“No hay peor ciego que el que no quiere ver”, reza un refrán muy popular entre los cubanos, en el cual se aplica a pie juntillas al saliente presidente estadounidense George W. Bush, quien en sus ocho años en la Casa Blanca ha hecho todo lo posible y lo imposible por desconocer la realidad de una Cuba independiente y soberana, y destruir su Revolución.
Durante 11 años consecutivos, desde 1992, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha aprobado con creciente mayoría la resolución titulada "Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba".
Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos posee oídos sordos y ha desacatado totalmente ese reclamo universal.
La última votación en el máximo foro mundial en el 2007, con 184 Estados a favor de la resolución de La Habana, representa la opinión casi unánime del planeta de repudio y condena al bloqueo, que persigue la destrucción por hambre y enfermedades del pueblo cubano y no un supuesto fomento de los derechos humanos.
El régimen bushiano, desde su ascenso fraudulento al poder en el 2001, ha mantenido y reforzado las principales direcciones de esta guerra contra Cuba, manifestadas en mayores sanciones económicas y persecución a la actividad empresarial y a las transacciones financieras internacionales.
Incluso, Washington dificulta en extremo las operaciones cubanas destinadas a saldar las cuotas de la Isla con los organismos internacionales de las Naciones Unidas, fomenta la usurpación de marcas comerciales cubanas y ejerce presiones y represalias contra quienes comercian con Cuba o se vinculan con ella en intercambios culturales y artísticos.
Según cálculos muy conservadores, y considerando únicamente lo que ha podido ser cuantificado hasta el momento, la cruzada anticubana del régimen Bush el pasado año provocó a la isla caribeña daños económicos por tres mil 775 millones de dólares.
El Gobierno norteamericano se ha rehusado, incluso, a levantar su particular guerra económica contra Cuba, ni aun por seis meses, tras ser azotada la nación antillana por devastadores fenómenos naturales hace unas semanas.
La unilateral medida coercitiva califica, además, como acto de genocidio de acuerdo con lo estipulado por la Convención de Ginebra para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948.
En casi 50 años esta fracasada política de 10 Administraciones norteamericanas contra la pequeña nación del Caribe, ha provocado enorme sufrimiento humano y astronómicos perjuicios económicos al país, que sin contar otras agresiones, ascienden ya a la astronómica cifra de más de 93 mil millones de dólares, unos 224 mil millones de dólares al valor actual del devalado billete verde.
Cuba se mantiene firme en la denuncia internacional de este comportamiento incivilizado y cuenta para ello con la inmensa mayoría de la Humanidad, como se volverá a demostrar el próximo miércoles cuando la Asamblea General de ONU someta a votación la Resolución en contra del bloqueo norteamericano a la Isla.
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