Rusia avanza a grandes pasos hacia la aplicación de los acuerdos adoptados en junio pasado, en la reunión de Ginebra entre el presidente Putin y su homólogo Biden. Está reinsertando a Siria en el concierto de naciones, se establece en África y distribuye el arma absoluta en Asia. Estados Unidos ya no es el dueño del mundo. Los cambios son importantes a escala mundial y quienes no se mantengan al día sobre ellos serán los perdedores en la nueva era cuyo inicio se prepara.
Este artículo es parte de la serie “Formación de un nuevo orden mundial”, conformada por los artículos
– «¿Por qué un Yalta II?», 15 de junio de 2021.
– «Encuentro Biden-Putin, más parecido a un Yalta II que a la capitulación de Berlín», 22 de junio de 2021.
– «La arquitectura política del nuevo Medio Oriente», 7 de septiembre de 2021.
– «Hacia la paz en Siria y Líbano, 28 de septiembre de 2021.
Sigue en marcha el proceso de aplicación de lo pactado en la cumbre ruso-estadounidense de Ginebra –el encuentro Putin-Biden, denominado Yalta II. Y todo indica que las concesiones de Washington a Moscú fueron mucho más grandes de lo que se pensaba.
El presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, está poniendo en orden el mundo en general, no sólo el Gran Medio Oriente sino también África y Asia. En sólo 4 meses, ya pueden verse cambios sustanciales. Siguiendo el modo tradicional de actuar de los rusos, nada se anuncia pero todo será revelado cuando el proceso ya sea irreversible.
Los anglosajones han aceptado su derrota
A principios de septiembre de 2021, Estados Unidos dio a entender que autorizaba el Hezbollah libanés a violar el embargo contra Siria e Irán y a obtener combustible iraní a través de Siria. Posteriormente, Jordania abrió su frontera con Siria. Y finalmente la prensa anglosajona comenzó a publicar una serie de artículos que casi exoneran al presidente sirio Bachar al-Assad de los “crímenes” que antes le atribuían y tienden a rehabilitarlo. Todo comenzó con un artículo publicado en The Observer, la edición dominical del diario británico The Guardian, titulado “El paria Assad es presentado a Occidente como la clave de la paz en el Medio Oriente” [1].
Y, poco a poco, la revista estadounidense Newsweek llegó a dedicar su portada al presidente sirio, bajo el titular “Está de regreso”, seguido de un comentario inimaginable pocos meses atrás: «En una victoria sobre Estados Unidos, el líder sirio Bachar al-Assad reclama un lugar en la escena mundial» [2]. La versión online de Newsweek incluso va más lejos cuando el pie de foto de una de sus imágenes habla del «presunto» ataque químico de la Ghoutta, en las afueras de la capital siria, incidente que los presidentes de Estados Unidos y Francia, Barack Obama y Francois Hollande, habían atribuido explícitamente al «régimen criminal» de Assad, para acusarlo de haber cruzado «la línea roja». Así que, adiós al eslogan «¡Bachar tiene que irse!», que fue el mantra de Occidente durante 10 años.
La derrota militar que el presidente Biden admitió en junio, en su reunión con el presidente Putin en Ginebra, parece haber pasado a formar parte de la retórica de la prensa anglosajona… y los demás occidentales tendrán que seguir la corriente.
El regreso de Siria a la escena internacional está teniendo lugar: Interpol ha tomado algunas medidas para poner fin al aislamiento de la República Árabe Siria y tanto el rey Abdala II de Jordania como el príncipe Mohamed ben Zayed, presidente de facto de Emiratos Árabes Unidos, han anunciado que sostuvieron sendas conversaciones telefónicas con el presidente Assad. Por su parte, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, viajó discretamente a Damasco para conversar ¡por fin! del regreso de los refugiados sirios a su país de origen, a pesar de que durante toda una década las potencias occidentales se opusieron a ese regreso y pagaron a los países receptores para lo impidieran.
Turquía, víctima de su doble juego
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, propuso a su parlamento prolongar la misión del ejército turco en la lucha contra los terroristas kurdos del PKK en Irak y en Siria, dos países donde Turquía ocupa territorios ilegalmente.
