Gerardo Hernández Nordelo nació en la capital cubana el cuatro de junio hace 45 años en el seno de una humilde familia, que desde la niñez le inculcó el amor por la patria y la justicia social.
Desde hace casi 12 años Gerardo fue encarcelado en Estados Unidos y luego de un amañado juicio en Miami condenado a dos cadenas perpetuas más otros 15 años por el único delito de luchar contra el terrorismo.
Este Héroe de la República de Cuba pasa nuevamente su cumpleaños en una solitaria celda. En el tiempo de confinamiento se ha visto privado de sus más elementales derechos humanos, como el de recibir las visitas de su esposa Adriana Pérez, a quien el gobierno de Estados Unidos le niega la visa de entrada al país.
Durante este cumpleaños, en la prisión estadounidense lo acompaña el recuerdo de la madre, Carmen Nordelo, fallecida como consecuencia de una larga enfermedad, y a la cual no veía desde hacía largos años.
Alicia Jrapko, miembro del Comité Internacional por la libertad de los Cinco, al evocar el ejemplo de Gerardo Hernández, René González, Fernando González, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, ha proclamado que los Cinco y sus familiares, a pesar de los sufrimientos y la lejanía, con su inmenso amor han sabido ponerse a la altura de las circunstancias.
Gerardo resultó acusado de conspiración para cometer asesinato, sin siquiera tener pruebas y evidencias que lo inculparan. Con el propósito de infringirle una elevada condena la Fiscalía lo vinculó con el derribo, el 24 de febrero de 1996, de dos avionetas de Hermanos al Rescate que violaron el espacio aéreo cubano.
Que este patriota no tuvo absolutamente ninguna relación con ese incidente fue corroborado por testimonios brindados en la Corte.
Entretanto la justa causa de Gerardo y sus compañeros, víctimas del odio visceral de Washington contra la Isla, recibe el respaldo de las personas honestas de todo el mundo que abogan por una inmediata excarcelación.
En su alegato de defensa Gerardo expresó: "La Fiscalía considera, y así lo ha pedido, que debo pasar el resto de mi vida en una cárcel. Confío en que si no es en este, en algún otro nivel del sistema, la razón y la justicia prevalecerán (...) Pero si así no fuera, me permitiría repetir las palabras de uno de los más grandes patriotas de esta nación, Nathan Hale, cuando dijo: "Solo lamento no tener más que una vida para entregar por mi patria".
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