Siguiendo instrucciones de mi Gobierno, le transmito por medio de la presente estas cartas idénticas para plantear una importante cuestión: la falta de ecuanimidad que demuestra el actual Presidente del Consejo de Seguridad, el Representante Permanente de Bélgica, al presidir las sesiones del Consejo relativas a la situación en la República Árabe Siria y a la lucha contra el terrorismo.
Hemos observado con preocupación y recelo que el Presidente actual del Consejo de Seguridad no ha demostrado imparcialidad ni objetividad al presidir esas sesiones. Su forma de proceder ha exacerbado la división y la polarización del Consejo y ha desviado las sesiones dedicadas a la situación política y humanitaria en mi país, Siria, de su tema real.
El Gobierno de mi país no ve ninguna justificación para que el Presidente del Consejo de Seguridad aproveche las facultades a él conferidas para dar preferencia a las opiniones de su Gobierno y de otros miembros del Consejo, invitando a personas que no están acreditadas ante las Naciones Unidas, que no tienen ninguna posición ante la comunidad internacional y que carecen de objetividad, para que hagan exposiciones informativas con el único propósito de atacar al Gobierno de la República Árabe Siria y sus aliados en la guerra contra el terrorismo, y formular acusaciones infundadas contra ellos. El efecto que ello tiene es debilitar la posición y la función del Consejo de Seguridad, el principal órgano responsable de mantener la paz y la seguridad internacionales.
Como otros antes que él, el Presidente del Consejo de Seguridad ha invitado a personas pertenecientes a grupos de la oposición para que puedan atacar de forma rastrera al Gobierno de Siria y distorsionar su postura y la de sus aliados. Esta conducta es contraria a la función que han de desempeñar las Naciones Unidas. Se trata de un intento manifiesto de difamar a un Estado Miembro de la Organización abusando de las prerrogativas del Presidente del Consejo de Seguridad para promover la opinión de determinadas partes.
Nos sorprendió mucho lo que sucedió recientemente en la sesión del Consejo celebrada el viernes 7 de febrero de 2020 (S/PV.8716), cuyo objetivo era examinar el décimo informe del Secretario General sobre la amenaza que supone el EIIL (Daesh) para la paz y la seguridad internacionales y la gama de actividades que realizan las Naciones Unidas en apoyo de los Estados Miembros para combatir la amenaza (S/2020/95). En esa sesión, el Presidente del Consejo no demostró ni siquiera un ápice de ecuanimidad u objetividad, desviando la sesión de su tema principal al dar la palabra a una mujer que vive en Turquía, so pretexto de que iba a describir su experiencia en la ciudad siria de Al-Raqqa bajo el control de Daesh.
Lo que en realidad sucedió fue que la mujer compareció por videoconferencia portando una insignia que representa a grupos terroristas de la oposición. En su supuesta exposición informativa, la mujer se desvió de la única finalidad de la sesión —la lucha contra Daesh— y atacó al Gobierno de Siria y a sus aliados afirmando que violan el derecho internacional. La mujer calificó la intervención de las fuerzas de la coalición internacional liderada por los Estados Unidos en Al-Raqqa de “victoria” y “liberación”. No obstante, todo el mundo sabe que las fuerzas de esa coalición carente de legitimidad destruyeron la ciudad, y que los cuerpos de las víctimas llevan años enterrados bajo los escombros. Así lo han comprobado los comités internos especializados creados por el Secretario General.
Debido a la conducta del Presidente del Consejo de Seguridad, se tergiversó el contenido del informe del Secretario General y esa importante sesión vio degradado su valor, al apartarse de su tema original: la lucha contra el terrorismo y Al-Qaeda. No solo eso, el Presidente del Consejo de Seguridad hizo caso omiso de que las Naciones Unidas son una organización integrada por Estados Miembros. Durante el tiempo que ha ocupado la Presidencia del Consejo, el Representante Permanente de Bélgica no ha sido capaz de trascender la postura política de su país, contraria a Siria, y ha caído en la trampa del sesgo y la parcialidad.
La República Árabe Siria ha visto información documentada del Consejo de Seguridad en la que se confirma que sus miembros acordaron, en un retiro reciente, abstenerse de utilizar indebidamente las sesiones del Consejo y de comportarse de un modo que aumente las tensiones entre sus miembros, habida cuenta de las divergencias políticas entre los Gobiernos de estos.
Exhortamos, pues, a todos los miembros del Consejo de Seguridad a que cumplan los más altos estándares de profesionalidad y neutralidad, a que respeten el prestigio y la reputación del Consejo de Seguridad, y se abstengan de convertirlo en una plataforma mediática, sentando con ello un peligroso precedente que minaría su mandato de mantener la paz y la seguridad internacionales.
Le agradecería que tuviera a bien hacer distribuir la presente carta como documento del Consejo de Seguridad.
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