Erdogan mantiene un doble juego. Turquía es miembro de la OTAN y negocia compras de armamento estadounidense (80 aviones de combate F-16 y 60 kits de modernización de su flota aérea). Pero también negocia compras de armamento ruso (ya compró a Moscú varios sistemas de defensa antiaérea S-400. Pero ese peligroso juego debe estar a punto de terminar. Washington y Moscú están llevando armamento a Siria y podrían unirse para poner a Turquía en su lugar… como lo hicieron en 1956 con Reino Unido, Israel y Francia cuando esos 3 países se embarcaron en la expedición de Suez. A pesar de las apariencias, Rusia sabe que no podrá apartar a Turquía de Estados Unidos. De hecho, Rusia está luchando frente al ejército turco en Libia y en Siria y no olvida la implicación personal del hoy presidente Erdogan en Chechenia. Más generalmente, Moscú tampoco olvida la oposición histórica entre Rusia y los otomanos.
El Ejército Árabe Sirio logró poner fin exitosamente a la batalla de Deraa –en el sur de Siria– permitiendo así la reapertura de la frontera con Jordania. En Deraa, los yhadistas optaron por deponer las armas en vez de ir a refugiarse en Idlib, bajo la protección del ejército turco. Ahora, las tropas sirias se concentran alrededor de los territorios aún ocupados en Idlib –norte de Siria– dispuestas a liberar también esa parte del país.
La prensa occidental no ha informado sobre la batalla de Deraa, territorio sirio a cuya liberación contribuyó la discreta retirada de Israel y Estados Unidos. Al cabo de terribles sufrimientos, la población de Deraa parece haber acumulado tanto odio contra sus compatriotas como contra sus aliados de ayer, que acabaron abandonándola.
En definitiva, Turquía está ganándose la enemistad de todos sus “socios”. En África, Turquía rivaliza con Estados Unidos y con Francia: su ejército está luchando en Libia, dispone de una base militar en Somalia, está formando militares malienses en suelo turco, vende armas a Etiopía y ha firmado un acuerdo de cooperación con Níger –y aún queda por mencionar la base militar que tiene en Qatar y su implicación en Azerbaiyán.
El caso de Osman Kavala –un hombre de negocios de izquierda convertido en el hombre de George Soros en Turquía y arrestado en 2017– no augura nada bueno para Turquía. Diez países occidentales, entre los que se cuentan Estados Unidos, Alemania y Francia– hicieron circular en las redes sociales una carta donde exigen la liberación inmediata de Kavala, acusado de estar implicado en la intentona golpista del 15 de julio de 2016 contra el gobierno de Erdogan. El 22 de octubre, el propio Erdogan reaccionó dirigiéndose directamente a los embajadores de esos países: «¿Les compete a ustedes dar lecciones a Turquía? ¿Quiénes creen ser ustedes?»
La posición personal del presidente Erdogan parece cada día más delicada, incluso en el seno de su partido, donde soplan vientos de rebelión. Y si las cosas se ponen difíciles para Turquía en la región siria de Idlib, sus propios partidarios podrían darle la espalda.
Líbano, entre promesas de renacimiento y amenaza de guerra civil
El presidente estadounidense Joe Biden parece haber decidido dejar Líbano en manos de Rusia y explotar los yacimientos de gas y petróleo que se extienden bajo territorios de Líbano e Israel. Biden ha puesto su consejero de larga data –el israelo-estadounidense Amos Hochstein– a viajar constantemente entre Beirut y Tel Aviv. La intensa actividad de ese personaje demuestra la importancia del asunto. Amos Hochstein –ex oficial de las fuerzas armadas israelíes– fue consejero de Biden cuando este último era vicepresidente de Estados Unidos. Ya entonces, en 2015, Hochstein se ocupó de la misma cuestión que ahora, pero hoy tiene posibilidades de éxito, dado el hecho que –como hombre de negocios exento de normas morales– conoce tanto el aspecto político del asunto como las limitaciones técnicas inherentes a la explotación de los hidrocarburos. Amos Hochstein aboga por iniciar la explotación de los yacimientos en disputa sin resolver la espinosa cuestión de los límites territoriales entre Líbano e Israel. Según él, ambos países podrían explotar juntos los yacimientos y repartirse las ganancias mediante un convenio previo.
