El Bin Laden del hemisferio occidental, Luis Posada Carriles, podrá presentarse nuevamente ante un juez de Estados Unidos para reclamar su petición de libertad bajo fianza, con lo que la potencia norteña refrenda su doble rasero cuando de terrorismo se trata.
Será el próximo dos de abril, cuando el criminal volverá a tener otra oportunidad, aunque con ello la Administración Bush y la justicia norteamericana dan largas al proceso a Posada, quien es juzgado por fraude migratorio y no por los numerosos cargos criminales conocidos y hasta confesados.
Por ello intentará de nuevo obtener su salida tras las rejas, luego de más de un año en custodia sin conseguir un tercer país adonde extraditarlo, lo que para Washington se convierte en una trampa, pues contradice lo que exige a otras naciones, pero incumple cuando de terrorismo anticubano se trata.
Posada Carriles fue trasladado en enero de 2007 a la cárcel del condado de Otero, en el estado de Nuevo México, desde el Centro de Detenciones Migratorias de El Paso (Texas), en donde se encontraba detenido por su entrada ilegal en marzo del 2005, y tras mentir a las autoridades sobre las circunstancias de su arribo a territorio norteamericano.
La Fiscalía y el Departamento de Seguridad Interna coinciden en que el sujeto es un peligro para la protección ciudadana, y por ello piden mantenerlo en reclusión, pero ello no incluye juzgarlo por el derribo en pleno vuelo de un avión de pasajeros de Cubana de Aviación, donde murieron sus 73 ocupantes. Por este crimen el gobierno venezolano reclama su extradición, que ha sido denegada en la práctica.
Tampoco se ventilará este dos de abril la serie de atentados contra centros turísticos en Cuba, en los que murió el joven italiano Fabio di Celmo, y que provocó heridas a otros ciudadanos cubanos, así como daños materiales a la industria turística de la Isla.
Posada Carriles estuvo preso en Panamá, tras ser detenido con un arsenal de armas y explosivos de alto poder, con los que planeaba asesinar al Presidente Fidel Castro, durante un acto en el paraninfo de la Universidad de Panamá, al que asistieron cientos de estudiantes y personalidades.
Para todos esos crímenes contó con la experiencia adquirida al servicio de los servicios de inteligencia norteamericanos. Él mismo lo ha reconocido, con aquella frase de: "la CIA me lo enseñó todo".
De ahí sus conocimientos para ejecutar atentados terroristas, contratar mercenarios, mentir y disfrazarse para sus actividades ilegales en diversos países.
Así ocurrió en Centroamérica, donde dispuso de pasaportes bajo diversas alias: Ramón Medina, Ignacio Medina, Juan Ramón Medina, Ramón Medina Rodríguez, José Ramón Medina, Rivas López, Juan José Rivas, Juan José Rivas López, Julio César Dumas y Franco Rodríguez Mena.
Eso lo conocen las autoridades norteamericanas, que también lo tenían ubicado en el aeropuerto salvadoreño de Ilopango cuando el escàndalo Irán-contras, bajo cuyo manto Posada Carriles se refugiaba en la CIA tras escapar de una cárcel venezolana.
A pesar de todo ello, Luis Posada Carriles se sigue ufanando de sus crímenes, por más que por estos días pretenda disfrazarse de oveja, o de un apacible anciano dedicado a la pintura. En octubre del pasado año, al cumplirse el aniversario 30 del horrendo crimen de Barbados, declaró a una emisora radial no se arrepentía de su currículo, sobre el que hoy la justicia norteamericana hace de la vista gorda.
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