Desde la organización del golpe de Estado en Ucrania, la instalación de nazis en Kiev y el regreso de Crimea a la Federación Rusa, la OTAN se empeña en alimentar la paranoia de sus miembros en el este de Europa. Según Bruselas, lo que hizo Moscú no fue proteger a los pueblos de Crimea de un gobierno plagado de nazis sino conquistar por la fuerza y anexar ese territorio históricamente ruso. Apoyándose en esa narrativa, Washington ha logrado ocupar militarmente el este de Europa, sin que protesten los pueblos sometidos a esa ocupación. Al contrario, ahora se alarman ante cada maniobra militar rusa.
Durante las semanas anteriores a la realización de los ejercicios ruso-bielorrusos «Zapad 2017», y durante el desarrollo de estos, a mediados de septiembre de 2017, la prensa occidental se hizo eco de todo tipo de hipótesis inquietantes, según las cuales «Zapad 2017» era para Rusia una oportunidad para invadir los países del flanco oriental de la OTAN. Nadie se tomó el trabajo de estudiar el escenario de esos ejercicios, y nadie cuenta con la formación necesaria para analizarlo. Veamos, por tanto, de qué se trata.
Los ejercicios Zapad 2016 se desarrollaron del 14 al 20 de septiembre de 2017. Tenían como objetivo:
«Mejorar la formación y el uso de los grupos de fuerzas armadas para garantizar la seguridad militar de una posición avanzada estratégica para la defensa colectiva de Rusia y Bielorrusia.»
El escenario de esos ejercicios planteaba que el territorio de Bielorrusia y el enclave ruso de Kaliningrado enfrentaban una infiltración masiva de fuerzas especiales que actuaban como terroristas. Según el escenario planteado, esas fuerzas venían de 3 países ficticios: Vajsnorya, Vesbaria y Lubenia. En los mapas, Vesbaria se situaba en territorios de Lituania y Letonia mientras que Lubenia incluía parte de Lituania y Polonia, países que en la vida real son todos miembros de la OTAN. Los terroristas infiltrados habían tomado el control de Vajsnorya, una zona situada en el noroeste de Bielorrusia.
La primera etapa consistía en aislar Vajsnorya del resto de Bielorrusia, para evitar los actos de sabotaje tendientes a afectar la situación socioeconómica del país y a facilitar la ejecución de un golpe de Estado en Minsk, ya que el objetivo final de los agresores sería utilizar el territorio de Bielorrusia como trampolín para iniciar una invasión militar contra Rusia.
La concepción de los ejercicios Zapad 2017 se basaba en la adopción de medidas militares capaces de impedir que Bielorrusia fuese desestabilizada y garantizar la liberación de la región ocupada, designada como Vajsnorya. Es por eso que la primera etapa de esos ejercicios buscaba verificar la capacidad de las fuerzas terrestres y aéreas rusas y bielorrusas para conservar la supremacía aérea y bloquear el corredor de infiltración inicial y el aprovisionamiento de los terroristas en armas y municiones.
La segunda etapa tenía como objetivo verificar la capacidad de las unidades aerotransportadas para intervenir a gran distancia de sus bases y para aislar y cercar después los grupos terroristas infiltrados. Esa operación suponía la realización de una maniobra con fuerzas de apoyo terrestres y aéreas para bloquear la retirada de los terroristas hacia el Mar Báltico.
La última etapa de los ejercicios consistía en cercar a los terroristas y terminaba con su eliminación física.
¿Qué conclusiones pueden sacarse de Zapad 2017?
Zapad 2017 tenía un carácter estrictamente defensivo. Se circunscribió al oeste de Bielorrusia y de Rusia. En Bielorrusia, se desarrolló estrictamente dentro de 7 polígonos terrestres, y otros 3 en Rusia, donde observadores militares de todos los países miembros de la OTAN tuvieron la oportunidad de asistir como invitados. Participaron 12 700 soldados (7 200 en Bielorrusia y 5 500 en Rusia), 680 vehículos, incluyendo 370 blindados (entre los que se contaban 250 tanques), 200 piezas de artillería, 70 helicópteros y aviones y 10 navíos de guerra [1].
