Sin esperar siquiera a la liberación de sus fondos bloqueados en los bancos occidentales, Irán se dispone a comprar una gran diversidad de equipamiento militar ruso, adquiriendo incluso sus licencias. Teherán se convertiría así en el primer cliente de Moscú, incluso por delante de Nueva Delhi, poniéndose además en posición de aplicar su propia política sin convertirse en gendarme regional por cuenta de Washington.
Antes de partir de Moscú, el 14 de febrero de 2016, el ministro iraní de Defensa concedió una entrevista al canal iraní de televisión TV2 IRIB, donde declaró que Irán tiene intenciones de adquirir licencias para la fabricación de nuevos tipos de armamento, mencionando concretamente el avión ruso Sukhoi Su-30 SM. El Su-30 y el Su-35 representan la crema de la tecnología rusa en materia de aviones multipropósito de la generación 4++. Ya se han producido más de 700 ejemplares del Su-30 para las fuerzas aéreas de Rusia, Argelia, China, la India, Indonesia, Uganda, Vietnam, Venezuela y Kazajstán.
Hossein Dehghan subrayó que lrán quiere sustituir su flota ya obsoleta de 200 F-5 Tiger II (así como sus copias de fabricación local denominadas Saeqeh), F-14 A Tomcat, F-4 D Phantom, MiG-29A/B, F-7 (copia china del MiG-21) y Mirage F1.
Ese tipo de cooperación forma parte del programa M-ATF, detenido después de la imposición de las sanciones económicas, mediante el cual Rusia se había comprometido a garantizar la transferencia de tecnología militar a Irán. En el marco de ese programa, Irán adquiriría la capacidad de producir un nuevo avión de la generación 4++, capaz de enfrentar los Eurofighter Typhoon, F-15 y F-18 de los que disponen Arabia Saudita, Kuwait e Israel.
Después de la estancia del ministro de Defensa iraní en Moscú, el diario ruso Kommersant reveló que Irán y Rusia firmaron un acuerdo ascendente a 8 000 millones de dólares y que, además de la compra del Su-30, el contrato incluye también la entrega de 12 Yak-130, de helicópteros Mi-17, baterías de misiles antinavío K-300P Bastion-P, submarinos convencionales y fragatas capaces de lanzar misiles de crucero Kalibr, todo ello en un contexto donde el Consejo de Cooperación del Golfo (Bahréin, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos) o –o sea, los adversarios regionales de Irán– no disponen de submarinos.
Por su parte, el general Heydari Kiyumars, comandante de las tropas blindadas de las fuerzas armadas de Irán, anunció que su país está dispuesto a pasar a una etapa importante en materia de equipamiento moderno mediante la compra de un lote de 100 tanques T-90 y que espera obtener también de Rusia la licencia para la producción de ese tanque.
Los blindados que Irán posee actualmente son 480 T-72M1 y T-72S rusos y 150 tanques Zulfiqar de fabricación iraní, con tecnología de los años 1970. Por su parte, Arabia Saudita y Kuwait cuentan con tanques estadounidenses del tipo M1 Abrams mientras que Qatar y Turquía disponen de tanques alemanes Leopard 2A7 y los Emiratos Árabes Unidos están equipados con el tanque francés Leclerc.
¿Cuál es el interés de Rusia en esta cooperación?
Voluntarios iraníes de los Guardianes de la Revolución hoy luchan eficazmente en Siria junto al Ejército Árabe Sirio, la aviación rusa y el Hezbollah libanés contra el Emirato Islámico. Irán autorizó el uso de su espacio aéreo para facilitar el despliegue de los aviones rusos en la base aérea de Hmeymim, en el oeste de Siria, así como para los disparos rusos con misiles de crucero lanzados desde el Mar Caspio y el paso de los bombarderos pesados Tu-160, Tu-22M3 y Tu-95MS.
