Durante una operación especial que se realiza en Chechenia, el 8 de marzo fue aniquilado Aslan Masjádov, ex presidente de Ichkeria y líder de los separatistas locales.
Chechenia no es un buen lugar para la presidencia. Según se cree, Dudaev pereció al impacto de un cohete apuntado contra él por servicios secretos rusos.
El vicepresidente Yandarbiev, que vino a ocupar su puesto, murió en el lejano Qatar, cuando fue hecho volar su automóvil. Masjádov, elegido presidente de Ichekeria (nombre que los rebeldes le dan a Chechenia) a la muerte de Dudaev, fue matado ayer. Y, por último, Ahmad Kadirov, presidente de la República de Chechenia ya dentro de Rusia, pereció el año pasado en un atentado organizado por extremistas chechenos.
Hasta el momento no está claro cómo murió Masjádov. A juzgar por todo, quienes realizaban la operación no tenían la tarea de matarlo. Según la versión del primer ministro adjunto de Chechenia, Ramzan Kadirov, a Masjádov le pegó un tiro por casualidad durante el asalto uno de sus hombres.
Según la versión del centro coordinador regional de la operación antiterrorista, Masjádov pereció cuando unos efectivos intentaron abrir por explosión el búnker en que él se encontraba. Pero la explosión no estaba dirigida contra Masjádov, todos los demás que se escondían en el búnker fueron sacados vivos y ya están haciendo declaraciones. Por lo que es muy probable que se haya inmiscuido el señor Azar, a veces sucede así.
Es más importante comprender ¿qué ha ganado y qué ha perdido Rusia con la muerte de Masjádov?. Zbigniew Brzezinski, quien fue uno de los primeros entre los politólogos occidentales en reaccionar al suceso, expresa el convencimiento de que con la liquidación de Aslan Masjádov, Chechenia ha quedado sin líder moderado y que ahora en la persona de él los chechenos «tienen un símbolo de la resistencia», que no hará sino fortalecer su aspiración a separarse.
Desde mi punto de vista, sería preferible que Masjádov fuese tomado prisionero, pero por causas distintas a las que aduce el señor Brzezinski. Masjádov desde hace mucho ya no era tanto una figura militar cuanto una propagandística, además su peso en esta última condición caía muy rápido.
Las elecciones presidenciales en Chechenia, que se celebraron en dos ocasiones, redujeron casi al nulo el peso político real de él. El globo de la imagen de Masjádov no se inflaba en Chechenia, sino desde el exterior, por lo que él no devendrá nuevo «símbolo de la resistencia», como lo afirma Brzezinski. Como tampoco llegó a serlo Yandarbiev, a pesar de que también en aquella ocasión se hacían tales suposiciones.
También se exagera la «moderación» de Masjádov. Primero, ese rasgo suyo es en mucho grado producto de los esfuerzos propagandísticos, con ello se procura disminuir a los ojos de la opinión pública occidental el daño que hace Shamil Basaev en ese campo.
Para la propia Rusia, el juego occidental de disponer de un «seguidor bueno y otro malo de la causa independentista» no tenía importancia, pues tanto el primero como el segundo estaban involucrados en los atentados y seguían insistiendo en la separación de Chechenia, lo que es inadmisible para Rusia. Las consecuencias de la muerte de Masjádov, si llegan a manifestarse, se sentirán más en Occidente que en la propia Chechenia.
Las fuerzas pro-Ichkeria tendrán que buscar con urgencia a una nueva figura para desempeñar el papel de «buen seguidor», sin hablar ya de que un doble invariablemente será más flojo que el original. Pues tras Masjádov estaba un pasado, aunque nebuloso.
Creo que con la muerte de Masjádov Rusia ha perdido por otras razones. Primero, los servicios secretos se han privado de una potencial fuente de información muy importante. Aquello que podría contar Masjádov ya no dirá nadie más. Otra cosa es que la información que obraba en su poder, especialmente la relativa a la primera campaña chechena y a las negociaciones de Jasaviurt, tenía un carácter explosivo para muchos políticos rusos.
Al conocer la noticia de la muerte de Masjadov, algunos de éstos que tenían mucho peso anteriormente habrán respirado con alivio, creo.
Estoy seguro de que hasta la verdad más amarga de cómo Rusia «metió la pata» en Chechenia sería de mucha utilidad, aunque Masjádov hecho prisionero se defendiese con la habilidad de un Milosevic. Además un proceso en que figurase Masjádov vivo sería muy útil para desenmascarar numerosos mitos que circulan en Occidente y están relacionados con el período histórico en que Chechenia bajo la dirección de él de hecho adquirió la independencia.
Se trata de un período de tiempo que mide entre los convenios de Jasaviurt de 1996 y la incursión de los extremistas chechenos en Daguestán en 1999, lo que dio comienzo a la segunda guerra de Chechenia.
En el material reunido por las fiscalías de Rusia y hasta de Ichkeria de aquel período abundan numerosas pruebas del genocidio practicado contra el pueblo ruso, de los injustos dictámenes del tribunal de chariat y los saqueos en que tomaban parte tanto jefes troperos como efectivos del servicio de seguridad del propio presidente de Ichkeria.
Según vienen a confirmar los archivos, muchos recursos que Rusia dirigía a Chechenia en aquel período (por ejemplo, para que se pagaran pensiones a los jubilados locales) ingresaban en cuentas personales de Masjádov, que estaban fuera de todo control por parte de la sociedad, y luego se depositaban en bancos extranjeros o se destinaban para organizar empresas privadas de la familia.
Fue el período en que en la Ichkeria libre floreció el negocio más oprobioso e inhumano, que es la trata. Las primeras cabezas cortadas de rehenes datan precisamente de la época de Masjádov. Resumiendo, quiero decir que es lástima que el dirigente de una «independencia» así haya escapado de la necesidad de dar respuestas a todas estas interrogantes. Masjádov se hizo presidente de un país que, al haberse liberado, se dedicó al saqueo, en vez de empezar a reconstruir su economía y organizar su propia institucionalización.
Siendo un magnífico militar (nadie tiene dudas al respecto), Aslan Masjádov resultó ser un político incapaz, y en realidad murió en dos ocasiones. Primero, al haber perdido control sobre su país, y ahora, físicamente. Además, no existe ninguna probabilidad de que Masjádov resucite, aunque sea como un símbolo. Tales personajes no resucitan.
Ichkeria es el nombre que los rebeldes chechenos dan a Chechenia.
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