familiares sobre la situación de los derechos humanos.
Recordemos que el eufemismo "disidente" es una especie de título nobiliario que se auto endilgan asalariados del Plan Anticubano de EE.UU., dotado con unos 40 millones de dólares anuales para financiar la contrarrevolución dentro y fuera de Cuba, de la que han vivido conocidos oportunistas en los últimos 50 años.
Obviamente, cunde el pánico entre empresarios miamenses de la esfera turística, correveidiles, sargentos politiqueros, asoleados terroristas y otras excrecencias que infectan el sur de la Florida, ante la sola idea de que el parlamento estadounidense pueda aprobar las visitas de norteamericanos a la nación caribeña, donde gozarían de beneficios que hoy les niegan.
El carácter politizado y selectivo del informe de HRW -radicada en Nueva York—omite verdades sobre Cuba reconocidas por la Organización Mundial de la Salud, la UNESCO, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, y otras destacadas entidades.
Prestigiosos expertos internacionales, imparciales, han constatado in situ la realidad de justicia social y protección de derechos humanos que disfrutan fundamentalmente en salud, educación y modo de vida los cubanos en la Isla, sin distinción de raza ni de sexo, un panorama cualitativamente muy superior al que prevalece en los propios Estados Unidos y en otras naciones a las que HRW bendice.
¿Por qué el "infiltrado" Steinberg no cita el informe que Cuba presentó el cinco de febrero último ante el mecanismo de Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos, y el amplio reconocimiento mundial que este recibió al constatarse las verdades NO sujetas a malas intenciones de intereses creados?
¿Será que los informantes y el propio paseante creen gozar de mayor credibilidad que los embajadores acreditados en Cuba por las naciones que mantienen relaciones estables con la mayor de las Antillas?.
¿Acaso no le dice nada a HRW el abrumador respaldo a este país en la reciente Asamblea General de la ONU, cuando 187 naciones de las 192 representadas votaron contra el bloqueo económico, comercial y financiero que EE.UU. aplica con intención genocida contra las familias cubanas desde hace medio siglo?
A pesar de la propaganda pagada a medios de difusión plegados a desinformar sobre Cuba, la inteligencia de los seres humanos no puede ser objeto de burla por alguien sin exponerse al ridículo, ese que hoy alinea a HRW, a Vivanco y a Steinberg junto a otros crápulas vinculados a la Agencia Central de Inteligencia estadounidense.
De nuevo las malas intenciones y el cretinismo se evidenciaron con tan clara lucidez en el informe de un escribidor asalariado.
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