Desde el 11 de abril de 2016, fecha en que Egipto cede a Arabia Saudita las islas de Tiran y Sanafir, El Cairo y Riad han multiplicado las declaraciones donde afirman que esas islas siempre fueron sauditas, esperando aplacar así la cólera de los nacionalistas egipcios [1].
Los gobiernos de Egipto y de Arabia Saudita, y quienes los respaldan, han publicado varios documentos internos que deberían demostrar lo que ahora afirman. Sin embargo, en derecho internacional, lo único que tiene validez es la Convención de Londres de 1840. Al término de la «crisis del Oriente», en la que se enfrentaban el gobernador de Egipto Mehmet Alí (considerado como el fundador del Egipto moderno) y el sultán otomano, se decidió que el primero renunciaba a Siria y conservaba Egipto y Sudán, incluyendo las islas de Tiran y Sanafir. Ningún tratado internacional ha modificado, desde entonces, la soberanía sobre las islas, hasta que el presidente al-Sissi anunció su cesión.
Por su parte, el ministro de Defensa de Israel, Moshe Yaalon, confirmó que El Cairo consultó previamente su decisión con Tel Aviv. En efecto, en el marco de los Acuerdos de Camp David, Egipto se había comprometido a garantizar que los barcos de Israel pudieran circular libremente a través del estrecho de Tiran. A cambio de ese compromiso, Israel restituyó a Egipto, en 1982, las islas ocupadas por las tropas israelíes. Obsérvese que Israel no restituyó las dos islas a Arabia Saudita sino a Egipto, país al cual había arrebatado esos territorios.
Dado el hecho que la parte saudita ya se había comprometido a respetar esa parte de los Acuerdos de Camp David, Israel no se opuso a la cesión.
[1] «¿Hacia dónde va Egipto?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 25 d abril de 2016.
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