En centros laborales y a nivel de barrio las organizaciones políticas y de masas discuten con su membresía el discurso del General de Ejército Raúl Castro, pronunciado ante el Parlamento cubano el primero de agosto último, en que planteó la necesidad de reducir las plantillas excesivas en el sector estatal.
Por ser el reordenamiento laboral y salarial de las más sensibles y complejas medidas adoptadas por la Revolución en su historia, el propio Presidente de los Consejos de Estados y de Ministros insistió en la importancia del debate político con los trabajadores antes de su aplicación gradual, en la primera etapa, que concluirá en marzo de 2011.
Aunque gran parte de la población es consciente de este proceso, el cual resulta impostergable y vital para la actualización del modelo económico cubano, realmente su debate ha generado mezcla de expectativas, dudas y opiniones contrarias en el seno laboral, hogareño y en disímiles lugares de campos y ciudades.
Recordemos que en las asambleas de reflexión realizadas con el pueblo en 2007, tras el discurso de Raúl el 26 de julio de ese año en Camagüey, muchos de los planteamientos recogidos se referían al asunto de las plantillas infladas y la mayoría de los cubanos criticaba ese asunto y cómo se estaba actuando entonces en el sector económico.
De tal manera, la población entiende cómo al ritmo que marchábamos, en medio del impacto del bloqueo norteamericano, de la crisis mundial, de las limitaciones financieras y de los serios problemas de eficiencia y productividad del trabajo, se hacía insostenible la economía y, por tanto, peligraría la supervivencia de la Revolución.
Sin embargo, “el paraguas podría trabarse” a la hora de hacerle entender al trabajador, quizás con muchos años de servicios y hasta con méritos laborales, que en la racionalización de plantillas quedó disponible, y como tal será reubicado en otra plaza, centro o rama, o deberá acogerse al trabajo por cuenta propia.
Entonces, en aras de que todo fluya, ya sea porque el propio afectado considera que no se actuó con justicia y apego a la ley, o que hubo violaciones en los procedimientos y no se fue transparente en el proceso y, peor aún, para no perder la fe y credibilidad en la Revolución, se debe debatir con argumentos bien sólidos, sin superficialidades, este asunto tan delicado y traumático para cualquier compatriota y su familia. Hay que preverlo todo.
Los asociados de la Unión Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) en sus delegaciones de base; especialistas y funcionarios de las direcciones provinciales y municipales de Economía y Planificación, Finanzas y Precios, así como del Trabajo, entre otras, incluyendo estudiantes y profesores de esas ramas, podrían aportar mucho en esos análisis colectivos.
No olvidemos que, cuando en muchos países sus gobiernos y las empresas privadas lanzaban a la calle a decenas de miles de asalariados para enfrentar la crisis, en Cuba el Estado protegía a los trabajadores.
Pero no deja de ser real que tal política estuvo permeada de cierto paternalismo e igualitarismo, y generó plantillas infladas en casi todos los ámbitos del quehacer nacional, pagos de salarios sin vínculo con los resultados, elevación de la masa de dinero en circulación, resquebrajamiento de la disciplina y el no aprovechamiento de la jornada laboral.
La situación actual obliga entonces a poner fin a tales fenómenos, a perfeccionar la sociedad consolidando su economía, su base productiva, allí donde se generan los bienes y servicios en beneficio del pueblo y el desarrollo del país, pero las personas deben estar convencidas de ello.
El primero de agosto, al anunciar el acuerdo del Consejo de Ministros de reducir el exceso de plantillas, Raúl planteó que se actuaría por etapas y previamente se desarrollaría un proceso político bajo la dirección del Partido Comunista de Cuba y la activa participación del movimiento sindical, lo cual tiene lugar por estos días en todo el país.
“Es preciso conformar un clima de transparencia y diálogo donde prime la información oportuna y diáfana a los trabajadores, en el cual las decisiones sean colegiadas adecuadamente y se creen las condiciones organizativas requeridas”, subrayó entonces.
Pero ya en abril último, en la clausura del IX Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, había alertado:
“Sabemos que sobran cientos de miles de trabajadores en los sectores presupuestado y empresarial, algunos analistas señalan que el exceso de plazas sobrepasa el millón de personas y este es un asunto muy sensible que estamos en el deber de enfrentar con firmeza y sentido político”, insistió.
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