La decisión de crear la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) adoptada por 32 presidentes, primeros ministros y sus representantes en el balneario de Playa del Carmen, en la costa mexicana de Quintana Roo, entró en la historia.
La decisión actual es el resultado del proceso desarrollado en la región con los acontecimientos de los últimos años, a partir del triunfo de la Revolución cubana y del nacimiento de gobiernos con tendencias progresistas, preocupados por la deuda social y la necesidad de sacar a millones de personas de la pobreza.
No hubo ninguna sorpresa. En la Cumbre de América Latina sobre Integración y Desarrollo de Sauipe, en Brasil, la idea la hizo pública. el mandatario ecuatoriano Rafael Correa al declarar que era hora de formar una entidad en la cual estuvieran solo latinoamericanos y caribeños, sin Estados Unidos y Canadá. La semilla cayó en tierra fértil.
En Washington la noticia no debe haber sido muy bien recibida, aunque ya la esperaban, porque en ambas regiones se aboga cada día más por la integración total, pero no por la neoliberal, sino por la que predicaban Simón Bolívar y José Martí.
De todos los discursos pronunciados se pueden extraer frases en el sentido de la necesidad de la unidad, con la voz sobresaliente de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
El presidente anfitrión, Felipe Calderón, anunció que “están dadas las condiciones para avanzar hacia la constitución de una organización regional puramente latinoamericana y caribeña”.
El mandatario cubano, Raúl Castro, calificó la creación del nuevo mecanismo como "de trascendencia histórica".
No faltaron en las posiciones solidarias de la región el apoyo a Cuba con una declaración que reza tajantemente: "Reclamamos al gobierno de los Estados Unidos que, en cumplimiento de las sucesivas resoluciones aprobadas por el Consejo General de la ONU, ponga fin al bloqueo económico, comercial y financiero que mantiene contra Cuba", y también ofreció todo su respaldo a la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas.
No se puede pensar que hubo absoluta unanimidad de posiciones en este continente tan heterogéneo, pues alrededor de la mesa ovalada del balneario mexicano había representantes de naciones de tendencia progresista, gobiernos abiertamente de derecha y otros de izquierda. Pero por sobre esas políticas, triunfó la unidad.
El acuerdo de los mandatarios latinoamericanos no significa que ya existe la nueva entidad limpiamente latinoamericana y caribeña. Aún es preciso crear los mecanismos, redactar los estatutos que la regirán y otros detalles para la creación de la organización.
No desaparecerán la Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo ni el Grupo de Río hasta tanto la “Cumbre de la Unidad ”, como se ha denominado a esta de la Riviera Maya, haya constituido completamente el nuevo organismo.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter