Como el suceso institucional más importante de la región en un siglo, definió el líder de la Revolución cubana Fidel Castro aquel histórico evento del tres de diciembre del 2011.
Nacía la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), una asociación que agrupa a los países independientes del área, sin la presencia de Estados Unidos y Canadá. Era evidente la madurez política alcanzada.
Desde el 2008 se anunciaban pasos de avance hacia un mayor grado de concertación y un discurso cada vez más comprometido con la integración. Algo bueno se revelaba en el camino.
Con la convocatoria de Brasil a la Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo, en diciembre de ese año, arrancó el motor. Por primera vez se reunieron todos los mandatarios regionales. Nunca antes había ocurrido.
Ya en marzo, el primer antecedente. México asumió la secretaría pro témpore del Grupo de Río y se trazó el objetivo de fortalecerlo, ampliando la membresía para hacerlo más representativo.
En abril, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, en un gesto de verdadera conciencia integracionista comenzó a circular una carta a sus homólogos del área con la propuesta de crear una nueva organización puramente latinoamericana y caribeña.
Un importante hito tendría lugar meses después. En noviembre de 2008 ingresa Cuba al Grupo de Río como miembro de pleno derecho.
Pero el parto no resultó sin complejidades. Consultas y negociaciones marcaron el 2009. El Grupo de Río era el escenario principal. Estaba clara la necesidad de una integración mayor pero no fue hasta febrero de 2010, en la Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de Cancún, México, que se llegó finalmente al acuerdo.
En la evolución política que mostraba la zona, un peso de vanguardia lo tuvo la llegada al poder de gobiernos más comprometidos con la independencia y la justicia social.
A lo que se sumaron el fracaso de los modelos neoliberales y los esquemas de libre comercio, y el descrédito de la política de EE.UU. hacia el área, en especial bajo el gobierno del ex presidente George W. Bush.
El surgimiento de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), el papel más influyente de nuestro Sur a nivel global, y la brecha creciente entre los intereses de Norteamérica y la región, también hicieron lo suyo.
Y aunque somos la unidad en la diversidad, muchas miradas y una sola voz, quedaron claros principios básicos para andar juntos y no revueltos.
Como nueva organización la CELAC tiene que saber desenvolverse para alcanzar el significativo papel que se aspira desempeñe. El apoyo de todos los miembros es imprescindible, si se quieren lograr resultados sobre denominadores comunes y evitar la división que históricamente nos han impuesto intereses ajenos.
Hoy Chile ostenta la primera presidencia de la Comunidad hasta la Cumbre de enero de 2013, responsabilidad que asumirá Cuba a partir de ese momento y luego Costa Rica en 2014, hasta completar la troika inicialmente acordada.
Con la mirada y la esperanza de los pueblos como espuela se desarrollará la Primera Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de esta Comunidad de países.
Solo Paraguay estará ausente, según confirmó el pasado 27 de diciembre el canciller de ese país suramericano, José Fernández Estigarribia.
La decisión se supo tras agotarse las instancias diplomáticas para lograr la participación del actual mandatario Federico Franco, quien asumió el cargo luego del juicio político que destituyó en junio de 2012 al legítimo presidente Fernando Lugo, resultado del complot fraguado en su contra por la ultraderecha.
Sí asistirán Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Suriname, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.
Los Jefes de Estado y de Gobierno de estas naciones sostendrán, los días 26 y 27 de enero, una reunión con sus homólogos europeos en una Cumbre que será la primera de este tipo tras la creación de la CELAC, un encuentro antecedido por otras sietes citas celebradas entre estos países desde 1999.
Y aunque los retos son compartidos, buen peso corresponderá al Viejo Continente, atendiendo a que hoy una demanda común exige una relación mutuamente beneficiosa, y la necesidad de sobrepasar el limitado resultado de convenios o tratados de libre comercio con determinadas zonas de la región.
Como colofón, sesionará el domingo 27 y lunes 28 la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Un único objetivo deberá guiar esta unión de naciones pequeñas y grandes: que prevalezca el respeto entre iguales y el desarrollo sostenible en la originaria y necesaria diversidad.
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