Deben existir mil y una formas para definir el ridículo; la sensación insoportable de sentirse el epicentro de la burla; la misma que sufrió el “tipo duro” del barrio cuando se hizo evidente su cobardía a la vista de todos ante la firmeza de quien supuso más débil.
Una sensación similar debieron experimentar este martes los representantes de Estados Unidos ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, cuando tuvieron que soportar, una vez más, el rechazo mundial a la criminal política de su país con respecto a Cuba.
El nuevo fracaso quisieran atribuírselo, tal vez, a los malos augurios de los “martes 13”, pero lo cierto es que se trata del vigésimo primer “papelazo” consecutivo que hacen en igual número de intentos.
Es creciente el rechazo a ese cerco económico, comercial y financiero, por parte de diversas organizaciones regionales e internacionales y de jefes de Estado y de Gobierno, y entre los propios estadounidenses, los cuales en un 62 por ciento favorecen el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre su país y Cuba.
La nación caribeña parece haber encontrado, sin embargo, la fórmula adecuada para enfrentar el odio desproporcionado -ridículo- con el que los “dueños” del mundo tratan de realizar su avieso propósito de tornar inviable el modelo de desarrollo independiente escogido por la Isla hace más de 50 años.
Superando el inmenso desafío que supone enfrentar el más crudo bloqueo, y su recrudecimiento progresivo mediante leyes extraterritoriales, Cuba logró y defiende conquistas sociales que hacen convulsionar de rabia a algunos, y despiertan el respeto de los pueblos y el respaldo del concierto internacional de naciones.
La isla muestra indicadores de Salud a la altura del llamado Primer Mundo, y en materia educativa, igualdad de género, seguridad alimentaria y protección del medio ambiente, presenta avances reconocidos internacionalmente, y cumple la mayoría de las metas del milenio fijadas por la ONU para 2015.
A pesar de los intentos de aislarla, hoy mantiene relaciones con casi todos los países del orbe y constituye un referente de los procesos de transformación que vive América Latina, al tiempo que está en la vanguardia de los esfuerzos de integración regionales.
La Isla colabora en materia de salud con más de 60 países, y cientos de miles de personas con problemas oftalmológicos han sido beneficiadas en el planeta a través de la Operación Milagro, mientras en sus instituciones estudian especialidades médicas alrededor de siete mil jóvenes de una veintena de países, incluido Estados Unidos.
Esa solidaridad se expresa además en áreas como la educación, el deporte. Aún bajo asedio, se encuentra inmersa en el perfeccionamiento de su modelo social y económico con el objetivo de adecuarlo a las nuevas realidades y garantizar la sostenibilidad de las conquistas sociales alcanzadas, no sin sacrificios, en mas de cinco décadas de resistencia en todos los terrenos contra las limitaciones que impone el bloqueo genocida.
Lo hace sin la intención de “mentarle el santo” a alguien, pero con la convicción de que despierta la preocupación y, claro, la ira de sus enemigos, a quienes, empero, no hace guiños, ni el más leve rictus en la búsqueda de su aprobación…
Junto al bochorno de sentirse cada vez más aislados, los Estados Unidos talvez debieran comenzar a comprender que a partir del primero de enero de 1959 Cuba es otra, no la de aquellos gobiernos genuflexos que conocieron durante la república mediatizada. (AIN)
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