En Líbano, los líderes de los diversos grupos confesionales están haciendo de todo por conservar su declinante poder, aunque sea a costa de destruir el futuro del país.
En medio de la noche, el parlamento libanés votó dos enmiendas a la ley electoral. La primera adelanta la fecha de la próxima elección legislativa –estaba prevista para el 8 de mayo y ahora debe realizarse el 27 de marzo. Los musulmanes querían modificar la fecha inicial porque la consulta caía en pleno ramadán, pero la nueva fecha parece ser una manera de impedir que el general Abbas Ibrahim –jefe del contraespionaje libanés– sea electo y acabe siendo el sucesor del actual presidente del parlamento, Nabih Berri, por demás líder del movimiento chiita Amal. Explicación: la Constitución libanesa exige que los altos funcionarios hayan dejado sus funciones 6 meses antes de convertirse en políticos.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, había previsto desplegar tropas francesas en Líbano para «garantizar la seguridad» de esa elección libanesa. Para el 8 de mayo de 2022, es probable que Macron ya no sea presidente de Francia y nada garantiza que su sucesor apruebe un despliegue de militares franceses en Líbano, pero el 27 de marzo, Macron todavía estará al mando.
La otra enmienda aprobada por el parlamento libanés modifica la manera de votar para los libaneses que viven fuera del país –ya no elegirán diputados residentes en el exterior sino que votarán por candidatos de sus circunscripciones de origen. Sin embargo, eso carece de importancia en la medida en que el sistema electoral libanés establece de antemano una cuota fija de diputados para cada grupo confesional, pero sin tener en cuenta la realidad demográfica del país. En definitiva, el sistema electoral libanés es un buen ejemplo sobre cómo hacer elecciones sin democracia.
El otro gran debate libanés es la investigación sobre la explosión que arrasó el puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020. El juez Tarek Bitar se encuentra a cada paso frente a una infinidad de inmunidades, empezando por la del ex primer ministro Hassan Diab, quien huyó a Estados Unidos en cuanto dejó la jefatura del gobierno y actualmente es objeto de una orden de detención. El Hezbollah, después de haberse visto sometido a un intenso escrutinio en relación con el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri, no tiene intenciones de permitir que esta nueva investigación vaya por el mismo camino, y finalmente exigió la nominación de un nuevo juez y organizó una manifestación basada en ese reclamo.
Cuando los manifestantes llegaron frente al barrio cristiano, fueron atacados a tiros por miembros de las Fuerzas Libanesas del líder cristiano Samir Geagea. Siete partidarios chiitas del Hezbollah murieron en el incidente y una treinta resultaron heridos. Reaparece así el espectro de la guerra civil. Por ahora no se sabe si los agresores de las Fuerzas Libanesas actuaron por propia iniciativa o si fue una provocación premeditada contra el Hezbollah, quizás por instigación de Arabia Saudita, cuyo “campeón” en Líbano es ahora el líder cristiano Samir Geagea.
El lento acercamiento entre los hermanos enemigos, Israel e Irán
Moscú aborda el conflicto israelo-palestino como un todo. Israel y los palestinos mantienen retóricas ultrabelicosas… pero en la práctica las cosas son diferentes. Ambas partes en realidad actúan contra ciertas tendencias políticas dentro de sus bandos respectivos. La caída de Benyamin Netanyahu –discípulo del teórico del colonialismo israelí, Zeev Jabotinky– abre el camino a una reconciliación.
Mientras que Estados Unidos ha impuesto sanciones contra Irán, para obligarlo a renunciar a un fantasmagórico programa nuclear militar, Rusia nunca creyó que tal programa se haya mantenido vigente después de 1988. En las negociaciones 5+1, que condujeron al acuerdo de Viena, Moscú no exigía el fin de la investigación nuclear iraní sino la posibilidad de instaurar controles para impedir que se convirtiese en una investigación con fines militares. Esa sigue siendo la posición de Rusia. Las discusiones actuales son sobre detalles técnicos, como la instalación de cámaras de control en las centrales iraníes.
