¿Qué hacer?
La pregunta, tan común cotidianamente para la mayoría de los seres humanos ante los inciertos tiempos que se viven, deviene espada de Damocles para el Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.
Holocausto, nefasta palabra, reposa sobre los hombros del mandatario de EE.UU. Aparece por los rescoldos menos imaginados y es como sombra que lo acompaña a todas partes. Millones de seres humanos en el planeta tienen en juego su existencia: la decisión ronda la Oficina Oval.
Barack Obama jamás calculó hallarse en semejante situación. Desde su campaña electorera conocía se iba a enfrentar a situaciones incómodas, y su discurso entonces se basó en la retórica de “aliviar las penurias de la mayoría”. Estaba por ver hasta dónde el capital le desataría las manos.
Desde antes de tomar posesión del cargo este redactor coincidió con analistas. “En cuanto al Asia Central y el Oriente Medio, los conflictos afgano e iraquí devienen tal vez el más complejo panorama que deberá encarar el estrenado mandatario cuando asuma las riendas de la nación”.
La vida concedió la razón, pues es precisamente esa parte del mudo el escenario en el cual podría desatarse el conflicto, de dimensiones imprevisibles para el género humano.
Iraq y Afganistán. Conflictos no resueltos. Ahora el imperio anda tras Irán y la República Popular Democrática de Corea (RPDC). Similar escenario: Asia y el Medio Oriente.
La supuesta retirada de las tropas estadounidenses de Iraq es un bluff (jugada engañosa en el póker). El algo así, como decimos en buen cubano, quita de aquí para poner allá. El famoso retiro de las tropas del país árabe no es para enviarlas a casa sino para trocarles el albergue.
Se trata, como señalara en comentario fechado este jueves el diario chileno El Clarín, de retirada parcial, porque “permanecerán decenas de miles de especialistas estadounidenses preparando a un ejército local que el Pentágono supone que le será fiel en el futuro”.
El problema para el Presidente de EE.UU. estriba, según el propio rotativo, de que a pesar del “cuantioso despliegue de financiamiento público para hacer frente a la crisis económica, el desempleo ha llegado al 10 por ciento” y, todo parece indicar subirá en breve otro dígito (11).
Estas cifras son calificadas de “dramáticas” para la administración Obama. Históricamente tales descalabros, para ser resueltos, optan por el derrotero del incremento en los gastos militares (poseen la mayor industria bélica del planeta).
El líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, ha opinado que los enemigos de Irán han creado “una situación absurda” y, de tener lugar la guerra contra esa nación, “a Obama no le quedaría otra alternativa que ordenar la muerte de cientos de millones de personas inocentes, y los tripulantes de sus naves de guerra en las proximidades de Irán serían de los primeros en morir y él no es un asesino. Es lo que pienso, sin temor a estar equivocado”.
Fidel ha considerado que solamente es Barack Obama quien puede detener un conflicto de semejante naturaleza y, en entrevista con la televisión venezolana lo instó a “no tirar del gatillo” que detonaría la guerra contra Irán.
El concepto sobre la paz –en todas sus acepciones— cobra inusitada vigencia ante el nefasto panorama que tenemos frente a nuestras narices. Fidel Castro ha exhortado a convencer a Barack Obama de no lanzar ataque alguno que pudiera desatar el conflicto, de impredecibles consecuencias.
No sin razón se dice que el inquilino de la Casa Blanca está sentado sobre un polvorín: disuadirlo, convencerlo, ha de ser faena de todos. Los cambios sociales del presente, no se resolverán a plomo y fuego. Por el contrario: diálogo, información, comunicación es lo que debe imperar y los medios disponibles van y vienen hasta el sitio más recóndito del planeta.
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