Rusia estima que un Irán bien apertrechado es una garantía de que ese país no será atacado por Israel y las monarquías del Golfo, subordinados todos a los intereses estadounidenses y que cuentan para ello con el armamento más moderno. Unas fuerzas armadas iraníes dotadas de las mejores tecnologías limitarán la influencia de Estados Unidos en todo el Medio Oriente y servirán para prevenir una eventual invasión militar estadounidense, como la registrada en Irak, y las acciones militares de las monarquías del Golfo aliadas de Washington, como las que ya se han visto en Siria y Yemen con la «primavera árabe».
¿Qué gana Irán en esta cooperación con Rusia?
Durante los últimos 10 años, fue la India el principal beneficiario de la tecnología militar rusa. Un 40% de las exportaciones anuales rusas de armamento iban a ese país. La India ha producido bajo licencia rusa tanques T-90, aviones de combate multipropósito Su-30, sistemas de misiles antinavío BrahMos, etc. Rusia ha vendido a la India fragatas multipropósito, un portaviones equipado con aviones MiG-29K y helicópteros antisubmarinos Ka-31, etc. Esta cooperación ha tenido visibles efectos en términos de disuasión ante los adversarios de la India, que son la China y Pakistán.
Al parecer, Irán ocupará en 2016 el lugar que hasta ahora tuvo la India ya que todas esas decisiones forman parte de un acuerdo-marco más amplio de cooperación entre Rusia e Irán para la modernización de la industria de defensa. Se trata de la entrega del material de alta tecnología capaz de poner a Irán en condiciones de enfrentar todas las amenazas regionales y mundiales. Irán cuenta además con su integración a la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), en base a una proposición de Vladimir Putin presentada en 2001, al declararse Rusia socio estratégico, económico y militar de Irán.
A lo largo del último decenio, Irán no tuvo acceso a la adquisición de tecnología avanzada, acceso que sí tuvieron los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (Bahréin, Kuwait, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos). Esos países, extremadamente ricos, podían adquirir las últimas tecnologías civiles y militares occidentales, pero su problema reside en que son incapaces de garantizar el mantenimiento y reparación del material adquirido ya que no han desarrollado ningún tipo de capacidad de fabricación –con excepción del sector petrolero.
Contrariamente a sus vecinos. Irán ha dedicado una parte enorme de su presupuesto nacional a la educación y la investigación. Las instituciones de enseñanza iraníes han formado un sector altamente preparado, capaz de adaptarse a las tecnologías más recientes. El resultado natural de esas inversiones es que Irán ha creado capacidades para su industria de defensa.
Irán no dispone, por el momento, de grandes sumas de dinero. Pero el levantamiento de las sanciones económicas se traducirá en la liberación de sus fondos depositados en bancos extranjeros, por un monto de 100 000 millones de dólares. Los países más industrializados de la Unión Europea (que son al mismo tiempo miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU) no están dispuestos aún a proporcionar a Irán las últimas tecnologías, aunque sí corren a comprar el petróleo iraní y ansían ser aceptados en ese país como inversionistas. Y cuando hayan invertido cientos de miles de miles de millones de euros en Irán, se opondrán al regreso al régimen de sanciones.
Irán cuenta con su fuerza de trabajo calificada y sus capacidades de producción –que pertenecen completamente al Estado– le permiten adaptar y transformar los motores y medios de combate, los sistemas de detección y guía, los sistemas automatizados así como numerosas aplicaciones civiles.
Irán es capaz de sentar las bases de un sistema de salud moderno, así como de sistemas de transporte, de turismo, de una industria de fabricación de vehículos automotores y, más generalmente, de una economía competitiva que no se basará solamente en la exportación del petróleo y sus derivados sino en productos con alto valor añadido. Si las cosas se desarrollan como prevén los dirigentes iraníes (una tasa de crecimiento entre 8 y 10%), en menos de un decenio la economía iraní ocupará el octavo o el noveno lugar a nivel mundial.
En esa carrera, plagada de obstáculos, los dirigentes iraníes apuestan por un caballo ganador, que se llama Rusia.
Para los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo e Israel, el programa de modernización de la economía iraní y el surgimiento en ese país de una industria competitiva constituyen una real preocupación.
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