América Latina sigue anotándose pasos a favor de la integración. Hace muy poco, en visita a Brasil, y luego de conversaciones en extremo fructíferas con su homólogo Luiz Inacio Lula Da Silva, el presidente boliviano, Evo Morales, suscribió acuerdos bilaterales que aseguran precios justos al gas del gigante sudamericano.
Ese acuerdo adicionará unos 240 millones de dólares a las entradas que reciben los bolivianos luego de la nacionalización de sus recursos energéticos y su puesta al servicio de los intereses populares.
Además, se consideraron planes para la construcción de una hidroeléctrica con esfuerzos comunes en el río Madeira, al tiempo que Brasil promoverá la colaboración con Bolivia en materia de ganadería y equipamiento agrícola.
Mientras, el presidente venezolano, Hugo Chávez, viajaba a varias naciones del caribe insular para promover la incorporación de estas a los principios del ALBA, la Alternativa Boliviariana para los pueblos de nuestra américa, fundada en La Habana por Venezuela y Cuba, y de la que ya formaban parte Bolivia y Nicaragua.
Poco después, ya en su patria, Chávez y el presidente argentino, Nèstor Kirchner, inauguraban obras comunes en el terreno energético, y confirmaban su alianza en ese rubro y la coincidencia de puntos de vista en materia de integración regional.
De manera que todo indica avances importantes en una vinculación regional traducida en fortaleza, progreso y posibilidades.
De todas formas, queda mucho camino por recorrer como para pensar en victorias rotundas. El propio presidente de Venezuela, en la más reciente Cumbre del MERCOSUR, indicaba con toda razón que "el 40 por ciento de las transacciones comerciales que tienen lugar en esa entidad económica pertenecen a las grandes empresas transnacionales, mientras que otro 37 por ciento depende de estas, lo que significa que solo el 23 por ciento corresponde a las empresas nacionales de los cinco países miembros.
"Son evidentes retos por superar para que la convergencia del grupo resulte enteramente benefiosa para sus pueblos, y no se convierta en trampolín de los poderosos ajenos a los verdaderos intereses del área.
Por otra parte está la actividad de zapa de Washington, que luego del fracaso por instaurar una zona de libre comercio hemisférica bajo su control, se dedica a socavar país por país en el entendido de que en la división está la carta de triunfo frente a los proyectos verdaderamente independientes.
Acuerdos de libre comercio bilaterales ya ha suscrito la Casa Blanca con un buen número de naciones latinoamericanas, algo que sin dudas conspira contra una integración positiva.
No obstante, lo trascendente es la lucha por los cambios, y que los proyectos de justicia avancen pese a todos los avatares.
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