Los independentistas puertorriqueños acaban de lograr que el Comité de Descolonización de Naciones Unidas adoptara una resolución a favor de su derecho a la autodeterminación, pero esta vez fueron por algo más.
La ONU había sacado a Puerto Rico del listado de colonias en 1953, luego que fuera adoptado el status de Estado Libre Asociado, todo un ropaje para el neocolonialismo por el cual los boricuas eligen a un gobernador, pero Washington es quien tiene las verdaderas riendas.
Luego de dos años de preparación, el comité boricua en esa instancia pidió al Comité de Descolonización que la Asamblea General incluya el tema de la descolonización de la Isla en su agenda de trabajo.
Ya en 1982 se hizo un intento en tal dirección, que a la postre no fructificó por maniobras de Estados Unidos para impedirlo. Diez años antes la Misión de Cuba en la ONU presentó una resolución en el Comité de Descolonización para reabrir la discusión del problema colonial boricua. Desde entonces fueron adoptadas 25 resoluciones sin ser considerado por el más representativo órgano de decisión de la institución mundial.
Esta vez uno de los cambios más significativos en el texto aprobado resulta que en vez de "esperanza", el Comité "solicita a la Asamblea General que examine de manera amplia y en todos los aspectos la cuestión de Puerto Rico".
Se trata de una nación latinoamericana y caribeña que mantiene su identidad, a pesar de haber sido colonizada desde 1898 por EE.UU., que la tomó como uno de sus botines de la llamada guerra cubano-hispano-americana, la que Lenin describió como la primera guerra de carácter imperialista.
Claro que la decisión del referido órgano no es vinculante y para llegar al plenario de la Asamblea deberá sortear no pocas dificultades, incluidas renovadas presiones de Washington ante el panel de 12 países con la responsabilidad de escoger los tópicos de la agenda.
Pero a su favor está la larga historia de rebeldía y lucha de los sectores independentistas que han visto engrosar la lista de mártires y héroes en un desigual embate por la dignidad nacional.
También la gesta popular contra la Armada estadounidense en la pequeña ínsula de Vieques, cuyas mejores tierras fueron contaminadas por la chatarra militar del Pentágono, que la utilizó como polígono y terreno para ensayar más de una criminal guerra.
De su lado se incluyen las víctimas del cáncer en la propia Vieques, o de las protestas que dieron la vuelta al mundo como recordatorio de la condición colonial de la tierra de Betances y Lolita Lebrón.
Asimismo los presos políticos que aún permanecen en cárceles estadounidenses, o el uso de los puertorriqueños como carne de cañón del Pentágono en sus agresiones, ya sea en Vietnam antes o ahora en Iraq.
Resulta importante la decisión de respaldar la soberanía boricua, adoptada en noviembre del pasado año por 34 partidos políticos de 22 naciones, en el Congreso Latinoamericano y Caribeño por la Independencia de Puerto Rico.
Y todavía más la adhesión expresada en el Comité de Descolonización por el Movimiento de Países No Alineados (118 países), que en su XIV Cumbre en La Habana aprobaron en su declaración final la reafirmación del derecho de Puerto Rico a su libre autodeterminación e independencia.
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