Pero la lentitud de Teherán al lidiar con esa cuestión está perjudicando a Irán y los proiraníes acaban de perder la elección legislativa en Irak [3]. Por supuesto, mientras tanto el gobierno del nuevo presidente iraní, Ebrahim Raissi, negocia con Arabia Saudita, que a su vez da largas a la normalización de sus relaciones con Israel. El presidente Raissi espera obtener una repartición de “responsabilidades” con el gobierno saudita y anunciar eso en el preciso momento en que finalmente cederá sobre el control nuclear. Pero los sauditas se impacientan y tienen posibilidades de hacerle daño, como ya vimos con el ataque contra la manifestación del Hezbollah en Beirut.
Por su parte, los israelíes subrayan que Teherán no se apoya sólo en las comunidades chiitas en el extranjero –eso afirma Irán– sino en todas las fuerzas contrarias a Israel, sean chiitas o no. Por ejemplo, Irán suministra armas al Hamas sunnita y esa alianza es mucho más peligrosa ya que el Hamas es la rama palestina de la Hermandad Musulmana, que ya cuenta con el respaldo de Turquía y de Qatar pero no tiene apoyo de parte de Arabia Saudita. En resumen, la comunidad musulmana ya no esta dividida en dos bandos (chiitas y sunnitas) sino en 3 fracciones (Irán – Arabia Saudita – Turquía y Qatar).
Rusia avanza pacientemente en Israel, absteniéndose de intervenir frente a las operaciones israelíes contra Irán en suelo sirio. Moscú espera lograr que Israel acepte devolver a Siria el Golán ocupado a cambio de una retirada militar iraní de Siria y de garantías de no agresión de parte de Irán.
Mali abriga sospechas sobre Francia y quiere protección rusa
La derrota que Occidente sufrió en Siria está teniendo consecuencias imprevistas en África. En ese continente han entendido que el orden mundial se ha modificado y que es mejor tener como aliado a Moscú que a las potencias occidentales. Mientras algunos Estados africanos ya tratan de diversificar sus relaciones militares, acercándose a Turquía, la República Centroafricana y Mali han sido los primeros en cuestionar la ayuda occidental.
Desde 2018, Rusia acompaña al gobierno de la República Centroafricana en sus intentos de resolver los conflictos tribales –conflictos que Francia alimentó y que han sumido el país en la guerra civil. Pero Moscú se ha negado a desplegar tropas allí mientras la situación siga siendo inestable y ha preferido favorecer la presencia de la firma privada de seguridad de Evgueni Prigojin. En 2019, el gobierno de la República Centroafricana firmó un acuerdo de paz con los 14 grupos armados más importantes del país. Hoy la situación es estable pero el gobierno controla sólo una pequeña parte del territorio nacional.
Mali es una víctima directa del derrocamiento, en 2011, de la Yamahiriya Árabe Libia. El Guía libio, Muammar el-Kadhafi, trabajaba en pro de la reconciliación entre los árabes africanos y los negros. Su asesinato y el ulterior restablecimiento de la esclavitud en Libia reactivaron un odio que ya había provocado siglos de guerra, acentuado por la voluntad árabe de dominación sobre las poblaciones negras de Mali. Eso es lo que se expresa a través del avance yihadista en el norte de Mali. París afirma ahora que la misión de las tropas francesas desplegadas en Mali durante la Operación Barkhane es impedir el surgimiento de un emirato islámico en el Sahel. Eso significaría evitar que los yihadistas árabes nómadas conquisten una zona habitada por poblaciones negras sedentarias… pero no incluiría luchar contra las organizaciones de esos yihadistas.
El 8 de octubre, el primer ministro de Mali, Choguel Maiga, puso el dedo en la llaga al declarar a la agencia rusa RIA-Novosti que en realidad Francia forma los combatientes yihadistas en su campamento de Kidal, región que las tropas francesas mantienen fuera del control del ejército maliense [4]. Esa entrevista del primer ministro de Mali, ampliamente difundida por las televisoras rusas, fue ignorada por los medios de prensa franceses. Sólo el diario francés Le Monde entrevistó al primer ministro de Mali pidiéndole precisar sus palabras, pero Maiga confirmó sus declaraciones anteriores y aprovechó la ocasión para desmentir informaciones publicadas en Occidente sobre supuestas negociaciones entre su gobierno y el llamado “Grupo Wagner” [5], confirmando a la vez que con quien sí está negociando es con el gobierno ruso.
