La Unión Europea multiplica las declaraciones agresivas contra Irán sobre la cuestión de su programa nuclear. Con Estados Unidos, los países de la troika europea ejercen presión en el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para presentar el caso ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Este cambio de estrategia que se inició durante el último verano no ha dejado de profundizarse hasta provocar la irritación del director del OIEA Mohammed El Baradei, quien recordó que las demandas estadounidense-europeas van más allá el Tratado de No Proliferación.

Los europeos tienen el rechazo de China e India (socios económicos de Irán) y de los Países No Alineados que temen un escenario del tipo iraquí. Contra Bagdad, la denuncia ante el Consejo de Seguridad constituyó el inicio de una campaña a favor de la guerra que legitimó la amenaza ante la opinión pública. En el New York Times y luego en el International Herald Tribune, Pierre Goldschmidt, ex vicedirector del OIEA y miembro del directorio de Eurodif, consorcio nuclear asociado en una época a Irán, trata de atenuar sus inquietudes y pide que el caso sea llevado al Consejo de Seguridad. Tratando de vencer las aprensiones de quienes desean evitar una profundización de la crisis, afirma que el hecho de que pase al Consejo no conducirá necesariamente a un escenario del tipo iraquí, sino, por el contrario, fortalecerá la acción de los inspectores del OIEA. Este argumento se parece de forma muy extraña al empleado antes de la guerra de Irak por algunos medios atlantistas que afirmaban que la presión militar alrededor de Irak orquestada por Estados Unidos y las sanciones internacionales fortalecían el trabajo de los inspectores de desarme en Irak y alejaban el espectro de la guerra.
El mismo día, en el propio International Herald Tribune, Philip H. Gordon, de la Brookings Institution, y Charles Grant, del Center for European Reform, redactaron un llamamiento firmado por grandes nombres atlantistas entre quienes se encontraba el de Francis Fukuyama. El mismo es el resultado del trabajo de un grupo interno en la Brookings Institution dedicado al acercamiento trasatlántico, es decir, al alineamiento de Europa bajo el «paraguas norteamericano». El texto se propone encontrar una salida a la crisis iraní mediante la cooperación entre Europa y Estados Unidos. En realidad, al difundir la clásica propaganda antiiraní de Washington y al pedir a la Unión Europea que se mantenga lista para la aplicación de sanciones en caso de que Irán no acepte las condiciones fijadas unilateralmente, el texto trata ante todo de comprometer a Europa junto a Estados Unidos contra Teherán. Así, para los signatarios de este texto, no hay dudas de que Irán trata de adquirir el arma atómica tras un programa nuclear de apariencia civil, que Irán apoya el terrorismo internacional y socava los esfuerzos de paz israelo-palestinos. Los autores llaman a estadounidenses y a europeos a acudir a la ONU en lo formal y luego a organizar su propio sistema de sanciones fuera del derecho internacional. Numerosos signatarios de este texto participaron en la intoxicación sobre las armas de destrucción masiva iraquíes hace dos años. Son los mismos que hoy tratan de convencer a los europeos de lo bien fundamentada de la amenaza iraní y algunos de ellos participaron en la redacción del informe publicado por el IISS de Londres.

Es difícil comprender la estrategia de Francia en este asunto. Luego de haberse opuesto a la guerra de Irak, París se encuentra hoy junto a Washington en los temas sirio e iraní y maneja argumentos de mala fe. No podemos dejar de recordar los inicios del caso iraquí cuando Francia apoyó la tesis de la existencia de las armas de destrucción masiva iraquíes antes de oponerse a cualquier intervención militar basándose en la resolución de la ONU. ¿Cuál es hoy la estrategia francesa, en caso de que la haya? Esta pregunta se impone con mayor fuerza ante la lectura de la tribuna publicada en Le Monde por el ex embajador francés en Irán, François Nicoullaud. Su punto de vista tiene mucho más valor por haberse encontrado en servicio en Teherán hasta su retiro, en julio de 2005, por lo que conoce muchos aspectos de la crisis actual y las reales intenciones de Francia en cuanto a este tema. El autor se entrega a un análisis muy pragmático de la situación en Irán. Se declara favorable al enriquecimiento de uranio por parte de Irán con tal y que esto sirva únicamente para la generación de electricidad y no para la fabricación de armamento nuclear, y que todo el proceso tenga lugar bajo el control del OIEA. Mediante comentarios técnicos, recuerda que si bien la mayor parte de las tecnologías nucleares son duales (es decir pueden tener al mismo tiempo una utilidad civil y militar), su uso no es el mismo según el objetivo perseguido. Se trata de una precisión perfectamente conocida por un experto como Pierre Goldschmidt, pero que éste último ocultó en su tribuna. Para Nicoullaud, Irán puede perfectamente producir uranio enriquecido, dado que si Teherán transgrediera este acuerdo, habría tiempo más que suficiente para castigarlo antes de que llegara a disponer efectivamente de la bomba. La militarización del programa nuclear iraní no puede escapar al OIEA si los controles se mantienen rigurosos.
Este análisis tan pragmático encuentra poca repercusión en la prensa europea que prefiere dar la palabra a los «expertos» que denuncian la inminencia del peligro nuclear iraní.