La necesidad de realizar esos ejercicios viene de que los rusos temen que se produzca una invasión de fuerzas de la OTAN desde los países bálticos y Polonia. Para reforzar la seguridad en esos países, la OTAN desplegó allí recientemente la 10ª brigada de la fuerza aérea de Estados Unidos –con más de 60 aviones– y la 3ª brigada blindada estadounidense. Además, en los 3 países bálticos los miembros de la OTAN están efectuando un sistema de rotación con una escuadrilla de aviones de caza. La OTAN ha creado también una fuerza de intervención ultra-rápida alimentada por 7 países miembros con 10 000 soldados especialmente entrenados y destinados a actuar en la costa báltica y la del Mar Negro.
Los temores de Rusia son razonables ya que, según la doctrina de la OTAN, Moscú se halla en el eje estratégico bielorruso del «teatro de operaciones europeo». Ese eje comienza en Berlín, pasa por el territorio de Polonia, el enclave de Kaliningrado y Bielorrusia, atraviesa Moscú y se prolonga hasta Samara (la antigua Kubischev). Los blindados pueden avanzar rápidamente sobre esa amplia llanura. Ese recorrido está claramente concebido para invadir Moscú. Los objetivos estratégicos son concentraciones económicas y políticas vitales –incluyendo complejos económicos, fuentes de energía, de materias primas, redes de transporte de energía, etc.– cuya conquista o control, incluso temporal, se traduce automáticamente en una modificación de la correlación de fuerzas en cualquier teatro de operaciones.
Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, en la Operación Barbarroja, iniciada el 22 de junio de 1941, el Grupo de Ejércitos del Centro desplegó su ofensiva sobre el eje estratégico bielorruso, con 50 divisiones alemanas concentradas en Polonia, para conquistar el objetivo estratégico por excelencia: Moscú.
Rusia ha declarado repetidamente que los 5 000 millones de dólares de financiamiento estadounidense al Euromaidán de Kiev –cifra mencionada por la entonces secretaria de Estado adjunta de Estados Unidos, Victoria Nuland [2])– condujeron a un golpe de Estado mediante el cual Ucrania pasó a la categoría de enemigo de Rusia, situación que permite a Estados Unidos plantearse en el futuro la posibilidad de invadir Rusia con tropas de la OTAN. Esa hipótesis no carece de fundamentos ya que la invasión podría realizarse siguiendo el eje ucraniano, que es ciertamente la mejor ruta del teatro de operaciones europeo. Ese eje estratégico comienza en Munich (Alemania), atraviesa Polonia, Ucrania, el suroeste de Rusia, pasa a Volgogrado (la antigua Stalingrado) y continúa a lo largo del Volga hasta su desembocadura en el Mar Caspio.
El plan Barbarroja de invasión de la URSS, durante la Segunda Guerra Mundial, confió la conquista de Ucrania al Grupo de Ejércitos del Sur, que se componía de 57 divisiones alemanas, italianas, húngaras y rumanas. Parte de esas fuerzas, que totalizaban 330 000 soldados, fue cercada alrededor de Stalingrado, destruida u obligada a rendirse a los soviéticos, el 26 de enero de 1943. Elegir Ucrania como base de partida para la ofensiva de la OTAN, daría a la alianza atlántica la ventaja de poder evitar los combates en las montañas de los Cárpatos, que alcanzan los 2 061 metros de altitud.
[1] Zapad 2017 no tuvo en realidad una dimensión importante ya que estuvo por debajo del límite de los 13 000 hombres, más allá del cual los Estados miembros de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) –entre los que se hallan Bielorrusia y Rusia– se comprometen a invitar como observadores a todos los demás miembros de esa organización.
[2] “Remarks by Victoria Nuland at the U.S.-Ukraine Foundation Conference”, por Victoria Nuland, Voltaire Network, 13 de diciembre de 2013.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter