Estados Unidos siempre soñó con apoderarse de Cuba. Tras intervenir en la guerra hispano-cubana y concluir la contienda con todos los beneficios para ese imperio, bajo el amparo de la llamada Resolución Conjunta, reconoció hipotéticamente el derecho del pueblo a ser libre e independiente.
Después del triunfo de la Revolución, con la aplicación del bloqueo económico, financiero y comercial han tratado de doblegar a este pueblo por hambre y enfermedad.
Esta realidad fue descrita por Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en octubre de 2000, al referirse a las legislaciones aprobadas por los miembros del entonces Congreso estadounidense para endurecer el bloqueo.
Año 2011, dos lustros después, la actitud es similar. La realidad, innegable, es que dicho entramado jurídico se mantiene y conforma la arquitectura del acto que califica como genocidio y guerra económica. El informe que Cuba presentará el próximo 25 de octubre en Naciones Unidas así lo revela.
Las ventas al sector de la salud no se benefician de la llamada exención de licencia (o licencia automática), que otorga el Departamento de Comercio para los productos agrícolas. La comercialización de medicamentos y equipos requiere de un permiso específico, concedido caso a caso, y con vigencia determinada.
De ser autorizados, deben cumplir -además- requisitos de control y clasificación definidos por las Regulaciones para la Administración de las Exportaciones del Departamento de Comercio.
Es más, el otorgamiento de tales licencias se condiciona a que el gobierno de los Estados Unidos sea capaz de monitorear y verificar, mediante inspecciones in situ u otros medios, que el producto sea utilizado para el propósito para el cual se autorizó. Ahhh… y no se permie la venta de tecnología de punta.
De mayo de 2010 a abril de 2011, las afectaciones al sector de la salud se calculan en 15 millones de dólares, principalmente por la compra en mercados lejanos, el aumento de los precios, además de los gastos en reactivos, piezas de repuesto y equipos.
El daño es particularmente cruel por el sufrimiento que ocasiona a pacientes y familiares.
El Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular tiene previsto para este año alrededor de 400 intervenciones quirúrgicas. El 70 por ciento de ellas serán revascularizaciones aortocoronarias, en las cuales se emplean entre 24 y 30 clip de mamarias por paciente.
Si Cuba pudiera adquirir este producto de la firma norteamericana Horizon su precio oscilaría entre 0,30 y 0,40 centavos de dólar. Sin embargo, su adquisición en terceros países lo eleva a 0,78 centavos.
El Instituto de Oncología y Radiobiología no ha navegado con mejor suerte. Su servicio de Oncopediatría se ha visto impedido de utilizar las prótesis extensibles para sustituir partes óseas en la cirugía de tumores.
Consecuentemente, tampoco ha logrado realizar tratamientos conservadores ni funcionales en niños y jóvenes afectados por tumores malignos de los huesos, debido a que dichas prótesis son comercializadas por empresas norteamericanas.
Para que el Programa Nacional de Transplante Renal efectúe sus estudios de Histo Compatibilidad sobre bases científicas y éticas, requiere de reactivos serológicos anti-HLA de alta calidad, adquiridos por terceros países a la firma One Lamda.
Hoy es casi imposible disponer de esos productos, lo que traerá como consecuencia la paralización de ese Programa, tan necesario para la supervivencia de los afectados por esa enfermedad, o llevará ese proyecto a un plano científicamente inferior.
Provocar ira y descontento por hambre es también otro recurso de fuerza. Desde marzo de 2010 a marzo de 2011 las afectaciones se calculan en el orden de los 120 millones 300 mil dólares.
A pesar de la posibilidad de importar algunos productos agrícolas y alimentos desde Estados Unidos, la empresa cubana Alimport enfrenta múltiples dificultades generadas por las condiciones onerosas y altamente reguladas en que se realizan estas compras.
Los daños por ese concepto se estiman en el orden de los 90 millones 800 mil dólares, con lo cual se hubieran comprado, teniendo en cuenta el precio promedio de 2010, 325 mil toneladas de trigo, ó 380 mil toneladas de maíz, ó 125 mil toneladas de pollo.
¿A cuántos otros bienes, equipos, tecnología, hubiese accedido la Isla? ¿De cuántos beneficios hubiese disfrutado la población?
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