En los Estados Unidos, los halcones han adoptado ya una posición más dura y se preguntan cuándo se atacará a Irán. El coordinador de esta corriente, Franck J. Gaffney Jr., considera que los golpes contra Teherán deben ser inminentes y se encarga de desarrollar aún más la imagen de un Irán amenazante en el Washington Times. Sin embargo, su tribuna semanal es ocasión para insistir en otras cuestiones que considera muy importantes. Así, afirma que Irán podría provocar un impulso electromagnético de gran envergadura sobre los Estados Unidos gracias a sus armas nucleares y poner así a Washington de rodillas. Esto requiere por lo tanto un rápido ataque preventivo. Lamentablemente, las armas norteamericanas están equipadas con un programa alemán para gestión de su material, lo que hace deducir al autor que Berlín tiene los medios para impedir que Washington ataque a Irán, lo que no dejará de hacer Gerard Schröder. No nos queda claro cómo podría Alemania impedir algo a Estados Unidos mediante la venta de un programa; el razonamiento parece bastante oscuro. Sin embargo, seamos indulgentes con el analista neoconservador. En una sola tribuna decidió promover la guerra contra Irán, la defensa antimisiles norteamericana, la compra patriótica en materia de armamento y la necesidad de tener una Alemania sumisa. Tal exceso de esfuerzos sólo podía recurrir a la síntesis argumentativa.
Sin embargo, si bien los halcones se imaginan ya atacando a Irán, una guerra contra la República Islámica no será nada fácil. Es lo que trata de demostrar el analista sirio de Alquds Alarabi, Mohamed Ajlani. El autor recuerda que Irán tiene una posición estratégica ideal y provoca muchas codicias debido a sus riquezas. Sin embargo, no es un adversario fácil. El ejército iraní no ha sufrido nunca un embargo y tiene apoyo popular, no se le considera el ejército de un régimen. Además, Irán puede convocar la ayuda del mundo chiíta y se beneficia de las alianzas con China e India. En estas condiciones, Estados Unidos se rompería los dientes atacándolo. Sin embargo, el autor teme que Washington esté dispuesto a hacerlo así y todo.

Es evidente que Irán no es el Irak de Sadan Husein. Este país tiene mucho más apoyo internacional y da muestras de más habilidad que Irak antes de ser invadido. Consciente de su fuerza, Teherán trata de realizar una contra-propaganda dirigida a Europa. Mientras los medios atlantistas agitan la amenaza nuclear iraní y llaman a la unidad del «mundo occidental», Irán, por su parte, llama a una alianza para enfrentar la hegemonía estadounidense.
El embajador iraní en Londres, Seyed Mohammad Hossein Adeli, lamenta en The Guardian la actitud de la Unión Europea en el tema nuclear así como su sumisión a Estados Unidos. Para el diplomático, las relaciones entre Irán, el Reino Unido, Francia y Alemania eran buenas hasta que Washington logró modificar las posiciones europeas. Reafirma la posición tradicional de su país: el programa nuclear es únicamente civil y la necesidad de diversificación energética es reconocida desde hace mucho tiempo por los occidentales. En cuanto a este último punto, se basa en un estudio de BP que afirma que Irán podría convertirse en importador neto de petróleo en 2024. Este estudio ha sido considerado optimista por algunos que estiman que Irán podría importar petróleo a partir de 2015. El embajador recuerda igualmente la legalidad del programa nuclear de su país y anima a los europeos a tomar distancia de Estados Unidos. La elección del diario que difunde este texto no es neutral. El Guardian es el diario que más denuncia el control de Estados Unidos sobre la política exterior británica. Este llamado ocurre igualmente cuando hay rumores de un enfrentamiento en el gobierno laborista sobre la cuestión iraní que aparecen en los diarios del Reino Unido.

En su intento de acercamiento a los europeos, Irán puede contar con Rusia y especialmente con la acción diplomática de Vladimir Putin. El sitio web Iran.ru reproduce los principales fragmentos de la entrevista concedida por el presidente ruso a Fox News. Éste se declara favorable a la consecución del programa nuclear iraní pronunciándose firmemente contra la proliferación nuclear… sin asociarla explícitamente a Irán. Expresa su satisfacción por sus relaciones con Mahmud Ahmadineyad, con los europeos y con los norteamericanos. Ante todo invita al respeto del derecho internacional y pone a su país como garante del mismo, posición que desea adopte la troika europea.
En el mismo sitio, el presidente de la Agencia para la Energía Nuclear Rusa, Alexander Rumiantsev, llega aún más lejos. Estima que los europeos deberían unirse a la asociación entre Moscú y Teherán para el desarrollo del programa nuclear iraní. Por otra parte, adopta la posición diplomática clásica de Rusia: Irán tiene todo el derecho de poseer un programa nuclear civil y es necesario que ese derecho se respete, aunque evitando que el programa sea desviado.