Quienes han tenido la oportunidad de acercase a la doctrina revolucionaria de Carlos Marx, Federico Engels y Vladímir Ilich Lenin, y hoy se interesan por los cambios progresistas que tienen lugar en América Latina, sin dudas coincidirán en que las ideas originales de aquellos grandes de la revolución están tan vivas y potentes como siempre.
Estamos asistiendo precisamente al gran mentís a los ideólogos del imperialismo, que con la debacle de un modelo de socialismo en Europa del Este y la extinta Unión Soviética, predicaron de inmediato el pretendido anacronismo de la ideología de los oprimidos...el fin total de la historia, para usar sus propias palabras.
Pues no. Hay revoluciones en América Latina, y precisamente a partir de las condiciones concretas y las posibilidades de cada pueblo y nación, un elemento clave proclamado por los fundadores del tan denostado socialismo científico.
Y se cumple otra vez en estas tierras la máxima que habla de la inevitable lucha de clases entre oprimidos y opresores a favor de la liberación y el bienestar de los primeros, incluido, desde luego, el postulado de que los grupos dominantes (imperialismo y oligarquías criollas) no cederán tranquilamente sus privilegios y no desmontarán en paz sus mecanismos de dominación.
Y esa lucha de clases tiene expresiones muy concretas en acciones como la conquista del gobierno por las fuerzas populares en varias naciones, y del otro lado las revueltas, intentonas golpistas y el injerencismo de Washington y sus aliados internos para abortar semejantes procesos.
Mientras, el empeño de los nuevos estadistas por revertir la legislación implantada por los oligarcas, redactar y hacer vigentes nuevas constituciones, y de esa forma acceder a mayores cuotas de poder real, recuerdan las tesis que hablan del desarrollo de las revoluciones por etapas marcadas por la radicalización progresiva, como una necesidad de hacerse funcionales, efectivas, eficaces y cada vez más fuertes y duraderas.
Desde luego, un análisis más exhaustivo, no concebible en un resumido material periodístico como este, sin dudas arrojaría nueva luz sobre estas tremendas coincidencias reveladoras de que las ideas y principios que los enemigos de los pueblos han querido sepultar, brillan con luz propia y no cejan de guiar, mostrar, enseñar y advertir.
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