La acusación maliense sobre la instrumentalización del yihadismo por parte de Francia es totalmente creíble. Al principio de la intervención militar francesa en Mali –en 2014–, París frenó el avance de las tropas francesas para que los asesores militares qataríes que acompañaban a los yihadistas tuvieran tiempo de ponerse a salvo. En otros países, otros grupos yihadistas incluso organizaron entonces manifestaciones contra el doble juego de Francia, que los apoya en el Medio Oriente pero dice combatirlos en África. Y cuando el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, expresó su sorpresa al respecto al entonces ministro de Exteriores de Francia, Laurent Fabius, este último respondió que en eso consiste la realpolitik.
Ahora, la junta del coronel maliense Assimi Goita –quien se considera un discípulo del revolucionario tercermundista Thomas Sankara– negocia con Rusia para defender Mali de los yihadistas formados por Francia. Moscú podría proceder en Mali como en República Centroafricana y enviar un millar de ex militares para restaurar la paz civil. Al parecer, Argelia estaría dispuesta a financiar ese despliegue.
Cuestionamiento del equilibrio de fuerzas
China y Corea del Norte parecen haber realizado sendos lanzamientos de prueba con misiles hipersónicos. China desmintió el artículo del Financial Times sobre su ensayo [6] mientras que la República Popular Democrática de Corea proclama el suyo. Los expertos estadounidenses, el Congreso y los generales del Pentágono están aterrorizados porque Estados Unidos sigue sin lograr dominar esa tecnología, lo cual hace que Estados Unidos sea vulnerable.
La concepción de los misiles hipersónicos [7] se basa en una tecnología soviética. El presidente Vladimir Putin había anunciado en 2019, ante la Asamblea Federal, que Rusia estaba a punto de dominar la concepción de ese tipo de misiles y dotarlos de cargas nucleares, lo cual haría posible alcanzar cualquier lugar del planeta con misiles prácticamente imposibles de interceptar [8]. Partiendo del principio que China y Corea del Norte no pueden haber alcanzado súbitamente ese nivel tecnológico, la mayoría de los expertos estiman que Rusia debe haber proporcionado a esos dos países alguna versión de su propio armamento.
Si la ponemos en contexto, vemos que esa posible transferencia de tecnología se habría producido antes del anuncio del nuevo bloque militar AUKUS (Australia, Reino Unido, Estados Unidos) y que hace prácticamente inútiles los esfuerzos de Washington ante Pekín y Pyongyang.
Occidente no sólo ha sufrido una terrible derrota en Siria, derrota que lo obliga a aceptar un nuevo orden mundial, sino que ahora también resulta que su «escudo antimisiles» ya es obsoleto. En el plano tecnológico, sus ejércitos se han quedado atrás.
[1] «Assad the outcast being sold to the west as key to peace in Middle East», Martin Chulot, The Observer, 26 de septiembre de 2021.
[2] «Bachar is Back», Tom O’Connor, Newsweek, 22 de octubre de 2021.
[3] «La elección legislativa iraquí concluye con revés para los aliados de Irán», Red Voltaire, 13 de octubre de 2021.
[4] «Премьер Мали обвинил Францию в подготовке террористов», RIA-Novosti, 8 de octubre de 2021.
[5] «Mali señala que Francia forma los terroristas que dice combatir», Red Voltaire, 19 de octubre de 2021.
[6] «China’s leap in hypersonic missile technology shakes US intellligence», Demetri Sevastopoulo y Kathlin Hille, Financial Times, 18 de octubre de 2021.
[7] Se clasifican como “hipersónicos”, los misiles capaces de alcanzar velocidades superiores a 5 veces la velocidad del sonido. Nota de Red Voltaire.
[8] «Extraits du discours de Vladimir Poutine à l’Assemblée fédérale», por Vladimir Putin, Réseau Voltaire, 20 de febrero de 2019.
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